OPINIÓN

Sin fianzas ni fiadores

por Alfredo Cedeño Alfredo Cedeño

Desconozco el origen de la cacareada frase “huir hacia adelante”, muchos le atribuyen un hondo significado emocional que refleja irresponsabilidad e improvisación. Franklin Virgüez, a través de su  personaje Eudomar Santos en Por estas calles, resumió a cabalidad esa situación con su famoso “como vaya viniendo vamos viendo”. Fue terrible ver cómo una lápida de esa magnitud no fue entendida por nadie y todo el país celebró la malhadada frase del malandro buena nota de la telenovela de Ibsen Martínez. Amén de no haber sido entendida en su momento, sigue sin ser comprendida la actitud encerrada en esas cinco palabras, tan es así que sigue siendo una especie de fe de vida venezolana.

No podemos vender petróleo, traficamos oro; nos decomisan el oro, contrabandeamos coltán; vetan las piedras esas, gritamos pidiendo respeto, y así hasta el infinito de ida y vuelta. Lo que importa es seguir haciendo lo que se nos sale de las santas ganas porque a fin de cuentas no hay a quién presentarle balance. ¿O es que Delcy Eloína en Barajas no lo demuestra? ¿Acaso Hermann Escarrá bebiendo café ensimismado en su iPhone en una terraza romana no lo ratifica? ¿Es que las visas americanas de las que disfrutan generales y cuanto bicho de uña colorada existe no lo comprueba? Una cosa son los gritos para el público de galería y otra cuando estoy en función privada pro fondos los niños pobres del Amazonas.

Lo mismo pasa en el otro bando, no crean ustedes que las profundas capacidades evasivas son patrimonio revolucionario. Al parecer poco importa que en la empresa Monómeros el monarca es el ex gobernador Rosales; menos trascendencia tiene que un aspirante a alcalde aparezca recibiendo dinero de un potentado petrolero oficialista; ni hablar de aquello que tiene que ver con acciones que a la larga terminaron por oxigenar a Chávez, y luego a Maduro, y sus respectivas comparsas.  El lema parece ser: ¡A olvidar para que nadie nos pueda cobrar!

Huir es escapar, correr desesperadamente, evitar la realidad. Frente a la huida está la sobrevivencia, la que millones de venezolanos han debido afrontar dejando atrás a la que fuera el vergel americano. Ante el dolor se entiende la evasión como mecanismo de defensa, salvo algunas patologías el masoquismo no nos resulta inherente. Donde creo que no habrá habilidad evasiva que valga será cuando llegue el momento de rendir cuentas ante la justicia terrenal, a la postre no somos seres etéreos ni parte de una corte metafísica en la que vaporosos efluvios marcan la pauta. Humanos somos y humana será la ley; humanos han sido sus vagabunderías, robos y desmanes, y humana será la rectitud a la hora de presentar las cuentas. Y las han de pagar hasta el último céntimo. Unos y otros.

© Alfredo Cedeño

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