OPINIÓN

Sin condiciones también ganamos

por Luisa Ortega Díaz Luisa Ortega Díaz

Archivo

Para ganar elecciones lo único que realmente hace falta es salir a votar.

Esa es la premisa que quiero desarrollar en este corto artículo. No es una frase retórica, ni es una expresión de candidez política. Es una verdad incuestionable y voy a tratar de compartir con ustedes mi visión al respecto.

En un país en el que todas las instituciones han sido penetradas por una extrema corrupción, al frente de las cuales se han puesto a traidores que sienten el desprecio más desvergonzado por las normas, la ley y la institucionalidad, resulta muy ingenuo esperar de ellos alguna clase de concesión, un buen comportamiento o alguna generosidad política. De modo que pedirle algo a esas personas, sin excepción alguna, siempre resultará en un fracaso, en una negativa o en un engaño. No se puede esperar de ellos otra cosa que no sea una mentira, una treta o una artimaña. Por esa razón es que hacer una lista de peticiones para que “el gobierno” las conceda es una estrategia cuyo fracaso estará garantizado de antemano.

No es posible que se elija un CNE equilibrado y transparente. No pueden hacer eso, porque hacerlo significa para ellos una derrota, significa ceder ante las exigencias de los opositores y ante las presiones de la comunidad internacional. ¿Cómo se le explicaría a las diezmadas pero rabiosas bases del PSUV que se han dejado imponer condiciones de opositores y de gobiernos extranjeros? El miedo a que su disminuido apoyo merme aún más va impedir que eso pase.

Pedir no es una estrategia política. Rogar para que nos complazcan tampoco. No es posible luchar contra una autocracia altanera, pidiéndole que se comporte como lo hacen los gobiernos democráticos. Sólo es posible luchar contra ellos enfrentándolos con nuestras propias capacidades y nuestros propios recursos. No será posible obtener nada cuya viabilidad dependa de una concesión de la autocracia. Ellos arrebatan, pero no conceden. Ellos despojan, pero no aportan. Es así cómo funcionan. Que el éxito de la lucha de las fuerzas democráticas del país dependa del capricho y de la inexistente generosidad del madurismo es, por decir lo menos, una ingenuidad inexcusable.

Un CNE sumiso puede obstaculizar que votemos, pero no puede impedirlo. Puede hacerlo más difícil e incómodo, pero no puede prohibirnos que nos organicemos para ir a votar masivamente y sin vacilaciones. Un CNE que tiembla ante los gritos del usurpador, puede promover el ventajismo sectario, puede “rasguñar” e invalidar algunos votos, pero no puede ocultar una ventaja abrumadora que supere por millones la votación insignificante que hoy respalda a Maduro.

Por eso, exigir condiciones perfectas en esta situación para participar en unas elecciones es una ruta estéril e ineficaz. Pedir no da poder. ¿Quién imagina a Churchil rogándole a Hitler que no bombardeara Londres? Churchill resistió, enfrentó la amenaza con valor y coraje, para finalmente vencer. ¿Alguien imagina a Bolívar rogándole al rey de España que se retirara dócilmente del territorio americano después de la caída de la Segunda República? No. No hizo eso: lo que Bolívar hizo fue concebir la idea de la Gran Colombia, para darle a todos los caudillos regionales de América un objetivo político mucho más amplio que sirviera de garantía para una independencia duradera y definitiva. Ni Churchill ni Bolívar se hicieron grandes pidiéndole nada al enemigo. Se hicieron grandes combatiendo al enemigo con coraje y determinación.

Entonces, ¿es necesario que se elija un CNE impoluto, que restaure los partidos que el madurismo expropió o inhabilitó, que Maduro permita que los medios vuelvan a ejercer su labor como se debe hacer en las democracias autenticas, y toda la larga lista de peticiones y condiciones que siempre se hacen, para poder movilizar la fuerza electoral que en un 85% rechaza y detesta la autocracia incompetente de Maduro? No. La respuesta es NO. No hace falta nada de eso. Lo que hace falta es que todos los venezolanos salgamos a votar en el próximo evento electoral unidos por una sola y clara idea: votar en contra de los candidatos del madurismo y a favor de los candidatos presentados por las fuerzas democráticas del país. Es todo lo que hace falta.

Las exigencias que se tengan serán discutidas y exigidas después de que el traidor haya sido derrotado estrepitosamente en las elecciones. En ese momento la correlación de fuerzas será otra, más favorable, y estaremos en condiciones de hacer valer la Constitución y el Estado de Derecho. ¿Hay partidos expropiados?, entonces presentaremos las candidaturas de las fuerzas democráticas en acuerdo con otros partidos opositores que permanecen aún vigentes. ¿Hay dirigentes inhabilitados?, pues serán nuevos dirigentes, de los millares que hay en las filas de las fuerzas democráticas, quienes tomen el relevo en esta ocasión para combatir la autocracia y devolverle la dignidad a la representación política. ¿Acaso no está lleno nuestro país de líderes naturales que puedan inspirar una nueva, fresca y pujante generación política de relevo?

Todo lo que he comentado podemos hacerlo nosotros sin pedirle nada a los usurpadores. Podemos establecer alianzas ganadoras y poderosas con partidos políticos vigentes para que su plataforma sirva de bisagra para que los nuevos líderes locales y regionales nos representen en este momento tan delicado de nuestra historia política.

Todo este esfuerzo deberá infundir nuevas fuerzas a un pueblo que padece el maltrato inhumano de la autocracia. La construcción de esta nueva fuerza es posible y estoy segura de que recibirá el apoyo entusiasta y masivo de todos los venezolanos. Lo que hoy SÍ requerimos es madurez, humildad, y mucho trabajo para lograr acuerdos y coincidencias, pero estoy convencida de que eso es posible.

Ahí están los votos. En las manos y mentes, en la esperanza y el deseo ferviente de cada venezolano que ya no resiste más la tragedia que vivimos. Ese venezolano va a votar. Es todo lo que deberíamos pedirle.

Después de derrotar al autócrata, nuestra historia cambiará para siempre. Pero debemos ya, lanzarnos de manera decidida y sincera a promover y entusiasmar a los venezolanos a votar. Es posible y sé que podemos hacerlo.