OPINIÓN

Simón

por Carlos Pérez-Ariza Carlos Pérez-Ariza

Se exhibe en España la película venezolana Simón. Es un canto a la libertad y la igualdad. También a la reconciliación. Un conjuro contra la rabia y el escarnio que han impuesto al pueblo venezolano la banda del difunto Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro. Son los bolivarianos, que han reinventado el marxismo cubano como el socialismo del siglo XXI. Con otras siglas, es el mismo horror de una ingeniería social, que el castrismo ha desarrollado con fina crueldad ahora en su sucursal llamada Cubazuela. Es una película de unos noventa minutos que todo español debería ver. Porque enseña cómo un país con 40 años de democracia bipartidista, dio paso a una cruel dictadura apropiándose de la vida de sus ciudadanos. La comparación con la actualidad política española –guardando sus matices europeístas– no es pura casualidad.

Simón cuenta, tras la mirada de unos universitarios, la lucha contra la opresión del régimen. Estudiantes que representan la vanguardia, la primera trinchera, aunque abandonados a su siniestra suerte por los grupos de la oposición. Una acción romántica, impulsada por la rabia, pero destinada al fracaso.

Es una lucha sostenida por el coraje que sólo demuestra la juventud. Enfrentados a la maquinaria represiva del régimen, poco pueden hacer contra balas de verdad y el aparato de torturas manejado por la inteligencia –G2– cubana. En una escena muy bien pensada, un coronel cubano, que dirige la represión, le ofrece la libertad a Simón si firma no seguir organizando manifestaciones. Es ese oficial quien le asegura que no lograrán nada intentado tumbar al ‘títere’ que gobierna, porque si acaso lo consiguieran pondrían a otro y, por tanto, que olvide su lucha inútil y se vaya a su casa. Es la confesión del coronel cubano sobre quién manda allí de verdad.

Ver cómo operan los torturadores imprime un brutal realismo a la película. Enseña las contradicciones de Simón ante el objetivo perdido. En España eso no va a pasar. Lo mismo decían los venezolanos cuando el terror llamó a sus puertas.

Artículo publicado en el diario La Razón de España