Diego Antonio Díez Madroñero nació en Talarrubias (Badajoz) el 26 de abril de 1714 e inicia carrera dentro de la Iglesia Católica en la diócesis de Badajoz, en la Universidad de Toledo obtiene el grado de «Bachiller en Derecho Canónico» y tiempo después se convierte en el vicario general de Madrid-Alcalá lo que después le vale para que el papa Benedicto XIV le nombre obispo de Caracas el 26 de mayo de 1756.
Su llegada a Caracas marcó el inicio de una ardua labor de recorrido e inspección por toda la provincia desde enero de 1761 hasta febrero de 1769 cuando muere en la Nueva Valencia del Rey mientras efectuaba la visita en aquella ciudad. Su gestión fue pionera dentro de la historia de la Iglesia Católica en nuestro país y creemos que su obra fue inspiración para su sucesor, el recordado obispo Mariano Martí, quien también realizó un magnífico trabajo para nuestra iglesia.
En sus recorridos revisó iglesias; altares, imágenes y reliquias; sacristías; archivos y libros (bautismos, entierros, asiento de clérigos; misas; excomulgados, legitimar estados, visitas de memorias y capellanías, matrículas; cuentas con intervención del Real patronato, cofradías, hospitales y ermitas, curas, tenientes curas, sacristanes, curas de indios, curas doctrineros, clérigos, vicarios, notarios, otros ministros, maestros de escuela, padres de familia y conventos.
Además de todo lo expuesto, en Caracas el obispo Díez Madroñero ordenó exponer las imágenes de la Virgen María en las vías públicas para su veneración por lo que fueron colocadas en todas las cuadras de la ciudad con su respectivo distintivo, donde aparecía el nombre de la imagen y no contento con ello publicó un bando donde exhortaba a los vecinos estantes a que cada uno escogiese un santo patrono para sus casas y el objetivo de ello era mantener viva la fe religiosa de los caraqueños, lo cual en palabras de Arístides Rojas convirtió a Caracas en un «Convento» y por si fuera poco, también decidió darle nombres cristianos a 30 calles de la ciudad mediante el siguiente escrito: «Asimismo quando vosotros estáis sentados al fuego con buestra familia, quando andáis por la casa, quando os lebantais por la mañana quando por la noche os vais a dormir, y finalmente siempre y en todo lugar tened en bustra imaginación estos recuerdos para la mejor observancia de los preceptos y con cuyos misterios se nombran y distinguen honoríficamente las treinta calles de que se componen la debota cuidad dibididas en dos ordenes qual aquí se sigue». Obispo Diego Antonio Díez Madroñero.
Nombres de las calles:
- La encarnación del hijo de Dios.
- Nacimiento del niño de Dios.
- Circuncisión y bautismo de Cristo.
- Dulce nombre de Jesús.
- Adoración de los Santos Reyes.
- Presentación de Jesús en el templo.
- Santísima Trinidad.
- Huida a Egipto.
- Niño perdido y hallado en el templo.
- Desierto y de la transfiguración del Señor.
- Triunfo de Jerusalén.
- Cenáculo.
- Santísimo Sacramento.
- Corazón de Jesús.
- La oración del huerto.
- Prendimiento de Cristo.
- La columna.
- Ecce Homo.
- Cristo Crucificado.
- cristo Crucificado.
- Sangre de Cristo.
- Agonía.
- Testamento.
- Muerte y Calvario.
- Descendimiento.
- Santo Sepulcro.
- Resurrección.
- La Ascensión.
- Juicio Universal.
Nota: En el documento aparece dos veces «Cristo Crucificado» uno con mayúscula y el otro la palabra «Cristo» con minúscula.
Sin duda alguna, la religiosidad del obispo Díez Madroñero fue algo realmente notorio y que sólo se puede comprender cuando uno entra en las profundidades del quehacer diario de la sociedad cuando en esos tiempos al parecer el libertinaje sobrepasaba la moral de acuerdo a los conceptos que se manejaban en aquel siglo.