Apóyanos

117,07
132,28
92,83
104,65

May 9, 2025


Siervos internetianos

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

«Alguien mide sollozando la extensión del alba» (ALEJANDRA PIZARNIK)

Algunos de nosotros extrañamos el comportamiento de la gente en la calle y en los lugares públicos. Cada vez más a menudo, cada vez más gente y cada vez gente más joven mantiene actitudes desconocidas para quienes fuimos educados en una sociedad sin internet. Se podrá apuntar que, obviamente, las cosas cambian, la sociedad avanza y tal y cual. Es verdad, sin embargo, que hay cambios que no significan ventajas absolutas. La disponibilidad de un individuo a una llamada, un whatsapp o un correo electrónico 24/7 -veinticuatro horas al día, siete días a la semana- ha transformado la vida moderna en un foro lineal de contactos y mensajes. Cuando uno está en medio de una conversación con un amigo y suena un pitido peculiar que sale del bolsillo del pantalón o el abrigo del otro, ya sabe que le toca esperar para comprobar si nuestro amigo antepone la novedad del aviso a nuestra charla o si, por el contrario, es educado y deja en segundo plano la feria de alarmas y tonos del teléfono para seguir con nosotros. Hoy resulta difícil, muy difícil, lograr la atención de otro ser humano durante un tiempo razonable. Esto no es ninguna tontería. 

A consecuencia del nuevo estilo de vida ha ido surgiendo una actitud negativa por parte de cualquier usuario de teléfono inteligente consistente en ‘ignorar’ de alguna manera a la gente. Esta falta de buenos modales se conoce con el nombre de ‘phubbing’, palabra inventada compuesta por los términos ingleses ‘phone’ + ‘snubbing’ (teléfono + ignorar, y que en español traducimos como ‘ningufoneo’. Para entendernos, este comportamiento se revela en momentos en los que alguien en el mundo real intenta hablar contigo para decirte hola, contarte algo y tú estás totalmente absorbido por la luz de una pantalla electrónica que, la mayoría de las veces suele ser un celular, pero que también puede ser una tableta o un portátil. El resultado inmediato es la sensación de estar viviendo entre extraños en un mundo deshumanizado. Parece paradójico también, el hecho de que quienes están ocupados contemplando su smartphone -siervos internetianos- comunican muchísimo con los conocidos a través de mensajes, notificaciones y vídeos graciosos, memes, GIF y emojis utilizados a granel por todos. Lo curioso del caso es que podrían hacer eso sin necesidad de aparato, sin necesidad de internet y mirándote a la cara. 

La Era de Internet ha traído cosas buenas. Hay que admitirlo. Internet nos ofrece información, datos, documentos, vídeos, fotografías, visitas virtuales a museos y otros lugares del mundo, una biblioteca universal, un correo electrónico maravilloso, interactuar con gente -inalcanzable de otro modo-, entretenimiento, la facilidad para reservar mesa en un restaurante, comprar un libro, saber qué ocurre al otro lado del Atlántico, etcétera. Entre las cosas malas de esta nueva era yo señalaría esa falsa idea de que todo es posible en esta vida, la ansiedad del usuario que demanda tener todo al alcance de sus dedos, la prisa urgente por hacer todo, el afán de creer que la vida es una película, la apabullante renuncia a la lectura de libros de papel, la falta de calma y lentitud en las cosas importantes, la sumisión a Internet y el desprecio a la Enciclopedia y al esfuerzo, la mentira y la difusión viral de la mentira, la pérdida de intimidad por culpa de que todo el mundo puede grabar vídeos de todos (incluso de gente que pasaba por allí), la falta de respiro en el día a día, etcétera, etcétera. 

Me preocupa que la gente empiece a admitir como algo normal ver a una adolescente en el tranvía secuestrada por el becerrito de oro, mientras le piden su billete y ella lo muestra indolente sin levantar la vista de la pantalla ignorando al ser humano que le mira y le habla desde el otro lado de la frontera

Noticias Relacionadas

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional