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Si pestañeas te lo pierdes

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“Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia”. (El paroxista indiferente. Jean Baudrillard).

Esta aseveración que Jean Baudrillard, filósofo y sociólogo francés enunciada en su obra El paroxista indiferente allá por los setenta del pasado siglo, es hoy más cierta que nunca. Y eso que, por aquel entonces, no contábamos con la inmediatez que proporciona Internet, fuente inagotable de información y de desinformación.

No sé si se han dado cuenta, supongo que sí, a no ser que sean millennials, pero estas tres últimas semanas la información va a tal velocidad que abres el periódico y te despeina el viento que levantan las noticias al pasar. En apenas veinte días hemos tenido más primeras planas y últimas horas que en meses, qué digo meses, en años enteros. La sucesión de acontecimientos, al menos en España, es tan veloz que no te da tiempo de asimilar una noticia cuando ya tienes otra encima. Para alguien como yo, que dedico bastante tiempo a informarme, para poder opinar, que es lo mío, estas últimas semanas están siendo agotadoras.

Por eso me pasan cosas como la de esta mañana, que estando en la cocina con mis galletas de avena y mi café, ante la imposibilidad de oír las noticias por el ruido de la olla express, he subido demasiado el volumen y me ha caído una bronca de mi mujer por el volumen a esas horas. Y es que me levanto con el corazón en un puño, pensando cuántas novedades se habrán producido durante la noche y yo ahí, durmiendo, perdiendo el hilo de la actualidad.

Lo de las galletas de avena es nuevo. He empezado hoy, porque resulta que me he hecho un análisis de sangre y tengo el colesterol alto. Con lo feliz que era por las mañanas con mis tostadas de pan frito de ayer, único placer que aún conservo de mi niñez. ¿Quién me manda a mí a hacerme un análisis? Así que el médico me ha dicho que deje los fritos, las grasas, el queso, las bebidas espirituosas y que por las noches me dé latigazos con una fusta. Bueno, esto último es mentira, pero es que la penitencia antes consistía en rezar y ahora en dejar el queso. Hay que ver.

Yo, que no creo mucho en estas cosas, le pregunté al médico que si de esta manera iba a vivir más años, a lo que me contestó: “No, va a vivir los mismos años, pero se le van a hacer mucho más largos». Decía Pabellón Psiquiátrico que “en el cielo no hay alcohol». Yo lo que espero es que no haya acelgas. Si llego al cielo y hay acelgas para comer, pido el traslado, que en el infierno la barbacoa está asegurada.

Pero volviendo al tema de la información. Resulta que el 13 de febrero de este año, o sea, hace quince días, lo que nos tenía en vilo era quién ganaría las alecciones en Castilla y León. Es verdad que este tipo de noticias es puntual, perdiendo el interés inmediatamente después de producirse, así que el 14 lo que pasó a interesarnos era si Mañueco pactaría con Vox, o intentaría otras alternativas que siguiesen la doctrina de Casado.

En ello estábamos, haciendo cuentas y cuentas sobre el encaje de bolillos que el PP tendría que hacer para gobernar, cuando de repente, de la forma más inesperada, el 16 de febrero nos enteramos del supuesto, y parece ser que ya demostrado, espionaje a Isabel Díaz Ayuso. Sin duda, una bomba informativa que nos dejó pegados al televisor, como una telenovela venezolana, boquiabiertos y exhaustos, comprobando como la realidad, muchas veces, supera a la ficción. Los siguientes capítulos, día 17, rueda de prensa de Almeida, por la mañana. Por la tarde, respuesta de Díaz Ayuso, sin preguntas. El 18, primera declaración pública de Casado en la Cope y respuesta de Isabel. Amenaza de expediente para esta última.

El 19, sábado, carpetazo al expediente. Donde dije digo, digo Diego y el 20 concentración a las puertas de Génova, que pilla muy bien para tomar luego el aperitivo. Los barones empiezan a afilar sus dagas y apuñalan a Pablo Casado, en el nombre del partido, como la guardia de la noche apuñaló a John Snow, con la diferencia de que John resucitó, y a Pablo no lo resucita ni cristo.

El lunes, pausa de hidratación, como en el fútbol y para intentar hacer balance del huracán. Lo de Castilla León, olvidado, “gone with the wind”. Pero el martes, 22 de febrero, reunión de los presidentes regionales que le dicen a Pablo que se acabó lo que se daba o, como dice Stephen King en Montado en la bala, muy adecuado por cierto, “se acabó cuando empezaba». El 23, en la sesión de control al gobierno, Pablo se hace el harakiri ante el aplauso de los que le han empujado al abismo, como el flautista a las ratas.

Pues así, con la lágrima del último capítulo aún en la mejilla, nos fuimos a dormir. Pero como ya he dicho, si pestañeas te lo pierdes y el 24, con nocturnidad y alevosía, Putin comenzó la ofensiva en Ucrania. Madre mía, estaba yo tan feliz, cuando aún desayunaba pan frito, con mis tostadas y mi café, pensando en cómo habría pasado la noche Pablo Casado, cuando pongo la tele y me encuentro con el enemigo a las puertas. Lógicamente, el culebrón Casado pasó, en ese mismo momento, a mejor vida.

Así que en esas estamos, siguiendo esta nueva saga que no querríamos haber tenido que ver, pero que, sin duda alguna, va a mantenernos otra vez absortos ante los telediarios, Dios quiera que por poco tiempo.

¿Se acuerdan ustedes de que hubo un volcán en erupción en la isla de la Palma? Pues sí, lo hubo, está en las hemerotecas.

Precaución, en todo caso. Nunca tan cierta la frase de Julio César: “Al pueblo, pan y circo”. Aunque por desgracia, si seguimos así, pronto nos faltará el pan.

Yo, por el momento, voy a comprar palomitas.

Les recomiendo que hagan lo mismo.

@julioml1970

 

 

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