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Si China agrediera Taiwán

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Ni el gobierno de Taiwán ni su ciudadanía piensan que China tiene derecho a hablar en nombre de su país. En Pekín piensan de manera diferente. Las tensiones entre los dos países no cesan mientras Estados Unidos aporta elementos para mantener viva la diatriba. Es cierto que los americanos tienen sobradas razones para sentirse amenazados por ella, pero ¿podemos realmente ser ajenos en el resto del mundo a este desencuentro tripartito?

El primer asunto a resaltar es que la zona indo pacífica se ha convertido en el centro de gravedad de la economía mundial y Taiwán es, dentro de ella, una pieza fundamental. Cualquier evento que irrumpa y trastoque las variables económicas de la zona pone en jaque el planeta entero. Un pase a la ofensiva de parte de China en torno a Taiwán complicaría los intercambios planetarios hasta el punto de generar un caos de proporciones impredecibles y, en lo militar, trastocarían el precario equilibrio que existe en la hora actual.

Es que dentro de este contexto, el poderío de esta isla de apenas 24 millones de habitantes en el terreno tecnológico es gigantesco y determinante para el planeta. Taiwán se ha convertido en el cuasi monopólico proveedor del sistema nervioso de innumerables equipos como teléfonos inteligentes, computadoras, carros, microondas y neveras hasta las cafeteras electrónicas, sin hablar de drones, armas de alta gama, aviones y cohetes.

87% del mercado mundial proviene de sus plantas. No puede soslayarse el hecho de que el desarrollo tecnológico de cualquier país está condicionado actualmente por su propia capacidad de o bien fabricar o bien de adquirir chips de vanguardia.

En materia de seguridad militar el tema es igualmente delicado. Hoy por hoy en la isla impera una democracia liberal poco conveniente a los intereses autocráticos de Pekín.

La impaciencia de Xi Jinping lo ha llevado a ordenar un fortalecimiento militar descomunal y ha encargado a las fuerzas chinas de proveerle antes de 2027 un inventario completo de acciones encaminadas a unificar Taiwán.

Si China terminara siendo exitosa en sujetar a Taiwán a su totalitarismo, no solo las democracias de la región se verían afectadas. Lo propio es pensar que podría provocarse una carrera hacia lo nuclear de parte de los los países que configuran las alianzas de Estados Unidos en la región y de cuyo poderío militar estos dependen. Hablamos de Japón, Australia y la India. Si este eje geopolítico no quisiera ir tan lejos como implicarse nuclearmente, lo que sí se profundizaría es una muy cuidada estrategia militar en el seno del Quad (Diálogo Cuadrilateral de Seguridad) compuesto por los 4 países citados.

La conclusión es que la suerte de Taiwán es en extremo importante, tanto que conviene a todos los actores mantener el statu quo de lo actual. Lo anterior lleva a afirmar que un cambio en la condición política de Taiwán transformaría el equilibrio entre potencias.

Lo advirtió el general Douglas McArthur hace tres cuartos de siglo, cuando dijo que “en manos comunistas Formosa es capaz de desarrollar una estrategia contraofensiva de las fuerzas americanas basadas en la zona de Okinawa y Filipinas”. Palabras lapidarias con mayor vigencia a esta hora.

El pasado fin de semana Taiwán detectó 21 aviones cazas y 6 buques chinos en sus inmediaciones. ¿Cuán indiferentes podemos ser en el mundo entero de cara a este hecho o debemos empezar a ser conscientes de las consecuencias que eventualmente tendrá?

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