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¿Será suficiente con pedir perdón?

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El perdón es un acto voluntario, que para que se materialice requiere la participación de dos o más personas, la que ha cometido una falta, un delito o tiene una deuda, y quien ha sido ofendido, lastimado o es acreedor, de quien pide perdón como consecuencia de la acción que realizó y que el destinatario acepte la petición y por lo tanto admita que perdonar la ofensa, la agresión o la deuda, le traerá tranquilidad y equilibrio emocional, pero, además conlleva la promesa de no volver a incurrir en el mismo error.

Pedir perdón puede tener diversas acepciones, según el cristal con que se mire, desde un acto de humildad, de grandeza, de gran valor, de heroísmo y hasta de temor, pero, igualmente conceder el perdón también puede interpretarse de varias maneras, humillación, sencillez, bondad, astucia, benevolencia e incluso venganza. De tal forma, que cada quien sabrá en su fuero interno por qué pidió perdón y quien lo concede igualmente.

Este tema lo abordo porque hace unos días, en el programa Kicosis que conduce el periodista Kico Bautista en el canal Globovisión, su invitada, la periodista y destacada dirigente del chavismo Mary Pili Hernández, quien ocupara el cargo de ministra de la Juventud, expresó que se sentía avergonzada y que su generación tiene la obligación de pedir perdón casi de rodillas a los jóvenes: «Les estamos dejando un país peor desde el punto de vista económico, peor desde el punto de vista institucional, peor desde el punto de vista legal, se viola la Constitución todos los días como si eso fuera algo normal, se le violan los derechos a los jóvenes y ahora incluso hasta a los menores de edad, les estamos dando un pésimo ejemplo. Da vergüenza, la política debería ser la búsqueda del bien común, y este gobierno lo que busca es quien roba más del erario público. Me da pena con la juventud venezolana y el pésimo ejemplo que les estamos dando. Por eso les pido perdón¨.

Independientemente de las razones que hayan motivado a la exministra de Hugo Chávez no solo a expresar algunas verdades de lo que hoy les ocurre a nuestros jóvenes, que en masa están abandonando nuestro país, desnudar la inmundicia del régimen que nos legó Hugo Chávez, tengo que hacerle algunos reparos a su pedido de perdón. En primer lugar, todos los de su generación no participaron de la gran estafa política protagonizada por Hugo Chávez y Nicolás Maduro; en segundo lugar, usted debe hacerle llegar su rogatoria a todos los que han sido protagonistas en estos 25 años, porque da la impresión de que usted echándose las culpas quiere eximir a miles de responsables; en tercer lugar, no censura todo el proceso en que también tuvo sus responsabilidades, es suficiente con escuchar de nuevo las defensas que hacía del gobierno del extinto y del actual; en cuarto lugar, no hace mención a la flagrante y sistemática violación de los derechos humanos y la exacerbada corrupción, ni tampoco hace referencia al descarado robo de las elecciones. A pesar de todo, debo reconocer el coraje que ha tenido para pedir perdón a los jóvenes y a los niños, aunque debería ser a todos los venezolanos, especialmente a las madres y a aquellos que han tenido que abandonar su tierra.

La posición asumida por Mary Pili Hernández la reflejó 70% de los electores el 28 de julio, y ha debido ser la que correspondía tomar a los titulares de los poderes públicos, comenzando por el poder electoral, el candidato ampliamente derrotado y las vergonzantes fuerzas armadas, Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia y el poder moral. Tiene razón la destacada periodista al denunciar la violación diaria del texto constitucional, a tal punto de que ha quedado de facto derogado el artículo 5 y la soberanía ya no reside en el pueblo sino en los fusiles de lo que llaman unión cívico-militar que también está al margen de la Constitución, que no me atrevo a decir vigente.

Hay hechos y circunstancias que no ameritan pedir perdón, y que el afectado lo concede sin expresarlo. Pero, hay otros que, aunque el perdón se pida de rodillas, es casi imposible concederlo, por la gravedad del daño que se ha causado. Es el caso de lo que comenzó hace 25 años, cuando una parte importante de los venezolanos confiaron en que se produciría un cambio en el país, y comenzaría una etapa de progreso, desarrollo y bienestar; por lo que dice Mary Pili, seguro estoy de que por lo menos 60% de los que votaron por Hugo Chávez en 1998, el 28 de julio votaron por la salida de Nicolás Maduro, porque al igual que ella, sienten pena, vergüenza y dolor de que su familia se haya resquebrajado por que muchos de sus miembros se fueron de Venezuela. Pero, aún peor, están indignados y avergonzados de ver como en un cuarto de siglo se ocuparon de sembrar odio, dividir a los venezolanos, acabaron con un país que transitaba con muchos errores, defectos y dificultades por una senda de progreso, que acabaron con la educación, la salud, la vialidad, los servicios de agua, de electricidad, la pobreza se transformó en miseria, la corrupción se convirtió en una política de Estado. Lo peor de todo, destruyeron nuestra industria petrolera que era nuestro maná que producía en los últimos años de la democracia más de 3 millones de barriles diarios, y llegamos al colmo de que, la vicepresidenta haya tenido que ir a España de manera subrepticia a negociar en las sombras 104 lingotes de oro, al parecer para tener recursos con qué asumir obligaciones fiscales. 

Para no cargarle todo el peso al régimen, concluyamos que, en la acera de enfrente, también hay muchos que deben pedir perdón, incluidos los que antes aparentaron ser demócratas y hoy son las celestinas destacadas del madurismo. Pero sobre todo los generales, que una vez derrocado y rendido Hugo Chávez, se opusieron a que el chamo de Sabaneta se fuera a La Habana. Al final, puede darse lo que ocurre en las parejas cuando descubren una infidelidad, que perdonan pero nunca olvidan y cada vez que se presenta la ocasión restriegan la afrenta. ¿Usted está dispuesto a perdonar, pero no a olvidar? O ¿a nunca perdonar?

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