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¿Será la ira de Dios?

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Queman la biblioteca de mi querida universidad de Oriente, un techo en la UCV se desploma abandonado, le intentan robar el nombre a AD con casi ochenta años de fundado y al más joven, Primero Justicia, quieren borrarlo del escenario político. Creen que Juan Requesens no existe o la memoria de Fernando Albán se ha borrado de nuestras mentes. Trato de descansar ante esta arremetida y vuelven los Heraldos Negros:

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé.

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma… Yo no sé”.

Parecen realmente azotes, golpes de la ira de Dios o quizás un sacudimiento para tomar conciencia de que hay muchas cosas por las cuales luchar. Veo el tuit de un querido amigo que representa la caída del techo en la UCV como la imagen de una universidad destruida. ¿Será esto verdad o es una provocación? Los ucevistas somos una de las comunidades más grandes de Venezuela, médicos, ingenieros, educadores, sociólogos, economistas, trabajadores sociales, historiadores, abogados, psicólogos, contadores, administradores, politólogos, químicos, físicos, biólogos, agrónomos, farmacéuticos, odontólogos, veterinarios, informáticos, geógrafos, filósofos, psicólogos, internacionalistas, literatos, artistas, deportistas. Somos más grande que los colectivos que quieren atropellarnos, que los socialistas que quieren cubanizarnos, que el régimen que quiere borrar la UCV de la historia de Venezuela y sustituirla por nada o por el esclavismo, la pobreza y la sumisión.

Empecemos por aceptar que han sido muy eficientes destruyendo la mayoría de las empresas, los medios de comunicación, las instituciones culturales, las instalaciones sanitarias, y todo lo que han puesto en su lista, hasta nuestras vidas.

Si la intención de destruir es cierta, hay muchos motivos para estar de pie o para empinarnos, como pedía el honorable maestro Luis Beltrán Prieto. Empezar por reconocer la autoría de todas las fechorías, ¿quiénes son?, ¿qué representan?, ¿son muchos o pocos?, ¿qué quieren poner en lugar de lo que destruyen? Las respuestas son obvias, no son muchos, es aquella verdad de nuestro querido padre Moreno, basta que existan en una comunidad diez malandros activos para que se califique a todos los vecinos como comunidad malandra. No son muchos, máximo 20% según los estadígrafos. ¿Qué quieren poner en lugar de la UCV, UDO, UCAB, LUZ, UC, Unimet, Unellez, UVM, UCLA, y todas las universidades e instituciones que existen en este país? La respuesta es cruel, pareciera que nada, ante cualquier evento de salud, importan carretas de médicos cubanos, rechazados en el mundo entero, o administradores de empresas que no saben manejar Internet, agrónomos pasmados ante la tecnología de nuestros hoy casi destruidos centrales azucareros y etc. En lugar de nuestras alma mater, engendran escuelas de tercera categoría que produzcan médicos que no saben inyectar. ¿Recuerda alguna propuesta de Cabello en Con el mazo dando para reconstruir el país?

Así las cosas, tenemos dos caminos, entregarnos y volvernos un rincón peor que Haití, caer en la autoflagelación y autoagresión. Vale luchar porque somos la mayoría, tenemos razón y poder moral. Nuestras instituciones son valiosas y pueden ser mejores. El TSJ actual es el peor tribunal de la historia jurídica de Venezuela, jueces borregos, mentirosos, de espaldas a lo que aspira el país, traidores a la democracia y a la verdad, enemigos del Estado de Derecho, como la nombrada presidenta del CNE, quien acusó a la Asamblea Nacional de algo que nunca probó, o su insólito presidente, con un expediente penal a cuestas.

Dejemos las fanfarronadas y construyamos una poderosa unidad, no hay nada más poderoso. Los adecos en una oportunidad ganaron elecciones con una tarjeta negra porque les negaron la blanca. Nadie vendrá en ayuda de facciones de la oposición democrática, si alguien pudiera venir es porque Venezuela ha rugido con una sola voz. Esta es la encrucijada. Veo a una gobernadora del Táchira valiente con su pueblo y a otros que la descalifican porque decidió tragarse la humillación de ir ante la seudoasamblea constituyente y no dejar solo a su pueblo.

Estamos frente un reto y una oportunidad, no es la ira de Dios, hay que comunicarse con el país, sembrar ánimos, no hundirse en la pesadilla de sentirse el país más pobre del mundo. El enemigo es desfachatado, capaz de defender al corrupto Alex Saab, nombrarlo diplomático y ciudadano venezolano sin rubor o tirar a un opositor por una ventana y declarar que fue suicidio. Por Juan Requesens, por las 35 mujeres encarceladas por resistir, por Fernando Albán, Rafael Acosta Arévalo, los jóvenes militares que se han opuesto a la degradación de la FANB. Existe una obligación moral y ciudadana que supera nuestros egos. Busquemos la posibilidad de construir una unión, apoyemos al valiente Juan Guaidó, a Delsa Solórzano, que vale más que todas las que disfrazadas de jueces deciden las vidas de los demás. Hay que valorar que nos hemos enfrentado a un enemigo muy poderoso, con la única tecnología eficiente de los cubanos: furtivamente sembrar ideas destructivas en las personas y empujar cataclismos internos, tal como en Chile y donde se descuiden. Auténticos autores del “odio de clases”. Contra esa furia no teníamos instructivos. Cero depresión y a empinarnos.

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