No hay nada extraño en que Nicolás Maduro Moros aspire a la reelección presidencial. Él y su predecesor (el difunto Hugo Chávez Frías), se caracterizan por el amor enfermizo al poder. Eso explica la obvia intención que tiene de dirigir los destinos de nuestra nación per saécula saeculórum. Nadie puede dudar que Maduro se sentiría colmado de felicidad si su hijo Nicolasito lo sustituyese en su rol de gran patriarca cuando él cumpla 100 años de edad. Pero Nicolás Maduro padre debe bajarse de esa nube y limitarse a disfrutar del poco tiempo que le queda en el cargo actual, conformándose entonces con que, junto con su grupo, será tratado con absoluta ecuanimidad por el nuevo régimen democrático.
Lo que en Venezuela estamos viviendo hoy día es extraordinario. El avasallador sector opositor -encabezado por Edmundo González y María Corina Machado- tiene al toro agarrado por los cachos, razón por la cual la pretensión que tiene Nicolás de gobernar por años y años no pasa de ser simple quimera. Todos sabemos y entendemos lo divino y sabroso que es detentar el más alto cargo del poder nacional. Mas lo razonable es que ello sea por un número moderado de años y no ad eternum, por siempre, puesto que eso conduce a que el que manda se acostumbre sólo al oficio de gobernar y el que no gobierna se conforme y limite a obedecer. Bien lo decía un amigo portugués: “Nem tao careca nem com duas perucas” (“Ni tan calvo, ni con dos pelucas”).
Es el avasallador apoyo popular que han logrado los dos líderes opositores (María Corina y Edmundo) lo que tiene temblando al actual gobierno. Ellos todavía no se explican cómo y por qué eso ha podido ocurrir. Es obvio que ellos olvidan que lo suyo ha sido la tiranía pura y dura, o sea, un tipo de gobierno que se apalanca en la arbitrariedad permanente y el férreo control de un específico sector de las Fuerzas Armadas. Para desgracia de ellos, la mayoría de los venezolanos han aprendido a diferenciar los buenos gobiernos de los malos. El nivel actual de destrucción y pobreza en nuestro país es el más desastroso que han tenido los venezolanos en muchos años. Una prueba de lo anterior es el alto número de compatriotas, con alta formación académica, que hoy día perciben ingresos mensuales por debajo de los 30 dólares. Eso ya es mucho decir. La sola mención del descalabro que en estos momentos experimenta nuestra industria petrolera es suficiente para entender la fragilidad y mal desempeño de la dupla Chávez-Maduro.
Ojalá que los venezolanos aprendamos de una vez por todas la lección y no se vuelva a cometer el error de entregarse en los brazos de dictadores y golpistas que no tienen ni sienten respeto alguno por la alternabilidad democrática. La patria de Simón Bolívar no se merece las desgracias que hoy padecemos en esta Tierra de Gracia. Los venezolanos de bien nunca aceptaremos ser tratados a la machimberra (En contra de la voluntad, por la fuerza. Con chapucería) esa conducta propia de malandros y de quienes experimentan terribles complejos. Acá les dejo eso.
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