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Ser mejor, cada uno

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Decir que el país será mejor si cada uno de nosotros lo es suena a frase hecha, a esas que uno escucha esperando oír algo que uno puede creer más práctico o eficaz. Tratar de tomarse esto en serio, siendo primero luz en nuestra casa es, sin embargo, lo mejor que podemos hacer, pues si no damos lo mejor de nosotros a quienes más queremos y dependen de nosotros, ¿cómo podremos irradiar algo bueno alrededor?

Sé que los problemas son muchos y unos tenemos unos y otros, otros. Pero tratar de sembrar lo mejor de nosotros entre esos que están cerca será el camino que abrirá a cosas más grandes a la larga. A veces podrá parecer muy poco; a veces puede no verse nada; pero esa es la vía para dar lo bueno que podemos al país.

Digo, además, cada uno, porque cada uno es como es; cada uno tiene sus defectos y virtudes; cada uno tiene sus circunstancias, su vocación, sus fortalezas, sus habilidades, sus pecados. Cada uno es distinto y es como es. Por eso cada uno, si interiorizamos, puede empezar a contrastarse con un ideal, con un modelo, con su conciencia. Escucharla, seguirla, enderezarse, es la vía para lograr tener una mejor familia, mejores relaciones, un mejor país. Los hombres nos ayudamos unos a otros, pero cada uno es cada uno, y en la soledad es cuando nos sinceramos, donde captamos mucho de nosotros y nos decidimos a cambiar.

En un artículo anterior, Idea y humildad, comenté las palabras de Karol Wojtyla sobre la importancia de tener un ideal que estuviese por encima de nosotros, pues de no tenerlo bajamos el nivel y se nos dificulta hacernos mejores. Wojtyla hablaba de las ideas, de los modelos, un poco tal vez para llegar a todos los hombres. En ese ensayo habla también del Evangelio y aunque no dice expresamente que Jesucristo es el modelo para los creyentes, uno podría decir que está implícito, pues esa es la persona (no una idea) con quien los que creen procuran contrastarse. Si lo quitamos del medio nos quedamos comparándonos entre nosotros y por ese camino no nos ayudamos a ser mejores. Rebajar la idea o quitar a Dios y a la conciencia del medio es siempre muy malo, pues no solo nos quedamos sin la intimidad de las personas, sino que nos envilecemos al no vernos pequeños frente a lo que nos supera y es mejor que nosotros.

La conciencia, lo que está en nuestra intimidad y los demás desconocen; un ideal; Dios, la persona de Jesucristo para los creyentes, es siempre la guía que ilumina y con la que debemos contrastarnos. Interiorizar, ver hacia dentro, conocernos mejor a la luz de Dios, de la conciencia que habla, es la vía para ser mejores y lograr tener un mejor país. Cada uno puede hacer la diferencia donde está.

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