OPINIÓN

Ser ciudadano

por Lidis Méndez Lidis Méndez

Considerarse ciudadano en Venezuela implica cultivar un carácter reflexivo sobre el entorno conflictivo, incierto y desafiante que predomina en lo político, económico y social.

Ser ciudadano significa mucho más que poseer una nacionalidad o pertenecer a un Estado; es tener una responsabilidad activa y consciente hacia la sociedad en la que se vive. La ciudadanía es un compromiso ético y moral que se traduce básicamente en el respeto por los derechos humanos, la tolerancia hacia el pluralismo y la participación activa en la construcción de una comunidad justa.

Actualmente, ser ciudadano en Venezuela implica comprender, por ejemplo, la migración, el cambio de la identidad cultural que esto significa y adquirir nuevas habilidades psicosociales para sobrevivir de forma pacífica (pero no indefensa) en diferentes circunstancias.  La ciudadanía carece de fronteras o barreras culturales; es un concepto universal que trasciende las diferencias étnicas, religiosas o políticas. Es la capacidad de reconocer al otro como un igual, independientemente de sus diferencias, y trabajar juntos para construir un mundo mejor para todos.

La ciudadanía es ante todo un acto de solidaridad y empatía hacia aquellos que sufren injusticias y discriminación. En los escenarios actuales de persecución política es necesario levantar la voz contra la opresión y la violencia. Un ciudadano comprometido no debe callar, bajar su voz o desentenderse de las injusticias que persisten en su entorno. Un ciudadano activo y comprometido, defiende los valores de la democracia y los derechos humanos en todo momento y lugar.

Venezuela transita hacia un periodo electoral donde persiste la polarización política, la desigualdad social y la crítica internacional. Nuestras circunstancias deben recordarnos que ser ciudadanos implica pasar de meros espectadores a actores comprometidos con la reconstrucción de un país más justo y humano para ésta generación y las que están por venir.

Ser ciudadano implica un compromiso ético y moral hacia la sociedad, basado en el respeto, la tolerancia y la solidaridad. Debemos reflexionar sobre nuestra responsabilidad como individuos en la construcción de un país mejor, actuar con valentía y determinación en la defensa de los valores democráticos y los derechos humanos. En tiempos de incertidumbre y división, el ejercicio de la ciudadanía nos ofrece un rayo de esperanza y nos recuerda que, juntos, podemos transformar nuestro país.

¿Cómo podemos construir una mejor ciudadanía? Cultivar la conciencia crítica es, sin lugar a dudas, el punto de partida para la transformación social. Como ciudadanos debemos cuestionar activamente las estructuras de poder y las normas establecidas que perpetúan la injusticia y la desigualdad. Esto implica un compromiso con la reflexión constante sobre la realidad que nos rodea y la voluntad de cuestionar las narrativas dominantes, a pesar del amedrentamiento.

Es fundamental entender que la transformación social no es un proceso individual, sino un esfuerzo conjunto en el que los ciudadanos nos unimos para abogar por nuestros derechos y promover el bienestar común; también implica saber abordar problemas específicos, generar conciencia sobre ellos y demandar soluciones. Por ejemplo, el pésimo estado de los servicios públicos a lo ancho y largo del país es una circunstancia que trastoca el bienestar y desarrollo de la nación. Esta situación se ha prolongado en el tiempo, no mejora, y además no se plantea con la debida seriedad en el debate público pre electoral.

Educar a ciudadanos y empoderarlos para ampliar sus horizontes más allá de las visiones políticas dominantes, es quizás el mayor reto de la generación actual. La educación no se limita al ámbito académico, es un proceso continuo de experiencias, aprendizajes y desarrollo personal que debe capacitar a los individuos para comprender el mundo en el que viven y actuar en consecuencia. Desde esta perspectiva, ser ciudadano implica transformar nuestra realidad al adquirir conocimientos, habilidades y valores que nos permitan contribuir de manera significativa a nuestro crecimiento individual y al desarrollo de nuestra sociedad.

La participación activa y sostenida en la esfera pública es un medio que nos permite influir en las decisiones que afectan nuestras vidas, también contribuye a mantener a raya el personalismo excesivo de quienes detentan el poder. Ser ciudadano es más que ejercer el derecho al voto, es también elegir por quien se desea votar; participar en debates políticos, expresar opiniones y demandar rendición de cuentas a las autoridades, es ser un ciudadano con el poder de influir en las políticas y prácticas gubernamentales porque nos permite de manera activa defender nuestros intereses como individuales y sociales.

Este artículo intenta recordar que en tiempos de incertidumbre se pone a prueba nuestra ciudadanía; por lo tanto, debemos reafirmar nuestra confianza en el poder que tenemos para transformar la realidad en la que vivimos. Cultivar una conciencia crítica, trabajar en solidaridad con otros, educarnos de manera continua y participar activamente en la esfera pública sin ser menospreciados, amenazados, perseguidos o encarcelados, es un derecho de carácter universal y una razón fundamental para la existencia de la humanidad.

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