Hace unos días el Tribunal Supremo de Justicia emitió una sentencia en la que se “deja sin efecto” las primarias de la oposición. En principio el anuncio movilizó el inagotable reservorio de humor del pueblo venezolano, dispuesto a señalar lo absurdo que resulta tratar de “sentenciar al olvido” una fecha, el 22 de octubre, que marcó todo un hito en la historia de la resistencia pacífica de una sociedad, frente a la vocación totalitaria de quienes nos gobiernan.
Aunque la medida judicial podría pasar al olvido como un intento absurdo de tratar de ocultar lo que ocurre en el país, la sentencia se emite el mismo día en que acudieron al Ministerio Público los organizadores de las primarias y vino acompañada de la orden de entregar el material electoral utilizado durante todo el proceso, una medida que nos recuerda que el sistema judicial aspira a castigar a los responsables de la jornada y atemorizar a los ciudadanos que nos movilizamos aquel domingo.
Nuevamente el Poder Judicial venezolano nos muestra que está al servicio de un grupo que aspira a seguir gobernando Venezuela a espaldas de la voluntad popular y a golpes de inhabilitaciones y sentencias judiciales respaldadas por la fuerza bruta. Para ellos, los poderosos que gobiernan, acudir a las próximas elecciones presidenciales son un escenario de alto riesgo al que le tienen miedo.
Quienes creemos y militamos en la necesidad de un cambio pacífico que nos permita el retorno de la democracia, estamos conscientes de la complejidad de los retos que tenemos por delante en los próximos meses. Apuntalar los mecanismos de consenso y gobernanza dentro de la oposición, perseverar en la unidad de los demócratas alrededor de promover la participación como la herramienta más poderosa para el cambio, luchar por la habilitación política de la candidata unitaria María Corina Machado y de todos los dirigentes inhabilitados, mantener el interés en Venezuela por parte de los gobiernos democráticos, para que presionen por elecciones democráticas el próximo año y articular la lucha política de un liderazgo renovado con la vocación de cambio de las grandes mayorías venezolanas que se movilizaron el 22 de octubre, es una hoja de ruta compleja pero imprescindible, que debemos transitar juntos hasta llegar a las elecciones del 2024.
No somos ingenuos, estamos muy conscientes de que el acudiremos a unas elecciones en condiciones adversas frente a un rival que se siente amenazado por las ganas de cambio que hay en el país. Sin embargo, lo ocurrido durante las primarias, aquel 22 de octubre que divide nuestra historia reciente, nos confirma que la gente está dispuesta a participar pacíficamente en cualquier espacio político que le permita influir en su futuro. Aquel domingo se desmontó el mito de desesperanza de un pueblo: hay ganas de votar en la gente y existe el compromiso de trabajar juntos por el cambio que queremos. Ahora nos toca ayudar a canalizar este movimiento social que ha nacido con la gente en una agenda política concreta, en varios frentes, que nos permita llegar a las elecciones presidenciales en las mejores condiciones posibles. Nicolás Maduro puede ser derrotado con votos, si seguimos trabajando juntos, todos los que creemos en el cambio.
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