Lo que ha estado ocurriendo en Venezuela estos últimos días no puede ni debe ser motivo de sorpresa. Cae de anteojito que el gobierno y sus instituciones cautivas no van a hacer nada que comprometa el triunfo de Maduro, “por las buenas o por las malas”. Lo que sí hay es motivo para la indignación y para tratar de encontrarle la vuelta a un entuerto que a todas luces se presenta desfavorable -hasta ahora- para la oposición.
Mucho se ha hablado y escrito sobre los últimos acontecimientos. Nunca jamás en la vida alguien pudo avizorar una situación en la que la candidata que arropa 85% de la preferencia no iba a poderse inscribir y menos aún que su representante designada, la doctora Yoris, tampoco pudiera anotarse mientras que en los últimos cinco minutos del plazo sí lo pudo hacer el gobernador Rosales.
En nuestra opinión la jugada venía negociada de antemano siendo el objeto de la misma producir una ruptura en la Plataforma Unitaria, lo cual, hasta el momento, parece estarse logrando.
Recordemos que Rosales obtuvo la candidatura presidencial en el año 2006. En esa campaña este columnista colaboró intensamente desde el ámbito internacional. No es que estábamos muy convencidos, pero la alternativa era Chávez, quien al final se impuso presumiblemente sin recurrir a trampas. De allí en adelante el candidato vencido afrontó episodios relevantes para la vida de un político, desde el exilio en Perú -donde lo visitamos-, su paso por Panamá, problemas judiciales varios y al final, por obra y gracia de su habilidad o su capacidad de adaptación a situaciones insólitas consiguió limpiar todas las acusaciones -reales o inventadas- hasta llegar a la gobernación del estado más importante del país tras un accidentado proceso electoral que pasó por la imposibilidad del ganador original -Juan Pablo Guanipa- de asumir la gobernación que limpiamente había ganado y no pudo asumir.
Lo cierto es que hoy Rosales es gobernador, dispone de una infraestructura y recursos importantes, lidera un partido político (UNT) que tiene muchos seguidores y organización, etc. Lo anterior es importante pero, en nuestra opinión, palidece ante el peso definitorio que representa un pacto evidente de al menos “no agresión” con quienes ejercen el gobierno central.
Sea como fuere, el señor Rosales prefirió no medirse en las primarias de octubre que demostraron la legitimación indubitable de María Corina Machado como líder de la alternativa democrática para las venideras elecciones presidenciales. De allí en adelante y hasta horas antes del vencimiento del plazo para las postulaciones, Rosales ofrecía “urbi et orbi” la utilización de la tarjeta de UNT (curiosamente habilitada dentro de un universo de secuestro de todas las demás tarjetas). ¿Lo hará?
Sigue el episodio del fallido intento de postulación de la Dra. Yoris cuando entre gallos y medianoche aparece Rosales postulado y la Yoris vestida y sin poder ir al baile.
No se precisa ser muy avispado para deducir que todo estaba “fríamente calculado”, como decía el recordado personaje televisivo El Chavo. La consecuencia es la ruptura de la unidad de la Plataforma Unitaria y el facilitamiento de una posible victoria de Maduro en la elección de julio. Rápidamente parte del estamento político tradicional en boca de sus voceros de siempre anuncian el apoyo a la candidatura mientras la mayoría aplastante del electorado, cuadrado con la Sra. Machado y la tarjeta de la MUD (única opción restante y creíble de la oposición) se ven obligadas a postular no a la Dra. Yoris originalmente designada como sustituta sino a un honorable y desconocido caballero, Edmundo González Urrutia con el encargo de que cuando se pueda -si tal momento llega- sustituya su nombre por el de la persona a quien Machado ofrezca su apoyo. Por conocer mucho y por largo tiempo al embajador González Urrutia, este columnista avala su intachable honorabilidad.
Se pregunta uno qué pasaría si a González Urrutia no le permiten cumplir con su mandado de ceder la candidatura a quien se le indique y, a la hora de la verdad, logra vencer a Maduro y adueñarse limpiamente de la banda presidencial. ¿Qué pasaría si las sustituciones y cambios de apoyo de último momento no consiguen hacerse conocer por el grueso de la población que vive bajo una hegemonía mediática inmisericorde?
De paso, conviene tener en cuenta lo dispuesto por el articulo 229 de la Constitución que dispone que “no podrá ser elegido Presidente o Presidenta de la República quien esté en ejercicio del cargo de Vicepresidente, Ejecutivo…Gobernador o Gobernadora en el día de su postulación o en cualquier momento entre esa fecha y el día de la elección” A la fecha no hemos sabido que el Sr. Rosales haya dejado su cargo de Gobernador del Estado Zulia. Claro está que estas “minucias” no deben perturbar el sueño del Sr. Amoroso cuya obsecuencia ha trascendido ya todo parámetro de vergüenza colocándolo casi que por encima de la muy recordada Tibisay y su celebre frase de la “tendencia irreversible”
La conclusión es que quienes hoy se aferran al poder están dispuestos a toda marramuncia y todo costo porque entienden que permanecer en Miraflores lo justifica, incluyendo los reclamos de sus más entusiastas “panas” Lula, Petro, Pepe Mujica, etc., además de los pronunciamientos enfáticos de algunas de las figuras e instituciones y gobiernos de mayor prestigio del planeta. A lo anterior habrá que estar pendientes de cómo reacciona Mr. Biden a la hora de suavizar o endurecer las sanciones, lo cual -en definitiva- pudiera ser más efectivo que todo el acervo declarativo de instituciones democráticas nacionales o multilaterales.
Por último, se pregunta uno cómo irá a ser la cosa con los inversionistas cuyo aporte se necesita con carácter urgente, con Chevron y otras petroleras que deberán hacer importantes inversiones para renovar sus licencias temporales, etc. Un país sentado sobre un volcán no puede ofrecer seguridad jurídica y sin esta ni los chinos, ni los indios, ni los rusos ni nadie aportará los recursos necesarios.
El pronóstico de este opinador -analista, no profeta- es que en un tiempo no muy lejano habrá una implosión del sistema, fracturas cada vez peores en el núcleo gobernante, algún militar descontento y eventualmente un pueblo decidido a movilizarse, aun sabiendo la ferocidad de la represión que le espera. Precisamente para evitar ese escenario apocalíptico es que María Corina Machado sigue insistiendo persistentemente que la solución -de haberla- ha de ser por la vía electoral.
@apsalgueiro1
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