España promulgó una ley cuyo título, hoy día, se aleja de la realidad actual: Ley en materia de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España. Su preámbulo era un poema: “Esta ley pretende ser el punto de encuentro entre los españoles de hoy y los descendientes de quienes fueron injustamente expulsados a partir de 1492, y se justifica en la común determinación de construir juntos, frente a la intolerancia de tiempos pasados, un nuevo espacio de convivencia y concordia, que reabra para siempre a las comunidades expulsadas de España las puertas de su antiguo país”.
España lavaba su cara y daba muestras de evolución con esta legislación.
Hasta tiempos recientes todo marchaba en armonía; se respetaban a los honorables notarios españoles, quienes, por ley, tienen la potestad de valorar la condición sefardí de los aspirantes. Nadie según esta ley puede cuestionar a los notarios y eso hay que tenerlo claro, a pesar de las rebuscadas interpretaciones.
Hoy, a través de simples circulares se pretende modificar la ley, y al estilo “oeste” se comienzan a negar nacionalidades a diestra y siniestra; mientras tanto, los notarios no salen a defender lo que hicieron. A los solicitantes se les está sometiendo injustamente a una gran indefensión.
Yo estoy absolutamente de acuerdo en que a aquellas personas que hayan cometido un fraude a la ley se les niegue la nacionalidad; pero que se le impida la posibilidad de ser españoles a una mayoría que ha obrado de buena fe, por el simple criterio particular de una persona es terrible.
Ahora existen grupos familiares en los cuales algunos obtuvieron la nacionalidad, pero otros no; hay miles de nacionalidades obtenidas con cierto tipo de documentos y otras tantas que se niegan exactamente con los mismos documentos, pero lo peor de todo es que son los mismos funcionarios de la misma dirección del Ministerio de Justicia los que están cambiando de criterio. Esto es un verdadero cachondeo.
Los tribunales colapsarán recibiendo demandas y al supremo español no le tocará otra que aplicar la ley; por suerte los magistrados españoles son personas que no se tuercen ante inclinaciones políticas.
Cervantes lo plasmaba muy bien: «Siempre deja la ventura una puerta abierta en las desdichas, para dar remedio a ellas”. ¡Así será!
Hablando del judeo –sefardí– Cervantes, viendo lo que sucede, seguro que a él también le habrían rechazado la solicitud. Eso sí, ya el lugar de La Mancha de hoy es aquel que los judeo-sefardíes sí están dispuestos a recordar, y a luchar por su reivindicación. Ya los tiempos de las “manchas” quedaron muy atrás.
Los judíos-sefardíes han tenido la paciencia de esperar y ahora se trata de un “telediario”; ojalá que pronto impere el sentido común y que desaparezcan los prejuicios.
Hoy resulta mucho más fácil obtener un pasaporte llegando en una patera que hacerlo por el aeropuerto de Barajas, apegándose a un trámite costoso y cumpliendo con una serie de requisitos. A estos se les cierra la puerta en la cara con un mensaje de correo electrónico que dice: DENEGADO.
No está mal recalcar que la gran mayoría de las denegaciones recaen en personas con un grado de instrucción superior al promedio del europeo, donde hay muchos profesionales reconocidos, quienes no representarán una carga para la Seguridad Social. España tiene un crecimiento vegetativo, pero pareciera que queremos sumar con otros.
@PedroSanchez: Me niego a creer que hay un antisemitismo detrás de todo este mar revuelto, no lo sé. Pero lo que sí está más que claro es el mensaje que están dando algunos en su gobierno y es contundente: sefardíes no, ilegales sí.
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