OPINIÓN

Se va la electricidad, pero no la luz

por Carlos Sánchez Torrealba Carlos Sánchez Torrealba

La nostalgia va de la mano con el exilio y la lejanía trae recuerdos que vienen solos y como de más lejos… Eran otros tiempos cuando la decencia y el bien común formaban parte del repertorio de nuestra sociedad. Otros tiempos cuando la democracia andaba por la calle del medio y nos permitía decir: un hecho que anda por los caminos de la esperanza, lema que alguna vez inventé para nuestro Proyecto de Desarrollo de Comunidades Rurales Pobres (Prodecop), donde nos propusimos y logramos ampliar las sendas para crecer de ochocientas comunidades campesinas en ocho estados de la nación amada.

Ahora, estos entes verdes junto al flux de lino que protegen y sus señoras laqueadas han confiscado todo, lo han seguido recodificando y lo han echado a perder restando vida y sumando muerte; todo lo han pasmado con sus armas de esterilizar y sus máquinas de impedir. ¡Qué clase de infecundidad! ¡¡¡Gente horrible esta, caracha!!! Personas inhumanas en plan de seguir imponiendo una lógica de sangre y muerte, de mente enferma, de gente infame. La personificación de la sinrazón y el sinsentido común; ley del embudo es su medida para continuar tomándose para sí lo más ancho y lo más angosto para los demás aún a expensas de elecciones que les desprecian y les sacan del juego. «¡¡Fuera del juego!!» grita a coro el estadio y no dejará de hacerlo, de vocearlo hasta el final, hasta que se vayan muy largo al cimborrio….

Por solo mencionar un ejemplo, en los veinte años recientes han clausurado veinte medios de comunicación al año para llegar hoy al escandaloso número de cuatrocientos medios de comunicación social cerrados por su régimen de abuso…. sólo para mencionar una cifra y no seguir atiborrándonos de números que parece como que ya no sorprenden. Son los hermanos siniestros de la misma madre patria, las cabezas grises y obtusas para quienes resulta ahora que parece inadmisible otra posibilidad de vida que no sea en el poder. Frente a ellos, los hunos de Atila eran unos zoquetes y Hitler otro zoquete más; la guerrilla de los sesenta una minucia en sus consecuencias y Putin es, simplemente, un hijo de Putin que salió con dos pies izquierdos como el enfermo de Corea. Ellos son los más iracundos. Eso se creen. Ellos son los héroes de una hazaña inversa, una gris proeza, una traición creciente. Ellos, que siguen tan animosos, ¿animosos? ¿animosios? Ellos, en todo caso, son los que delatan, engañan, acusan y siguen matando con su cara muy lavada, con su rotunda cara de tabla. “Maldito el soldado”, escribió el pobre en su choza…

Sin embargo, seguimos siendo más quienes vivimos de este lado del río, quienes estamos en esta acera de enfrente, observando, recordando, escribiendo, diciendo, denunciando, desde los numerosos escenarios del mundo o una plaza o cualquier lugar público del planeta, las canalladas propias de estos corruptos y bichos verdes de sus madres que llevan el apagón en sus almas.

Siempre habrá qué agradecer aún en medio de tanta barbarie. Mejor dicho, agradecer es y siempre será señal de humanidad, de cortesía y buen gusto, de amistad y hermandad. Bien podríamos hacer de la ternura una digna manera, una forma continua de bienestar común y propio… Así que gracias, mi muy querido Simón Arias. Gracias a ti y a ese Cuarteto Artes de quienes acabo de escuchar esa pieza tuya compuesta para cuarteto de cuerdas: «Al norte del sur». Como todas las constancias de la poesía tangible, he podido amanecer escuchando esa excelsa interpretación de música visible. Empiezo así la semana, comencé así el mes de mi cumpleaños celebrando desde el día uno con este viaje expreso por el país amado, gracias a tu potente composición. Una celebración antecedida por el encuentro personal con el amigo Gabriel enviándole amables abrazos de fuerza y optimismo a la juventud venezolana a través de mi hija Elisa Leonor en el día del cumpleaños de ella. Antecedido también por la presentación, en el precioso escenario del Teatro de la Fundación Corpartes, de «La orquesta de los músicos coloridos y el señor de los sonidos» nuestro concierto didáctico hecho con niños y para niños, a cargo de nuestra gente de la Fundación Música para la Integración, paisanos y paisanos del alma, por supuesto. De manera que, muy amablemente, tu rapsodia me ha hecho tomar una pausa para escribir esta nota de protesta y también de justicia. Hacer esta cosecha que seguimos recogiendo las y los venezolanos aquí y en el resto del universomundo para decirle presentes a la nación amada, para que sepa que no está sola, para que sienta cómo le seguimos amando y teniendo muy en cuenta y muy en canto. Para seguirle agradeciendo a cada persona de bien que ayudó a formarnos y que nos hicieron así, nobles y amables y fieles, leales a esos principios de libertad, justicia y alegría cimarrona. Y agradecerle a tanta gente buena que todavía existe al norte del sur la posibilidad de reencontrarnos pronto para seguir componiendo, construyendo, arreglando y compartiendo las piezas más hermosas, las obras teatrales más excelsas, las canciones más bonitas que están por venir y que cantarán, por supuesto, Elisa y Saúl y Maia y Diego y Victoria y ese montón de amigas y amigos, panas de todas partes del mundo que convergeremos para no parar de seguir cantando Gloria al bravo pueblo. Gracias, mi muy querido Simón. Siempre habrá qué agradecer aún en medio de tanta barbarie.

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