Es difícil ocultar la angustia por lo que es hoy el mundo, en algunos, los menos, se asume que el deterioro es severo, tal vez, el segmento de quienes se arropan con la racionalidad. Los más, aquellos de “la vida diaria” que suelen refugiarse en esa combinación de “gracia y agudeza”, que por no encerrar “mala intención”, genera una relativa esperanza. Ha de señalarse, asimismo, que en esta mayoría de “los despreocupados” están “los mamadores de gallo”, para la lingüística “el despreciable oficio de no tomar nada en serio”. Alli, como se lee, pululan “los bajos, perversos, brujos y farsantes.
La crisis de la humanidad amerita preguntas y respuestas claras, pero lamentablemente ocurre lo opuesto, con la consecuencia de que las interrogantes concernientes a lo que del mundo queda suelen diluirse, pues desdeñamos el quid de la cuestión, ya que todos sabemos lo que se nos inquiere, pero nos quitamos de encima tanto la pregunta, como la respuesta. Pero en rigor la última, más que la primera.
El tema con respecto a qué es el mundo hoy se ubica, asimismo, en el dilema entre “intelectualidad y realidad”, que no terminan de acercarse, a pesar de que han convivido, directa e indirectamente, entre otras áreas, en la colonización de humanos que ni siquiera sabían que los eran, lo cual prosigue alimentando el dominio del subdesarrollo por los imperios, antes y bastante mucho más acá. Apuntemos, históricamente hablando, para honrar la verdad, en lo relativo a las invasión bajo el convencimiento de que una diversidad de razas es desaconsejable, por lo que ha de estatuirse una sola, la pura, cuyo precedente es de cercana data bajo el liderazgo de Adolf Hitler, a punto de convertirnos en un exclusivo mundo, “el ario” y saltándonos unos cuantos capítulos, arribamos a un escenario tipificado por saber que se avanza por senderos no del todo ortodoxos. El libro Mein Kampf, da la impresión de que cada día se vende más.
Es difícil negar que cuando la intelectualidad se activa, la realidad es pasiva o marcha por su lado, pero la ecuación es también posible en sentido opuesto. La teorización es por esencia el arma del intelecto, quedándose en lo formal de la vida, por lo que no pareciera grave error preguntarse en qué medida han tenido prioridad los hechos. En casos de dominaciones de unos por otros, guerras, exterminios por razones religiosas o de raza e inclusive por las tenencias patrimoniales, o sea, entre ricos y pobres. La realidad, en más de una ocasión, exhibe calamidades, destrucción y perversión, sentidas en carne propia. Esto es, no se quedan como leves rasguños en la piel de los analistas.
La doble metodología priva, tanto en lo que respecta a los macrotemas, como con aquellos de menor entidad, observándose que en algunos se dejan de lado vetustas apreciaciones, pero, también, las racionales, con una fuerza, inclusive, más agresiva que la de caballo brioso. Pareciera no haber término medio y mucho menos prudencia. En un intento de acudir a la realidad, el tema del narcotráfico ha pasado a ser uno en lo concerniente al cual la antítesis teórica con la praxis es por demás aguda. No hay vocero del sector público y privado que no participe en el discurso de las graves consecuencias de esta especie de cáncer. No obstante, las actividades económicas, cuesta negarlo, encuentran un definido coadyuvante en el dinero cuyas manchas han sido objeto de “clearing” y a través de mecanismos del propio sistema financiero nacional e internacional. En ciudades, o parte de ellas, desérticas en fechas recientes, no queda un metro cuadrado entre rascacielos de extremado lujo, cuyos precios de ventas por unidades, terminan siendo únicamente posibles para gente con cuantiosas fortunas, en el mayor número de casos, de origen no del todo ético.
Es para imaginarse en una conversación angustiados con legítima razón por la suerte del mundo. Sesenta años de miseria en Cuba y Estados Unidos a 200 millas de la isla no ha podido acabar con “the particular chapter” que la domina y donde campea el hambre, la miseria, la ancianidad y el pauperismo. Los cubanos solos no pueden. Acaso Bahía de Cochinos despertó interés en el gobierno de Kennedy por la instalación de armas rusas, es como para preguntarse. En Siria se mora bajo “la colectivización de la muerte”, ante lo cual el secretario general de la ONU, António Guterres, ha manifestado “Los sirios han sido sometidos a violaciones de derechos humanos a escala masiva y sistemática… Las partes implicadas en el conflicto han violado la Ley Internacional Humanitaria, con total impunidad”. Cabría preguntarse si no se interviene porque China y o Rusia reaccionarían, engendrando una guerra mundial. La respuesta pudiera ser obvia: “El mundo debe tener un liderazgo, ejercido por el país más fuerte”.
La agenda está llena de temas, cuya vigencia corroe la paz, mitiga el desarrollo y enriquece a países y a gobernantes. Pero también a tres docenas de ricos en el mundo, quienes ya no pasean por la Tierra, sino en el espacio. En el elenco, racismo, un nuevo género humano (los homosexuales), el feminismo, el privilegio de los ricos, la actualización de las dictaduras, el comunismo chino, es Putin comunista, el triste estatus de los pobres, es verdad que el dinero no lo hace todo, es la religión el opio de los pueblos, existe Dios y el éxito de los gobiernos fuertes.
Los pueblos en el teoricismo se quedan elaborando constituciones, buscando un escape a la triste desesperanza con la cual se arropan. En los serios se ejecutan los textos constitucionales, a fin de estabilizarse como reales sociedades.
Por eso la pregunta:
¿Se habrá perdido todo?
@LuisBGuerra