Por equipo editorial
Desde que el madurismo asumió el camino en desconocer el resultado de las elecciones presidenciales del 28 de julio, ha sido la crisis educativa la más afectada en virtud que el régimen ha decidido terminar de enterrar la carrera docente con salarios miserables, los cuales en el mejor de los casos llegan a 10 dólares al mes.
En tal sentido, el madurismo envuelto en su megalomanía ha decidido la destrucción absoluta de la educación en todos los términos. Poco le importa que los niños y adolescentes que asisten a escuelas y liceos tengan que sentarse en el piso debido a la escasez de pupitres o que tengan que hacer sus necesidades fisiológicas en las «áreas verdes» de esos «planteles» porque están inservibles las instalaciones sanitarias, y para qué mencionar la existencia de canchas o espacios de biblioteca o cultura.
El madurismo designó para este año escolar como «ministro de Educación» a un individuo que además de llegar al paroxismo con su ramplonería, es un sujeto sin moral ni ética, que exige a los educadores jubilados, la mayoría con pensiones de 130 bolívares, y sin recibir pago de prestaciones sociales, que «regresen a las aulas», cuando fue el propio Héctor Rodríguez quien inició el plan en desmantelar la educación como base de la sociedad, y donde resultan «épicas» sus palabras al decir que ellos no iban a llevar a la gente a ser clase media para que se volvieran «escuálidos».
Héctor Rodríguez es un ser irresponsable cuya única finalidad es tan importante ministerio, solo emplea las amenazas y persecuciones políticas contra los educadores que se nieguen a ir a trabajar en tales condiciones. Un individuo que manifiesta de manera abierta y con ignominia de combinación nazista y fascista palabras de ultraje social, solo merece el repudio del magisterio venezolano.
El madurismo ha sido una caterva de violadores de la Constitución y las leyes, y la Ley Orgánica de Educación la convirtieron en papel higiénico en el despacho ministerial porque jamás han cumplido artículo alguno que se encuentre allí establecido, es decir, para ellos, las leyes solo son aplicables para castigar a quienes sean «enemigos de la revolución», pero jamás para cumplir las exigencias en los ámbitos de construir una sociedad para las nuevas generaciones.
Héctor Rodríguez no representa a los educadores venezolanos. Menos a los niños y adolescentes. Solo representa los intereses del madurismo para acabar lo que queda de una sociedad en anomia, enferma en sus concepciones humanas, y peor, el rol que ejerce como «ministro» es convertir en bazofia todo lo que sea educación, y desde allí, generar a partir de la ignorancia la perpetuidad en el poder, sobre la base de la política del miedo.
La crisis educativa se agrava. No hay posibilidad de recuperar la educación y menos al país con el madurismo en el poder, máxime convertidos como Héctor Rodríguez en usurpadores del poder desde la ignorancia de lo que significa la educación.