Con el “indictment” de la justicia norteamericana contra el segundo cartel de narcotráfico del mundo, después de las FARC, el Cartel de los Soles, la verdad, y me perdonan la falta de modestia, me siento reivindicado. Tengo más de 15 años insistiendo al respecto y en los mismos términos, cuando en Venezuela la MUD y sus colaboradores hablaban de un gobierno poco democrático, con el temor de llamarlo claramente dictadura, y en Colombia se les llevaba al poder a través de un vergonzoso e ilegitimo acuerdo.
Con la decisión de la Fiscalía de Estados Unidos se pone orden en el tema, el régimen de Chávez y su sucesor Maduro es narcoterrorista, siendo una grave amenaza para la democracia y la seguridad hemisférica; es aliado de grupos terroristas criminales de lesa humanidad, como las FARC, el ELN, Hezbolá, etcétera. Frente a esa acusación no cabe sino enfrentarlo con todos los medios disponibles, sin miramientos ni excusas.
La situación es de extrema gravedad y, por lo tanto, Trump no puede quedar como un irresponsable sin hacer nada. Una vez la justicia de Estados Unidos hace una acusación tan extrema, todo el aparato del Estado se pone en modo lucha total y no puede detenerse hasta aniquilar (sí, literalmente también) al enemigo. Estamos viendo una secuela del caso Noriega y siendo el guion el mismo, el final tiene que ser igual: el Cartel de los Soles terminará definitivamente aniquilado.
Pero no debemos caer en la tentación del triunfalismo, esto apenas comienza, será un proceso largo y complejo y sobre todo más allá de la lucha judicial y policial se debe enfrentar la compleja maraña de socios y compañeros de ruta del narcoterrorismo comunista internacional. Vemos pues que la lucha no se circunscribe a Venezuela, de limitarse Estados Unidos a dar la pelea solamente en Venezuela, pues se tendrá una derrota avasallante, desde antes de iniciar la pelea. La lucha debe ser continental, pues el narcoterrorismo comunista es una red hemisférica.
Al mismo tiempo que en Venezuela, es fundamental que se ataque el narcoterrorismo comunista en Colombia. Este país es el epicentro mundial del narcotráfico. Somos el primer productor de coca en el mundo, sede del primer cartel de narcotráfico, las FARC y el cartel goza de inmunidad, elegibilidad y protección a sus negocios ilícitos. Para que este ataque sea victorioso, se debe tener la claridad conceptual que no se tiene. En primer lugar, las FARC no son unos justicieros sociales, que luchan por la humanidad, son unos criminales de lesa humanidad, que dominan la guerra contra la democracia y la seguridad mundial, y como tales se les debe tratar. Basta de conmiseraciones con esos criminales, se les debe enfrentar con todas las armas disponibles, como dice Trump, no hay cartas descartadas en esa lucha. El Estado colombiano debe proceder de inmediato a cumplir su deber constitucional de acatar la voluntad popular expresada a través del plebiscito; las justicias colombiana y norteamericana deben dejar la hipocresía de considerar que hay “disidencias, las FARC son una sola organización que utiliza todas las formas de lucha y la prueba de ello, es el público e irrestricto apoyo del partido FARC al régimen narcoterrorista de Maduro.
Pero no es solamente a las FARC a las que se les debe aniquilar, hay que acabar con los vergonzosos colaboradores del narcoterrorismo, Juan Manuel Santos a la cabeza, un traidor que no sé si por razones ideológicas o crematísticas entregó el país a las FARC, a los partidos de izquierda (UP, Polo, Verdes, Petrismo) que copatrocinaron el ilegítimo acuerdo, y a los cabrones de la derecha (U, Liberales, CR, Conservadores) que permitieron que ellos establecieran la dictadura del farcsantismo.
Mención aparte merece los carteles de las Altas Cortes, que es el cartel de la coca, la cual estableció la dictadura judicial, para instaurar el marxismo cultural y la narcodictaura; la CSJ, que es el cartel de la toga, que vende al mejor postor sus sentencias, y como obviamente el más grande cartel de droga del mundo (FARC) es el mejor postor en Colombia, pues ese cartel está entregado totalmente a esos criminales de lesa humanidad; y el cartel veleta del Consejo de Estado, quien se une a esa comparsa criminal de las Altas Cortes para instaurar la dictadura del farcsantismo. Pero como el comunismo nunca se conforma hasta no tener el poder totalitario absoluto, pues el farcsantismo encomendó a tres terroristas del comunismo crear una corte especial (JEP) encargada de darle inmunidad total al narcoterrorismo y persecución total a los defensores de la democracia.
Si Estados Unidos y la CPI no proceden a la persecución y judicialización de los mencionados socios del farcsantismo, la lucha estará signada a la derrota, pues la hidra comunista se seguirá expandiendo. Hasta que Santos y sus cómplices no estén presos la conjuración del narcoterrorismo comunista internacional no habrá sido derrotada. Igualmente, en Venezuela las cosas no están claras, pareciera que el Estado gringo está siguiendo la estrategia del garrote y la zanahoria, con el narcorrégimen de Maduro. Garrote con la Fiscalía y zanahoria con la Secretaría de Estado (Cancillería). Pero no me convence el “plan” de Estados Unidos, contradice todos los lineamientos estratégicos de Trump, pareciera dictado por los colaboracionistas venezolanos y no por el gobierno de Estados Unidos. Es inconcebible equiparar al narcorrégimen y al gobierno legítimo venezolano, inaudito que se mantenga al Alto Mando Militar y así una miríada de errores que hasta llevó al senador Rubio a criticarlo. Tengo la confianza de que sea una excusa del gobierno de Estados Unidos para poner una prueba más de la no aceptación del Cartel de los Soles, de las intermediaciones propuestas y continuar así el plan de liquidación policial del narcoterrorismo.
Concluyo, pues, que pareciera que se está abriendo un abanico de posibilidades para aniquilar esa plaga que es el narcoterrorismo comunista internacional, pero se necesita claridad conceptual (que no la hay) y mucha voluntad política (que no se ha puesto en marcha). Mucho depende de Trump, si se pone con cuerpo y alma a luchar contra este flagelo, seguramente lo logrará; si se conforma con retórica y pañitos tibios, no, queda pues abierta la pregunta: ¿Se acabará con el narcoterrorismo comunista internacional?