“Cumplid vuestro destino, almas desordenadas, y huid del infinito que lleváis en vosotras”
(CHARLES BAUDELAIRE)
Cada vez que alguien cuela el nombre de Judas en una conversación, y esto no suele ocurrir a menudo, me imagino a Judas Iscariote que traicionó a Jesús con un beso. En realidad, la imagen que veo es la figura difusa de Judas en algún paso de Semana Santa de Lugo, Zamora o Murcia. Quizás, el aspecto siniestro de este discípulo de Jesús obedece a los cuadros y los frescos de las iglesias, a las pinturas clásicas de los libros que me gusta curiosear.
Sin embargo, ahora pienso en el otro. Hace unos pocos años aprendí que Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles y supe además que era el patrono de las causas perdidas, el santo al que veneran quienes desesperados persiguen sueños imposibles.
Un líder de la oposición venezolana, Leopoldo López, reconocía su devoción por el santo en la red social del pájaro azul un día del mes de octubre. Según la tradición católica, el 28 de octubre de todos los años es el día que recordamos y celebramos la festividad de San Judas Tadeo quienes tenemos alguna causa perdida por la que luchar.
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