Cada cuatro años, en plena efervescencia de la fiesta de los mundiales se recuerda el gol de Maradona contra Inglaterra en el Mundial de 1986 en México. Es pertinente hacer un comentario sobre el texto que apela a Maradona y ¿su gol? y es conveniente limitarlo solo al fútbol. Solo se colocará la opinión off side para contextualizar y establecer referencias y extenderlo en las comparaciones.
El balompié tiene sus reglas, como las tiene la sociedad. Y las sociedades avanzan por virtud de las reglas y de cómo los seres humanos se adaptan a ellas y las cumplen. Los países que uno llama del primer mundo han avanzado por eso. La gente cumple con las regulaciones de tránsito, hay horarios, hay contratos, hay que pagar impuestos, los compromisos se cumplen con citas a horarios estipulados, los trenes llegan y salen a la hora, igualmente los vuelos y los autobuses, y formalmente existe eso que llaman el imperio de la ley. Los líderes políticos hacen promesas para llegar al poder y una vez en este hacen el mayor de los esfuerzos por honrarlas. La misma sociedad los penaliza en el incumplimiento con el voto. Es la manera de cómo se fue desplazando la barbarie y abriendo el triunfo de la civilización. La mayoría de quienes viven en países no desarrollados suspira por vivir en países así. Con normas que se cumplen en la generalidad de los casos y se incumplen por la vía de la excepción.
¿Tocar la pelota con la mano es violar la norma del fútbol? Rotundamente ¡SÍ! Una pelota que entra a la malla del arco con la mano ¿es gol? Mucho más rotundo ¡NO! Eso lo vio el mundo, el único que no lo vio fue el árbitro. Allí faltó el VAR. Tanto como faltaron en su momento los rayos X, los exámenes de laboratorio, la tomografía axial computarizada (TAC) y la resonancia para determinar a tiempo la aparición de una enfermedad. Cuando eso se fabrica adicionalmente a la aparición de la penicilina, la esperanza de vida se extendió en los países y los terrícolas avanzamos más hacia la civilización y el desarrollo. Estamos fuera de juego, lo sabemos.
Ese gol de Maradona con el actual VAR no estuviera registrado y quién sabe qué hubiera pasado con el resultado final del juego en esa ocasión. El punto es que en el fútbol hay un antes de la tracalería de Maradona en ese partido y un después de esa picardía del gol que no fue gol. Y eso, para quienes son normativos, cuando se suman a esa viveza propia del latinoamericano y caribe con las adicciones a las drogas duras y al alcohol, su pedofilia, su violencia de género, su admiración por el Che Guevara, su afiliación a lo que ahora se llama la progresía y su aliento a los dictadores comunistas como Fidel Castro, Hugo Chávez, Gaddafi y todo bicho alineado contra el orden, las normas, la civilización y la cultura occidental, y su eterno enfrentamiento con la ley; es difícil que ese abultado historial negativo se convierta en un asunto de ejemplo ni de referencias para nadie.
El gol de Diego fue un gran fraude deportivo en su momento, que ha trascendido en el tiempo, y seguirá siéndolo por muchas piruetas de justificación que se hagan. En 2005 a título exculpatorio para los ingleses y el mundo, él mismo admitió públicamente que la historia no se podía cambiar. Eso es falso. Si es posible. Salvo que se insista en seguir chapoteando en esa trampa histórica del fútbol. A esa estafa del deporte se han sumado haciéndole glorias y levantándole pedestales globales sus fanáticos argentinos y otros más allá de sus fronteras, en términos de la competencia. Otros se han incorporado a la comparsa justificadora extendiéndole las loas y los elogios hasta los términos y las comarcas de los estrados políticos, de las propuestas sociales, y de los diseños económicos con alcances globales desde donde el pibe ha dictado cátedra invitado por presidentes de la república. Solo ha faltado que la mano de Dios alentada por el papa Francisco promueva una cruzada desde el solio de Pedro para iniciar un proceso de santificación de Diego Armando. San Diego Armando de Villa Fiorito. No se extrañen. Es posible que si sus ratones etílicos y de otras cosas le hubieran dado tiempo, hubiera sido promovido para presidente de su país, de la FIFA o de la ONU. Fue director técnico de la selección y busquen las referencias de los resultados de esos años donde le correspondió dirigir. Hugo Chávez subió desde Sabaneta de Barinas para Caracas a jugar beisbol. Si, lo sabemos. Estamos fuera de juego en el tema.
El tema Maradona y su famoso gol, por mucha apología y alegato emocional que se apele para mantenerlo en el altar de la picardía, fue un robo que se hizo en 1986 a la selección de Inglaterra. También como lo fue en su momento el laudo arbitral que le dio la titularidad de manera fraudulenta a esta, de los territorios del Esequibo. Y no por eso los venezolanos se resienten de esa decisión y dejan de mantenerse en las demandas para recuperarlos. Con tanta tecnología a la mano y suficientes elementos de reclamo se pudiera plantear un escenario de anulación de ese gol de 1986 para el resarcimiento de las normas en el fútbol y el rescate de jurisdicción de las convenciones y las reglas. Un tanto para alejarlo de la etiqueta de las caimaneras y el juego de la calle; pero se sabe que eso es de fronteras de lo imposible. La poderosa mano de la FIFA, de la progresía mundial y de los resentidos históricos y los quejosos contra las pautas en toda la bolita del mundo harían causa común para impedirlo. Sí. Ya se sabe. Hay un off side contextual.
¿Fue Maradona un buen futbolista? No se le puede negar que tuvo talento, piernas, pulmones, corazón y manos para el juego y para toda la cancha. Sobre todo mano. Claro que sí, mientras se mantuvo cumpliendo las normas en el rectángulo. Fuera de él, no lo creo.
Afortunadamente los mundiales son cada cuatro años y ese lapso permite aplacar las pasiones que se destapan y tranquilizar esos entusiasmos que se argumentan con la fiereza acumulada por las impotencias y dolores atesorados en muchas generaciones desde la llegada de don Cristóbal Colón para justificar a Diego. El primer pitazo en la cancha, en cualquier lugar del mundo donde se celebre el Mundial pondrá en la alineación delantera latinoamericana el nombre de Diego Armando Maradona en todo tipo de estandartes de la ocasión. Los políticos, los socioculturales, los económicos, los deportivos y… los religiosos; pero estamos fuera de juego
No fue un gol en 1986, así como el Esequibo es venezolano.