«Hoy en dia la gente conoce el precio de todo
y el valor de nada».
Oscar Wilde. El retrato de Dorian Gray.1
1.Un paisaje moderno
Ser moderno hoy en día implica necesariamente asumir la importancia de la conservación del Movimiento Moderno. Cuando hablamos de diseño urbano, ello pasa necesariamente por la conservación universal de la ciudad moderna en todas sus diferentes expresiones regionales y diversas ubicaciones territoriales, para adaptarla al desarrollo del siglo veintiuno: al crecimiento imparable, a la modernización, a las nuevas tecnologías, a la amenaza ambiental y al cambio político.
La herencia y el paisaje moderno de Caracas, la ciudad de mayor protagonismo en Venezuela del Movimiento Moderno, está por enfrentar el mayor reto de su historia urbana, al vislumbrarse el reinicio del crecimiento económico. Luego de veintitrés años de regresión, la metrópolis -como el país- se encuentra a sí misma con casi todas sus
instituciones públicas urbanas a media máquina, su legalidad urbana desvirtuada o inoperante, la inversión pública y privada ralentizadas, su patrimonio abandonado, desfigurado o en franca extinción, sin nueva infraestructura y muy poca arquitectura contemporánea de alguna calidad, mientras que los medios y todos los sistemas de control público del ámbito urbano brillan por su ausencia. Caracas -hasta los años de la pandemia- se mantuvo detenida en el tiempo.
Caracas es como una versión moderna de la arruinada ciudad de La Habana, pero sorpresivamente sosteniéndose en mejores condiciones. Porque pesar de la crisis, la actual ruina moderna que Caracas sigue siendo, todavía conserva la mayor parte de su fábrica urbana del Movimiento Moderno de hasta fines de los noventa, mientras que la imagen urbana que la caracteriza y su espectacular panorama escénico permanecen hasta la fecha bastante bien conservados. Ello se lo debemos básicamente a la calidad general de la ciudad moderna en sí misma y a su magnífica arquitectura, planificación urbana e infraestructura modernas, que han actuado como un factor crucial para la resiliencia. Por otro lado, hay también otro importante ingrediente: el orgullo del lugar que sentimos todos los caraqueños.
Por lo tanto Caracas, una capital que ha permanecido bajo estado de sitio por más de dos décadas, luce ahora, en los albores del 2023 -todavía-, como una fotografía de su propia apariencia para diciembre de 1999, cuando se encontraba en la cúspide de su desarrollo como una metrópolis moderna del siglo veinte. Esta es una situación muy especial a tomar en cuenta en aras de la futura preservación de su herencia y el paisaje urbano moderno, pero también para la reanudación de su desarrollo urbano contemporáneo.
2. Especifi_Ciudad
Uno de los sitios naturales y paisajes urbanos modernos más bellamente específicos en toda Latinoamérica es el de Caracas. La ciudad se desarrolló de oeste a este sobre un territorio promisor de fuertes rasgos topográficos que nunca están de más recordar: un alto valle longitudinal y una larga y pintoresca franja en la costa del Caribe, ambos a los pies de la alta montaña del Ávila, el ultimo ramal norte de los Andes. El impacto de la presencia de la Naturaleza (la montaña cubierta por una densa jungla tropical con quebradas y cascadas que caen largamente por ambos flancos) y los fuertes contornos de la ubicación geográfica única (la cualidad escultórica de la larga y monumental cadena montañosa), se volvieron con el tiempo en una influencia radical para la forma de la ciudad que estaba construyéndose a sus pies, para la ciudad que vendría. Ellos convirtieron a Caracas en una Ciudad Específica.
3. Ciudad Collage_Ecléctica modernidad urbana
Fundada tras varios intentos infructuosos, el primero en el sitio de Caraballeda en la costa en 1560, Caracas fue establecida finalmente en un lugar más alto al occidente del valle como una ciudad colonial española en 1567. Por tres siglos, se desarrolló siguiendo el patrón reticular de las Leyes de Indias, hasta que, con la llegada del primer suburbio, el orgánico El Paraíso de inspiración francesa (1895) sobre la ribera sur del rio Guaire, empezó la urbanización pre-moderna.
Cuando el boom petrolero disparo a la economía de Venezuela en los 1930s, cambiando el destino del país para siempre, el desarrollo urbano capitalino a su vez arrancó, y la ciudad dejó atrás su centro colonial para urbanizar el territorio hacia el este, haciendo lo propio a lo largo de la costa. Siguiendo este movimiento, las haciendas coloniales empezaron a ser suplantadas una a una con tantos sueños urbanos como promotores inmobiliarios existieron.
Durante el siglo XX, la dual condición tropical -incluso botánica y climática- de la ciudad, implantada a la vez sobre un plateau en las montañas y sobre un frente marítimo costanero, favoreció la producción de una increíble diversidad de desarrollos urbanos y de eclécticas tipologías arquitectónicas, conduciendo a la notable riqueza de la actual Herencia Moderna de Caracas.
Las ideas de planificación derivadas del Movimiento Moderno introdujeron un vasto repertorio de urbanismos sobre el patrón colonial agrícola preexistentes de calles, granjas arquitectónicamente ricas, complejos industriales y campos de cultivo. Una nueva y moderna Ciudad Collage apareció tan temprano como 1928, cuando la firma de Olmsted Brothers, de Brookline, Massachusetts, planificó el diseño paisajístico de la comunidad suburbana del Caracas Country Club. De allí en adelante, una larga lista de
comunidades suburbanas de los años veinte (como la tardía Art Nouveau tardía de Los Chorros), de ciudades jardín de los treinta (como las Neo hispánicas La Florida y Campo Alegre), de barrios obreros de los cuarenta (como la New City de Nueva Caracas), ciudades universitarias de los cincuenta (como el Unesco World Site Ciudad Universitaria de Caracas), conjuntos para la clase media de los sesenta (como el nuevo urbanismo de Prados del Este), urbanizaciones pintorescas de los setenta (como la comunidad suburbana de La Lagunita Country Club), urbanizaciones colgantes de los ochenta (como el desarrollo suburbano de La Tahona) y los nuevos centro suburbanos del fin de siglo pasado (como la repotenciada ciudad de Guarenas) emergieron para crear el complejo patchwork (colcha de retazos) que caracteriza a nuestra moderna metrópolis.
La riqueza de Venezuela atrajo sucesivas y masivas olas migratorias -principalmente desde Europa- en la primera mitad del siglo XX. Pero también atrajo a prominentes firmas de ingeniería y arquitectura de todas partes del mundo, quienes querían participar en la construcción de la nueva y brillante ciudad moderna latinoamericana.2
Ello promovió el rápido crecimiento y enriquecimiento de la industria de la construcción desde muchos puntos de vista: trayendo importantes inversiones, importando mano de obra profesionales experimentados, consiguiendo grandes nombres del mundo artístico y arquitectónico e introduciendo en el país a importantes compañías constructoras, importando nuevos materiales, tecnología y expresas extranjeras, todos los cuales vinieron a participar en la apasionada construcción de la boyante capital en pleno auge.3
Caracas ganó obras de figuras mundialmente aclamadas, como Harrison & Abramovitz, Eugene Freyssinet, Alexander Calder, Gio Ponti, Holabird, Root & Burgee, Riccardo Morandi, Phillip Johnson, Richard J. Neutra, Félix Candela, Rafael Bergamín, Emery Roth, Eduardo Torroja, Fausto Melotti, Lathrop Douglass, Arthur B. Froehlich, Harry Bertoia, para solo nombrar algunos de los autores internacionales que contribuyeron al embellecimiento y a la modernización de la ciudad.
Sobre este de por sí ya ecléctico panorama urbano y asombrosa geografía, cayo también el impacto de una nueva casta de infraestructura y megaestructuras, nunca antes conocidas en la región. A partir del Plan de Caracas propuesto por el promotor de Nueva York Robert Moses en 1947, un vasto sistema de modernas autopistas y viaductos fueron instalados a lo largo del valle a partir del medio siglo, y también en el área conocida desde tiempos de la Colonia como la Puerta de Caracas, donde están ubicados el puerto y el aeropuerto, a fin de conectar la ciudad con su área costanera. Aún más, la implantación de inmensos desarrollos de ciudades dentro de la ciudad, para vivienda, como el 23 de Enero (Carlos Raúl Villanueva,1952) o Parque Central (Siso & Shaw, 1974), o para cultura, como la Ciudad Universitaria de Caracas (Carlos Raúl Villanueva, 1954) y la Opera Teresa Carreño (Tomas Lugo, 1981), continuo aumentando el patrimonio moderno de Caracas, convirtiéndola en uno de los mejores ejemplos de una gran ciudad latino americana moderna, al igual que Ciudad de México y Rio de Janeiro.4
La Modernidad Urbana de Caracas se volvió tan ecléctica como su nuevo espectro social, enriquecida y fortalecida por la fuerza artística de los inmigrantes y el aporte de todos los recién llegados -profesionales locales y globales- del mundo del diseño.
4. Un extraordinario panorama urbano
Mientras la ciudad fue desarrollándose en los tiempos modernos como un palimpsesto horizontal de utopías urbanas interconectadas, y a pesar de esta diversidad no planificada, a mediados del siglo veinte su fábrica urbana comenzó a producir espontáneamente un skyline regular y homogéneo. Reforzando esta tendencia natural, a finales de los años cincuenta el gobierno estableció una línea limítrofe de cornisa a la altura especifica de mil metros sobre el nivel del mar -en el lado del valle-. La explicación para esta notable e inesperada reglamentación, es que tan temprano como 1958, una pionera decisión ambiental decidió proteger para siempre a la montaña del Ávila en ambos flancos, declarándola como un Monumento y Parque Nacional. “Venezuela firmó el Acuerdo para la protección de la flora, la fauna y de las bellezas naturales escénicas de las naciones de América, ratificado por el país el 12 de octubre de 1940, el cual fue convertido en ley por el Congreso Nacional el 15 de junio de 1941. Pocos años después, el presidente de la República mediante mandato número 473, de diciembre 12, 1958, decretó la creación del Parque Nacional El Ávila sobre una superficie de 66.192 hectáreas, 8.
cuyos límites fueron especificados en el mismo decreto”.5 A partir de entonces, la selva natural fue protegida contra cualquier tipo de desarrollo y la montaña permaneció sin construcciones, manteniendo intacto su extraordinario panorama hasta nuestros días.
Esta ley, que actúa sobre toda la fábrica urbana de la capital, logró así para Caracas en vez de un skyline, un mountain line (un horizonte de la montaña), que con el tiempo ayudó a convertir a toda la ciudad en un pedestal monumental para el Ávila. La ciudad se volvió en el plinto urbano del más majestuoso de los palacios: la montaña misma. Un panorama urbano soñado y alcanzado lentamente -y, quizás inconscientemente- por la mente colectiva de los caraqueños desde tiempos inmemoriales.6 A partir de entonces, la mágica presencia de la montaña sigue reinando sobre el paisaje urbano a ambos lados de la cordillera, tanto en el lado del mar como en el lado del valle, convirtiéndola en su mayor monumento, y, probablemente, en su principal arquitectura. 7
Más adelante, la decisión de construir dos monumentales autopistas terminó definitivamente de definir la forma horizontal del paisaje moderno de Caracas: la Cota Mil (1963), dividió con un limpio corte de concreto a la fábrica urbana abajo del Parque Nacional El Ávila arriba, y la Autopista del Este (1961), cruzando de este a oeste el patchwork de múltiples urbanismos de la ciudad, con su variopinta fauna de viaductos formalistamente conformados, reforzando la cualidad lineal y horizontal de la forma moderna de la ciudad. Otra útil reglamentación, conocida como el Cono de Aproximación, llegó también para limitar la altura de los edificios en los alrededores del Aeropuerto de La Carlota, ubicado en el centro-este de la ciudad.
Con todas estas decisiones, Caracas empezó a convertirse en un eterno belvedere de su paisaje natural… y de sí misma. Las vistas canónicas del panorama urbano de Caracas siempre muestran a la ciudad desde las colinas del sur con la montaña como telón de fondo. Una situación que fue inteligentemente percibida por vez primera -y bellamente descrita- por el maestro italiano Gio Ponti luego de su primera visita a la capital en 1954. 8
5. Future Shock
La democracia está indefectiblemente en el horizonte de Venezuela. Como también lo están el regreso de las inversiones y de una vida económica normal. Algún confuso signo de ello se ha mostrado en los últimos tiempos, cuando una localizada burbuja de la construcción empezó a manifestarse en ciertas localidades de la capital, particularmente la urbanización Las Mercedes (Iñiguez & Salvador, 1940).
¿Qué pasará en una ciudad tan institucionalmente golpeada pero que sigue atesorando una increíble herencia moderna que se mantiene aún en pie? ¿Qué será de su majestuoso panorama urbano, de su monumental modernidad en armonía con la naturaleza, única en el mundo? ¿De qué manera el predecible boom constructivo por venir y la explosión emocional colectiva tras tantos años de recesión urbana respetarán la ancestral imagen de la ciudad, construida a lo largo de más de 455 años de historia?
¿Podrán el futuro desarrollo y la tan cacareada reconstrucción de la ciudad incluir la conservación de su modernidad y de sus inigualables naturaleza urbana? ¿Está Caracas preparada para ello?, o ¿caerá dentro de una especie de shock del futuro, perdiendo todas sus cualidades para convertirse meramente en otra enajenada ciudad global, poblada de rascacielos iridiscentes que no pertenecen a ninguna parte, donde desaparecen la mayoría de sus ejemplos notables de formas urbanas y arquitectura moderna tropical y caribeña?
¿Qué, señoras y señores que nos leen, puede hacerse para evitar que esto pase y para que, así haciendo, todos ganemos?
*Una versión anterior de este texto fue publicado en los Conference Procedures del 16th International Docomomo Conference, Inheritable Resilience, Sharing Values of Global Modernities, Japón, 2020: https://docomomo2020.com/proceedings/
NOTAS:
1 Oscar Wilde. «The Picture of Dorian Gray». Lippincott’s Monthly Magazine, Londres, 1890.
2 Ver: catálogos de Docomomo Venezuela: Las Italias de Caracas, Suite IBERIA, Our Architects en Caracas y La Ville Neuve, Sala TAC, Caracas, 2013, 2015, 2017 y 2022.
3. Gómez. «Una Noche en el Museo», @ElNacionalWeb, Caracas, 14 de Abril, 2015: http://www.el6. nacional.com/noticias/historico/una-noche-museo_61411
4. Gómez. «Un skyline a proteger». Opinión, @ElNacionalweb, Caracas, Noviembre, 2016: http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/skyline-proteger_821
5. «Parque Nacional El Ávila, vertiente norte». Preinventario Arquitectónico, Urbano y Ambiental Moderno de Caracas, Instituto del Patrimonio Cultural/Fundación de la Memoria Urbana, Caracas, 2005-2007.
6. En los tiempos pre-colombinos, los Caracas (el nombre de la nación constituida de las diversas tribus nativas indigenas que hacían vida en el área donde la ciudad esta ahora), adoraban a la montaña como una deidad. La llamaban Waraira repano, que significa aproximadamente «Gran Cordillera». Por lo tanto, ellos respetuosamente, nunca construyeron sobre la montaña, sino en las colinas cercanas, a fin de poder adorarla desde la distancia. Algunas de estas memorias pre-colombinas permanecen en la población, reapareciendo en la imagen de la ciudad hasta hoy en dia. Vear: Hannia Gomez. «Quinientos años de forma urbana», Arquitectura, El Nacional, Caracas, Junio 10, 2002:
https://hanniagomez.blogspot.com/2010/04/quinientos-anos-de-forma-urbana.html
7. Gómez. En: Peter Lang, editor. «The Hanging Suburbs», Suburban Discipline, Storefront Books, 2, Princeton Architectural Press, New York City, 1997.
8. Gio Ponti. «Coraggio del Venezuela», Domus 295, Milán, 1956: pp. 1-7.