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Salió con las tablas en la cabeza

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Además de la ilegitimidad de su mandato y el rechazo a la elección parlamentaria del pasado domingo por parte de los gobiernos democráticos que reconocen la presidencia interina de Juan Guaidó, el resultado de los recientes comicios reveló un gran desgaste del liderazgo de Nicolás Maduro. Con 97% de las actas transmitidas, la votación por el Gran Polo Patriótico cayó 24% con respecto a 2015. Según el boletín del Consejo Nacional Electoral obtuvieron 4.277.926 sufragios y la abstención fue de 69%, pero el Observatorio contra el Fraude del 6D tiene otra cifra: 81%.

Al comparar estos datos con la serie histórica de la evaluación de gestión de Maduro de la Encuesta Nacional Ómnibus de Datanálisis para octubre de este año (81,8% la evalúa como negativa), los números del Observatorio contra el Fraude parecen coincidir más con la opinión del pueblo venezolano.

Con esa alta abstención, el régimen de Maduro demostró que no ejerce ninguna influencia sobre la población que ha intentado controlar con programas sociales como los bonos del sistema Patria y las cajas CLAP, entre otros.

La Operación Remate –su objetivo es trasladar a los centros electorales a quienes no han votado, así sea bajo presión– comenzó este año a las 12:30 pm y hasta las 8:30 pm logró aumentar a 12,6% la participación del oficialismo. Al mediodía la cifra era de 7,6%.

De acuerdo con el último estudio de Jesús Seguías, 18,65% de los venezolanos está identificado con el PSUV, un porcentaje que ratifica que el 6 de diciembre Maduro no consiguió convencer a nadie más para que saliera a votar.

No conforme con la debacle dentro del partido oficialista, el sucesor de Hugo Chávez también llevó al despeñadero a la oposición funcional: la Alianza Democrática, Venezuela Unida, Voluntad Popular y VPA. Obtuvieron 6,54% de los votos. Timoteo Zambrano, Claudio Fermín, Felipe Mujica y Luis Parra quedaron fuera de la AN roja rojita. Un resultado que acabó con el relato de ir a elecciones sin condiciones, por lo que será difícil convencer a la gran mayoría (80%) de los venezolanos de esa tesis en el futuro.

El otro impacto fue dentro del movimiento chavista. Maduro lo ha destruido para imponer el madurismo. Los aliados del Gran Polo Patriótico son sus adversarios ahora, sobre todo ante la Ley Antibloqueo que busca acabar con el legado de Chávez, cambiando la economía socialista por una de capitalismo salvaje. Un viraje que requiere socios que sean «mirones de palo» a los que no les importe que sean criminales de lesa humanidad, ilegítimos e ilegales. Lo que podría poner en jaque su capital reputacional al desenvolverse en un mundo globalizado.

El domingo Maduro salió con las tablas en la cabeza. El cuerpo diplomático radicado en Venezuela y los observadores internacionales del régimen notaron el rechazo a las parlamentarias, lo que va a hacer difícil sostener la legitimidad de su AN ante los organismos multilaterales. Es cierto que lo mismo sucedió con su elección presidencial en 2018, pero la diferencia esta vez está en la respuesta contundente de los gobiernos y organismos que reconocen la vigencia del Parlamento que fue elegido en 2015.

Por lo tanto, la Asamblea Nacional 2016-2021 y el interinato deben seguir luchando por una elección presidencial y legislativa justa, creíble, competitiva, democrática y verificable con la comunidad internacional. Deben relanzar la Unidad con una estructura que vaya más allá del G4, que abarque a todas las fuerzas que quieren salir de Maduro; que se constituya en una nueva alternativa con una visión de país inclusiva orientada a superar la destrucción económica, así como la crisis humanitaria y migratoria.

Ante el descalabro de Maduro este 6D, el próximo año se abre una ventana para impulsar la elección presidencial y parlamentaria, una nueva batalla para la que hay que estar preparados. Dependerá definitivamente de la adaptabilidad y capacidad de la AN 2016 -2021 y del gobierno interino.

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