Gran impacto periodístico tuvo en Colombia la noticia de que Moscú amenazó a Estados Unidos y a la OTAN con enviar tropas a Venezuela y a Cuba si las incursiones militares de la primera potencia mundial y de la OTAN se siguen produciendo en sus áreas naturales de influencia, como es el caso de Ucrania y de Georgia. No era para menos. Una presencia militar rusa más allá de la frontera de Colombia con Venezuela le agrega complejidad a unas relaciones bilaterales que ya se encuentran fuertemente deterioradas.
Pero la realidad es que no hay verdadera razón para una alarma contra la seguridad de ningún país ante este hecho ─ni de Estados Unidos y mucho menos de Colombia─ porque es preciso recalcar que si el asunto ha sido tratado con grandes decibeles en la prensa mundial es porque su contenido es realmente amarillista y ha sido sabiamente estructurado desde el gobierno ruso para alcanzar la reverberación que se ha producido en todo el planeta..
La noticia surge no de una “declaración” ni de un comunicado oficial, como se ha querido hacer ver, de acuerdo con los cuales Moscú estaría en el proceso de decidir si envía un contingente militar a Venezuela y a Cuba como respuesta a lo que se considera una agresión norteamericana y de la OTAN.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, todo lo que hizo fue responder a una tendenciosa pregunta de una periodista en una entrevista televisada, en la que se le interrogó sobre la eventualidad de que Rusia decidiera actuar en la zona de influencia de Estados Unidos enviando tropas a Venezuela y a Cuba si aumentan las tensiones con la nación norteamericana. La respuesta del funcionario del Kremlin, quien asistía a una reunión de alto nivel en Ginebra para dirimir esta importante diatriba, fue que no puede “ni afirmar ni excluir” la especie de que Rusia podría establecer una infraestructura militar en los dos países del Caribe. Nada más contundente.
La entrevista efectuada por una periodista de Georgia consiguió lo que el gobierno de Moscú pretendía dentro de una estrategia comunicacional impecable: sembró una pregunta sobre la eventualidad de una presencia de infraestructura militar rusa en dos países detractores de Estados Unidos en el continente latinoamericano. Lo que fue una vaga respuesta de Ryabkov fue contundentemente perifoneada a través de la estación televisiva RT, la primera estación rusa de transmisión de televisión en español con alcance mundial, para así llegar a la audiencia periodística hispana. Lo que ocurrió. Y claro que se dispararon las alarmas. Lo demás es sabido. Los principales medios del mundo y más atrás los de Colombia alarmaron a la colectividad basados en una estrategia que no ha sido ni formulada ni anunciada con seriedad.
El fin de toda esta jugarreta rusa –y recordemos que aquellos son líderes en el manejo de bulos y de desinformación─ no es otro que hacer saber que no le faltan cartas a la potencia rusa para hacerse sentir y para torcer los acontecimientos a su favor si no son exitosos en su empeño en conseguir de Estados Unidos y sus socios de la OTAN un compromiso de detener su incursión militar en zonas geográficas de inmenso para la seguridad rusa y en las que desea conservar su influencia.
El periódico El Tiempo consideró encendidas las alertas, el medio El Colombiano estimó que se ha abierto una puerta a un despliegue militar ruso en Venezuela. Tanto la radio como la TV en suelo neogranadino se hicieron eco del despropósito ruso que no pasa de ser una fanfarronada. Así, pues, fue como se armó una cadena internacional de la cual se han hecho eco muchos de los medios serios del planeta.
Solo hubo un personaje equilibrado en toda esta gesta rocambolesca: el ministro de la Defensa de Colombia, quien le quitó decibeles al ruido armado. Desde el barrio El Bosque, en el suroccidente de Barranquilla, Diego Molano declaró que la frontera venezolana está muy bien custodiada y advirtió que para Colombia no es ninguna amenaza si hay un despliegue militar de Rusia en el país vecino. ¡Al fin uno que puso las cosas en lugar!