El mundo unido ha mostrado su preocupación hoy frente a la grosera agresión rusa que algunos todavía llaman “confrontación” o “crisis” dejando de lado la naturaleza y el alcance real de la acción del dictador Putin que ha hecho de su guerra un paso más hacia la reconstrucción de la antigua Unión Soviética. Una amenaza a la democracia y a los valores que ha generado el rechazo de las democracias del mundo, lamentablemente ausente la dictadura chavista que no representa el sentir del venezolano. Mientras tanto se sigue en el camino de México que pudiere ser una vía para recuperar la democracia y nuestras libertades, si en ella estuviesen sentadas delegaciones que realmente representaran al país (legitimidad) y se considerasen y decidiesen las cuestiones fundamentales de la crisis política que atraviesa el país.
El régimen, que acomoda el encuentro a sus tiempos, avanzando y retrocediendo en ejercicio de sus reiteradas políticas de chantaje, abandonó, forzado ante la realidad, el “requisito” o la “exigencia” de tener presente en la mesa de negociaciones al empresario del régimen, el colombiano Alex Saab, acusado y procesado en Estados Unidos por la presunta comisión de diversos delitos, a quien se ha pretendido presentar ante la justicia como un “diplomático venezolano”, con el único fin de lograr esconderse detrás de las inmunidades propias de los representantes de los Estados y evadir la justicia, discurso que nadie en su sano juicio y con el más mínimo conocimiento del Derecho Internacional puede aceptar.
Un segundo elemento formal afecta la credibilidad del proceso de México; los lazos del régimen con el Estado agresor, la Rusia de Putin, son claros, públicos y notorios, además de muy peligrosos pues colocan al país, de la manera más irresponsable, en el espacio del “enemigo”, ajeno a nuestra posición histórica de alejamiento, para no decir neutralidad, de los conflictos internacionales, más aún aliarse al agresor, lo que contraría además el “bolivarianismo” que tanto evocan los dirigentes revolucionarios en el poder.
La condición de Estado agresor, violador del Derecho Internacional y perturbador del orden mundial, y su íntima relación con el régimen usurpador inhabilitan de manera absoluta a la Federación Rusa para que participe, de cualquier forma, en el proceso de “negociaciones” que se podrían reanudar pronto por la presión internacional y las necesidades de unos y otros, aunque en las filas oficiales se haya mostrado algún desacuerdo, más por Diosdado Cabello, quien parece tener su propia agenda en estos momentos.
Lamentablemente no se han oído las reacciones esperadas sobre la posible participación de Rusia en este proceso de parte de los “integrantes” de la mesa, de la dirigencia política, de los otros países facilitadores, de Noruega el mediador. La presencia de los rusos en este proceso que parece diseñado más para dar largas a la crisis que para superarla, lo debilitaría aún más.