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Rosales y Saab, fenotipos del chavismo

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El pirata que llevamos dentro

Te lo he dicho, somos piratas…, los piratas del Caribe. Nuestra antropología y psicología, diferente a mexicanos (mayas, toltecas) o peruanos (incas), está marcada por la presencia entrañable de bandoleros, piratas, bucaneros, corsarios, en nuestro espíritu. El despiadado, corrupto, criminal e inmoral venezolano que podemos ser reposa en algún lugar secreto de nuestra alma y aparece cada cierto tiempo para ofrecer espejitos, arrebatar tesoros y fugarse con el botín.

Es el gran debate interno de nuestra sociedad el domar al pirata (chavista) que llevamos dentro y que quiere encontrar El Dorado, robarlo, violar mujeres y marcharse al carajo.

Ese pirata rige Venezuela hoy.

Fenómenos humanos

Cuando a un político lo cautiva el dinero fácil, las joyas mal habidas, las putas y las cirugías plásticas puedes anticipar que estamos ante un problema social e histórico. No sólo moral, que obviamente también, sino además un asunto que afectará dañinamente el manejo de la cosa pública de un país. El chavismo, esa peste, muestra sus chancros, llagas, pus y deterioro político cuando fenómenos humanos como Cilia, Delcy, los regordetes Diosdi y Maduro o hienas andantes como Jorge Rodríguez nos descaran su corrupción.

Pero no sólo ellos, en la oposición también ves como van enfermándose y degradándose. Ricardo Sánchez, Ceballos, Fermín, Timoteo, León, entre otros, descaran sus chancros.

La peste afecta a todos.

El nuevo fenotipo venezolano

Con el chavismo ha surgido un nuevo fenotipo de venezolano, se les conoce a leguas, son personajes grotescos que intentan esconder sus carencias morales atiborrados de lujos, cirugías plásticas y emperifollamiento dorado. Por ejemplo, cuando observas a Tarek Willian Saab y a Manuel Rosales, reconoces un mismo, idéntico, fenotipo: la monstruosidad política que aspira a una belleza (anhelada mas negada) que por más que se toque y retoque se les escabulle.

El mal -la peste- que los compone y devela es el mismo, no importa que digan que son de bandos políticos distintos, en el fondo moral y espíritual son idénticos: la degradación.

Leprosos morales, observarlos da asco.

El zar de la belleza

Probablemente el origen de ese fenotipo algo monstruoso, algo fabuloso, algo cómico, es Osmel Souza: el zar de la “belleza”. Sin duda, Saab y Rosales quieren parecerse a él en el fondo de su degradación moral y estética. La coquetería fenotípica venezolana, sin percatarse de su propia cursilería y ridiculez, intenta deshacerse de su fabulosa monstruosidad horrorificándose más a sí mismos y salen esas cosas raras llamadas chavistas (u opositores chavistas). Insisto, la degradación fenotípica comienza por lo moral. Están apestados por el virus Chávez, esa cosa pérfida.

Rosales dice en una entrevista que todo venezolano quiere ser presidente. Claro, como toda venezolana quiere ser Miss Venezuela. Saab y él quieren ser -drag queens- presidentes.

El fenotipo absurdo del chavista.

Análisis psicológico del circo

No abordo la escalofriante escalada de absurdos expuestos por Rosales en los últimos días haciendo un sesudo análisis político, porque nadie asiste a un circo a analizar un carajo: que si el payaso nos hizo llorar y no reír, que sí la drag queen debía ser esposa del presidente y no la fiscal, que si el grotesco animal de tres cabezas era un lagarto o un antílope; los absurdos no se analizan. El mío…, este suelto, es un análisis psicológico del circo venezolano, de los fenómenos humanos que lo componen y los derivados de la grotesca estética que los degrada.

Si te sientes afectado o señalado de alguna manera por lo que he escrito, tienes que verte urgentemente al espejo, si comienzas a notar ciertos rasgos monstruosos chavistas, asústate, huye de ti mismo.

La peste te ha infectado.

@tovarr 

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