Rómulo Betancourt ha sido considerado el estadista por excelencia de Venezuela y de América Latina, únicamente comparable con figuras como Raúl Haya de la Torre, quien en vida fue su amigo. Y de otros como Luis Muñoz Marín (Puerto Rico), José Figueres (Costa Rica). Entendemos a un estadista como un líder político que se ocupa de las próximas generaciones y no de las próximas elecciones, como siempre lo hizo Rafael Caldera.
Betancourt desde joven sufrió persecuciones y exilios, tuvo que salir exiliado por haberse opuesto a la feroz tiranía de Juan Vicente Gómez junto a sus coetáneos de la generación política de 1928. Cuando apenas había regresado, el gobierno de López Contreras lo volvió a expulsar, aunque con consideraciones. En 1941, como fruto final de varios intentos de crear un partido socialdemócrata, funda a Acción Democrática, y luego, el golpe del 45 lo encuentra encabezando una Junta Revolucionaria de Gobierno. Pero Betancourt no se enquistó en el poder y no fue candidato a las elecciones celebradas en 1948, en las que ganó el gran escritor Rómulo Gallegos. Posteriormente, como producto de otro golpe, se ve obligado de nuevo a los casi cuarenta años de edad a volver al exilio.
No es un exilio dorado el que tuvo Betancourt, sino lleno de peligros y estrecheces económicas, e incluso intentos de atentados contra él en Cuba, animados por un dictador feroz que era dueño de Santo Domingo, y otros enemigos. Sin embargo, el exilio es fructífero, allí en Puerto Rico conoce a una nación latinoamericana que marcha hacia el progreso sin pelearse con el Tío Sam. A la vez, nuestro estadista escribe Venezuela, política y petróleo, en donde demuestra que las políticas nacionalistas de nuestro país, habían sido mejores que la política estatista seguida por México.
Al regresar en 1958, ya es un hombre curtido y muy maduro en lo que es la política local, así logra el llamado Pacto de Punto Fijo que le dio estabilidad por más de cuarenta años al país. Triunfó también en las elecciones en diciembre de aquel año, contra todos los pronósticos y pidiéndole al pueblo que no tuviera miedo a los golpes de la bastarda derecha (militarismo). Las elecciones de diciembre de 1959 las ganó limpiamente, y vuelve a ser así el primer presidente civil de Venezuela desde los años de Andueza Palacios y Rojas Paúl. En el año 1960 sufre un atentado en donde pierde la vida uno de sus edecanes, el autor intelectual de ese atentado fue el general Rafael Leonidas Trujillo, alias “chapita”, uno de los más bárbaros dictadores que nación alguna haya tenido. Inmediatamente es expulsada de la OEA República Dominicana. Luego, en el año de 1961 su partido AD sufre su primera división con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el cual se lleva a la juventud liceísta y universitaria de AD bajo los cantos de sirena de la revolución cubana, casi enseguida se inicia la insurrección acompasada con los golpes de Puerto Cabello, Carúpano y Barcelona. Rómulo Betancourt demuestra de qué está hecho y triunfa sin pactos claudicantes ante todas esas asonadas. Y los rebeldes del MIR y el Partido Comunista más los castrófilos salen con las tablas en la cabeza.
El primer gobierno de la democracia que se inauguró en 1958 estuvo signado por una terrible crisis económica y hasta bancaria. Demostró también tener un maravilloso don de dirección al poder conjurarla sin deudas extraordinarias, aumentando los impuestos y hasta rebajando los sueldos y salarios de la administración pública en general. Un líder popular que no fue populista sino realista. ¡Incluso logró lo que ningún gobernante ha logrado: empresas públicas con superávit!
En sus relaciones con Estados Unidos, decía que debían ser sin sumisión, pero sin desplantes. Todavía se mantiene vivo el recuerdo de su amistad con John F. Kennedy uno de los grandes presidentes de la nación del norte, con quien estableció la famosa Alianza para el Progreso para fortalecer la democracia y el crecimiento económico. En el Chile de Frei este movimiento se llamó la “Revolución en Libertad”. Betancourt, convenció a Estados Unidos de que no apoyaran dictaduras de derechas surgidas de golpes de Estado.
Betancourt concluyó su gobierno con broche de oro, logrando que su partido AD, golpeado por dos escisiones, triunfara en las elecciones, y el gobierno de Raúl Leoni que le sucedió logró un crecimiento económico con una inflación bajísima y un mínimo desempleo, y la democracia tiene las piernas fuertes, y anda por sí sola. Este gobierno es reemplazado por el de Rafael Caldera, candidato de Copei, partido fundado por el líder socialcristiano bajo los consejos de Betancourt. Se demostraba así que el mando pasaba de un partido a otro, fortaleciéndose la democracia representativa.
En 1967, AD sufrió su tercera división debido a los esfuerzos que hizo el expresidente para evitar que un ala radical oportunista tomara las riendas del partido blanco. En 1972, cientos de adecos y otras personas le rogaban encarecidamente a Betancourt que fuera una vez más candidato de AD, y rechazó el ofrecimiento diciendo que ya había sido presidente de Venezuela. Así demostró su talante de estadista, no de vulgar “caudillo” al que las masas enquistan ad aeternum en el poder. De esta forma supo ser factor de dignidad y de equilibrio en la Venezuela democrática. Siempre se le consultaba por los grandes problemas nacionales, pero jamás se metió en la política barata, rastrera y burocrática. Tenía derecho como senador vitalicio a una actividad parlamentaria, y fue poquísimas veces al Congreso. Un dato impactante que me ofreció un cercano descendiente del expresidente Betancourt, es que en su biblioteca personal estaba la Historia de la Venezuela, Política, Contempóranea, de veinte tomos, escrita por Juan Bautista Fuenmayor, enemigo político suyo en los años 40 y fundador del Partido Comunista de Venezuela, entonces, este estadista hasta leía a sus enemigos como buen pensador y mejor contrincante.
Creo que la única figura semejante a la suya en el mundo fue la de Friedrich Ebert, artesano creador del moderno Partido Social Demócrata Alemán (SPD), quien aguantó persecuciones del Reich alemán y fue el primer presidente de la República de Weimar. En ese cargo sufrió el asalto de las hordas del naciente Partido Comunista alemán (KPD); y luego los vestigios del militarismo prusiano le hicieron la vida imposible y falleció en 1924. Uno de los primeros partidos sumidos en la clandestinidad cuando Hitler tomó el poder fue el SPD.
Después de finalizar la gran conflagración de la II Guerra Mundial, en Alemania Federal, dominaron la escena política dos grandes partidos el SPD con figuras como la Willy Brand y Helmut Smitdt y el CDU la democracia cristiana de la cual surgieron figuras como Konrad Adenauer y Ludwig Erhard. En Venezuela, la república democrática y civil también estuvo conducida principalmente también por un gran partido socialdemócrata (AD) y por Copei un partido de orientación demócrata cristiana. Es interesante conocer que Rafael Caldera fue admirador de Konrad Adenauer, pero al parecer no siguió su vida política, sino que se empeñó en ser un “caudillo del tipo conservador” como los hubo en la Venezuela rural en el siglo XIX.
Jamás Betancourt se obsesionó con el culto a la personalidad, como lo hizo en demasía y grotescamente Hugo Chávez con apoyo de los medios de comunicación de masas del Estado. Es ahora cuando el público venezolano está disfrutando del documental sobre su vida que le hizo recientemente Carlos Oteiza, Rómulo resiste, que está siendo difundido masivamente por WhatsApp, y anteriormente ya el inteligente antropólogo cultural y cineasta Álvaro Pérez Betancourt, además de ser su nieto, le había hecho uno sobre su vida.
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