- Una razón de fondo para la catástrofe a la que condujo el chavismo fue el progresivo desvanecimiento de las siempre móviles fronteras entre lo público y lo privado. Tal vez aquel día cuando Chávez, voluptuoso en la cúspide de su poder, reclamó unos millarditos para manejarlos a su arbitrio, comenzó la debacle que ahora conocemos. Entonces dijo: «No es justo… solo estoy pidiendo 1 millardito (1.000 millones de dólares)» y más adelante: “Hemos ganado una nueva batalla. Yo comencé pidiendo 1 millardito. Ahora son 6 millarditos”
- Chávez no es que permitió la corrupción y Maduro la continuó con diligencia, sino que, más allá, crearon un Estado y un sistema corruptos. En ese sistema no es posible existir fuera de la corrupción: si necesitaba con legitimidad los dólares a través de Cadivi, había que bajarse de la mula; si quería productos desaparecidos del mercado por la regulación de precios, tenía que asistir al ritual del bachaqueo; si deseaba ese mínimo que es tener pasaporte, rápidamente o la palanca de un prócer o un billete verde preferiblemente con la cara de Benjamín Franklin. No solo hay corruptos sino un sistema que necesita sus “operadores”, testaferros, banqueros, gestores, traficantes y toda esa morralla que floreció en los intestinos putrefactos de la revolución.
- Ese sistema no se instaló de un solo viaje. Fue progresivo. Fue, por decirlo así, la rémora precapitalista que traían Chávez y sus hambrientos compañeros en el morral; ese espíritu feudal en el que los bienes del soberano son los tuyos y los míos al mismo tiempo. Sin embargo, la novedad del espíritu socialista, sobrepuesto a la vagabundería feudal, fue que se articularon al sistema en nacimiento todas las sanguijuelas que pululaban por el planeta, desde las FARC hasta Podemos, con alcabalas en los Kirchner, Ortega, Evo y muy especialmente la zanganería insaciable de la familia Castro Ruz.
- Para lograr ese sistema corrompido hasta el occipucio era indispensable la muerte de las instituciones que con su sola existencia podían imponer límites, controles y contrapesos. La supresión de las instituciones contraloras y del Poder Judicial era el paso inicial; pero, requería además la muerte del Parlamento, del Banco Central y de la Fuerza Armada. Así, fallecieron las instituciones: unas de disparos certeros, otras de putrefacción. Solo quedó en el centro de la finca aquella vigorosa vaca lechera que fue Pdvsa hasta que, finalmente, convertida en cuero seco, pasara a compartir el cementerio rojo. El espacio de las instituciones lo llenaron las mafias.
- Ese sistema se extendió y ha inficionado todo. Su brazo armado han sido los financistas que han comprado negocios, familias y voluntades. La recuperación de la República pasa por liquidar el sistema instalado. ¿Gobierno de transición con Padrino López y el Maikel? ¿Están locos?
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