El premio Nobel de Economía de 2017 recayó en el estadounidense Richard H. Thaler por su contribución a la economía del comportamiento, o lo que es lo mismo, por sus investigaciones sobre la influencia de la psicología en la toma de decisiones económicas. Siempre se ha asumido que los ciudadanos teníamos información suficiente para actuar de la manera que racionalmente más nos convenía económicamente; sin embargo, Richard H. Thaler afirma que existen otros factores psicológicos que influyen en la toma de decisiones, que hacen que haya, a veces, un comportamiento irracional. Estos otros factores los clasifica en tres campos: la racionalidad limitada, las preferencias sociales y la falta de autocontrol.
Racionalidad limitada. Thaler desarrolla aquí la teoría de la contabilidad mental, que incluye, por ejemplo, la influencia de los puntos de referencia. Así describe cómo en una búsqueda por Internet, nos guiamos fuertemente por el precio que nos muestran como más bajo. Además, habla del mayor valor que damos a los productos que poseemos, frente a los que podríamos adquirir por el mismo valor.
Preferencias sociales. Thaler analiza la influencia de la percepción de lo que es justo en el comportamiento económico. Así, estamos dispuestos a renunciar a beneficios materiales por lo que se considera una causa justa. Por ejemplo, muchos boicots tienen éxito contra empresas que se considera que han violado unas reglas básicas.
Falta de autocontrol. Thaler estudia las tensiones existentes entre hacer en el corto plazo y planificar en el largo plazo. Sucumbir a las tentaciones del corto plazo tiene normalmente mucho que ver con el fracaso de decisiones a largo plazo, como, por ejemplo, ahorrar para la vejez. También habla de la posibilidad de dar un pequeño empujón a los consumidores para fomentar estas decisiones a largo plazo. Por ejemplo, que la decisión de suscribir un fondo de pensiones, a través de una casilla en la nómina, sea positiva por defecto. Esto, sin embargo, también se ha considerado como paternalista.
Podemos ver que en las conclusiones de Thaler hay muy buenas noticias. Cabe destacar el área de preferencias sociales. Los consumidores están dispuestos a tomar decisiones influidos por lo que se puede considerar como justo. Un ejemplo potencial de esto podría ser, con una campaña informativa adecuada, la decisión de consumir productos ecológicos, decisión que se realizaría aunque pudiera significar un perjuicio económico. Otro ejemplo podría ser el de consumir menos los productos de “fast fashion”, donde una rotación elevada de los productos textiles pueden generar una mayor contaminación y un consumo innecesario.
En el resto de comportamientos “irracionales”, de los que aquí solo se ha hecho una muy pequeña selección, se podría decir que adoptar una actitud paternalista es probablemente erróneo, ya que es peligroso considerar a alguien como portador de la verdad. ¿Qué ocurriría si se fomentase un tipo de conducta y que tiempo después se viera que esta no era la correcta?
Sin embargo, si sería interesante informar a los consumidores de estos comportamientos “irracionales”, para que pudieran tomar las decisiones que creyesen más convenientes. Por ejemplo, informar sobre cómo mucho del consumo a corto plazo que pudiera resultar innecesario influye negativamente en el ahorro a largo plazo, que podría ser considerado como más racional.
No debemos olvidar, sin embargo, que el propio Thaler afirmó, irónicamente, que el dinero que había ganado por la concesión del premio Nobel tenía pensado gastárselo de la manera más irracional posible, ya que una de sus mayores aficiones era jugar al golf.