- Es el título de un libro mío, publicado casi al comienzo del chavismo en 2002 y en diciembre de 2020 salió la edición digital en Amazon Kindle[1]. Como es natural, revisé el texto original y aparte de algunas correcciones menores me pareció que recogía el proceso básico que dio origen a la catástrofe que hoy conocemos. Quisiera, con la venia de los lectores, citar algunos de los párrafos de esta obra.
- “La revolución murió mucho antes de que Hugo Chávez dejara la Presidencia de la República. En Venezuela llegó al poder un movimiento cuyo propósito esencial fue llevar a cabo una revolución. Durante varios años se intentó desarrollarla, se emplearon todos los recursos del Estado disponibles, se movilizó al país como pocas veces en su historia contemporánea y el resultado final ha sido una revolución muerta, flotando sin rumbo en medio de una sociedad convulsionada”.
- “¿Fue incapacidad de la democracia por reformarse y atender a las demandas de los ciudadanos venezolanos? En todo caso, resulta sorprendente que los dirigentes fundamentales no advirtieran la conmoción que recorría el subsuelo del sistema político o que no pudieran percibir la profundidad que tenía la revuelta que se avecinaba. Pero, tan insólito como la debilidad del sistema fue el tipo de régimen que se instauró. La alianza entre los radicales de la izquierda y de los militares, aunque no era extraña al país, no pareció nunca tener posibilidades serias de llegar al poder. En Venezuela, esa hipótesis fue derrotada en la década de los sesenta y en América Latina la experiencia del general Juan Velasco Alvarado en Perú (1968 / 1975) parecía no haber dejado herencia”.
- Sobre los partidos: “Al constituirse en las herramientas del reparto de la renta petrolera se convirtieron en los principales beneficiarios de la renta política que, a cambio, les era provista como contraprestación social. Se transformaron en la bisagra entre el Estado y el resto de la sociedad y en parte orgánica del Estado. Se hicieron partidos-de-Estado: dejaron de ser formas de existencia de la sociedad civil, para convertirse en formas de existencia del Estado ante la sociedad civil”.
- “Esa mutación tuvo profundas implicaciones en el modo de constituirse y ser las organizaciones políticas venezolanas. Todas estas, las de derecha e izquierda, las viejas y las nuevas, las capitalistas y las anticapitalistas (salvo las ilegales), se convirtieron en elementos orgánicos del Estado. Sus miembros fueron expresión de la economía partidista que intercambió recursos del Estado a cambio de apoyo político”.
- “La ideología que alimenta este papel preeminente del Estado en la cultura venezolana es la del ‘socialismo fiscal’, en el cual el Estado, sin necesidad de apropiarse de los medios de producción privados, puede ser propietario de suficientes medios de producción estatales como para convertirse en el agente económico predominante. Así, se han creado empresas, empleos, productos, gerentes y corrupción estatales en una proporción elevada, sin necesidad de colocar bajo la propiedad del Estado a las empresas del sector privado”.
- “Los valores que derivan de esa manera de relacionarse los agentes económicos y sociales están presentes como componentes estructurales de la democracia venezolana. El Estado se ha convertido en el representante del bienestar colectivo a través de su condición de gran redistribuidor de recursos. Lo hace mediante grandes contradicciones que se evidencian en el deterioro creciente de los servicios públicos, ineficientes y costosos, y en la desatención a las demandas concretas de los ciudadanos. A la postre, la función social del Estado se transformó en la coartada de su expansión con rendimientos cada vez peores”.
- “En la Copre se llegó a la conclusión de que había que avanzar en el proceso de reestructuración y redistribución del poder en la sociedad como manera idónea de preservar el régimen democrático. En particular, el proceso de descentralización, las reformas del sistema electoral, así como cambios en la administración pública y otras ramas del poder público nacional, fueron objetivos importantes. En algunos casos, condujeron a dinámicas de transformación capaces de alterar el lugar de los actores políticos y sociales, propiciando la emergencia de algunos nuevos y creando condiciones para la desaparición de algunos de los viejos. Ese proceso de cambios fue sumamente difícil y los partidos políticos no fueron capaces de ser su vanguardia. Se rezagaron y solo mediante la presión de la opinión pública, a través de complejos mecanismos de negociación, aprobaron propuestas como la elección de gobernadores y alcaldes”.
- “Un aspecto que resalta en esta debacle es la carencia de necesidades intelectuales en los partidos. Los partidos, devenidos en piezas del Estado, perdieron los estímulos para promover o insertarse en el debate intelectual, su vida y –como se vio después- su agonía, dependió de la fortaleza del Estado… Ante la falta de claridad que deriva del desconcierto político e intelectual, los dirigentes dejaron de dirigir y se colocaron a la cola de las tendencias de la opinión pública de acuerdo con las demandas reflejadas en los estudios de las empresas especializadas… El resultado fue que los jefes principales de la democracia venezolana, enfrentados al gobierno de Carlos Andrés Pérez, se colocaron en función de suministrarle combustible al ascenso de Hugo Chávez al poder… La crisis intelectual de los partidos es, en realidad, de la mayor parte de la sociedad”.
- “Chávez no es ningún advenedizo de la política, ingresa a las Fuerzas Armadas como parte de un proceso de penetración que iniciaron los grupos de izquierda en los sesenta y setenta dentro de la institución militar. Mientras la guerrilla y los militares se enfrentaban en una lucha que terminaron ganando estos últimos, siempre hubo un trabajo de los grupos de izquierda, especialmente del Partido Comunista, dentro de las filas castrenses, lo cual dio lugar a dos alzamientos militares de carácter revolucionario. Mientras el país pensó que había habido una derrota de la izquierda insurreccional, que luego fue pacificada por Caldera, y que las Fuerzas Armadas habían definido una ruta institucional que se tenía como ejemplar en América Latina, la procesión, en realidad, andaba por dentro. Como se ha demostrado, la relación entre grupos militares y sectores de izquierda insurreccional nunca cesó y, al contrario, se fue profundizando a lo largo del tiempo. Esta relación es fundamental para entender las fuentes ideológicas del proceso”.
- “Los militares siempre han sido en Venezuela el sujeto de la sedición y el objeto de la seducción. Los episodios traumáticos de cambio de la vida contemporánea de Venezuela comienzan o terminan, cuando no ambas cosas, en los cuarteles… Lo peculiar de esta situación es que los militares, leales o no a la democracia, siempre han estado como los fieles de la balanza, como la última instancia para la resolución de los conflictos que un Estado de Derecho precario y mal constituido no puede resolver por sus propios medios… Se ha sostenido con frecuencia que los militares venezolanos han sido manipulados por los partidos políticos, con la finalidad de obtener su lealtad; pero, este es solo un aspecto del asunto; la realidad es que los altos oficiales con frecuencia se han servido de los partidos para promover y proyectar sus propias aspiraciones personales y grupales dentro de la organización… la conspiración no ha sido un hecho extraordinario, sino una manera de desarrollarse institucionalmente, por una vía deformada, la corporación militar”.
- “Chávez y su movimiento lograron articular una alianza social muy amplia contra las llamadas cúpulas empresarial, política, sindical y gremial, en todas las cuales se expresaba la participación y el control de los partidos fundamentales del sistema anterior, Acción Democrática y el partido socialcristiano Copei. Esta forma de construir la alianza y de definir los enemigos tuvo una importante significación en la estructura del mensaje revolucionario: se construyó el escenario de los ‘de abajo’ contra los ‘de arriba’, de ‘los pobres’ contra ‘los ricos”.
- “La segunda función de las elecciones fue fundar una nueva legitimidad no atada primordialmente a las instituciones de representación sino a la popularidad presidencial y del régimen, en general. La legitimidad, como aceptación ciudadana del ejercicio del poder en el marco del Estado democrático de Derecho, se sustituyó por la legitimidad basada en la popularidad presidencial. Esa forma de fundar la legitimidad en el prestigio popular del presidente fue esencial. No era posible basarla en instituciones cuya destrucción se procuraba ni en un sistema de representación cuya esencia se cuestionaba, aunque fuese con instituciones nuevas”.
- “Ninguna política seria fue destinada a superar esa pobreza. Todas, sin duda, fueron orientadas a reproducirla. No fue un hecho voluntario o explícito, fue la consecuencia lógica de su pasión torpe y perversa por los pobres, convertidos en excusa pavorosa para someter a los no pobres y luego para ignorar a los propios pobres convertidos, al final, en meras palabras perforadas por el cinismo… Cuando estas reflexiones finalizan, el cadáver inflado de la revolución flota sobre un gobierno que no se resigna a su derrota. Chávez se transformó de líder de la revolución en el presidente de un mal gobierno. Pero lo fundamental es tener presente que fue la sociedad venezolana, la misma que después lo repudió, la que convocó a las fuerzas que Chávez representó… La revolución, como El Dorado, fue la oferta que encandiló a un país que sin esfuerzo propio iba a brotar próspero, libre, igualitario, de la gesta del redentor a caballo. No se logró el propósito, las esperanzas se desvanecieron. La desilusión volvió a habitar el país que se enamoró de sus fantasías”.
- Invito a leer este libro que sigue allí, como testigo de una mirada que tal vez vale la pena compartir.
[1] https://www.amazon.com/Revoluci%C3%B3n-Desilusi%C3%B3n-Venezuela-Ch%C3%A1vez-Spanish-ebook/dp/B08QYJJGB4/ref=sr_1_1?dchild=1&keywords=revoluci%C3%B3n+y+desilusi%C3%B3n&qid=1611674072&sr=8-1
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