OPINIÓN

¿Revocatorio o tres años más de Maduro?

por Nelson Chitty La Roche Nelson Chitty La Roche

Nicolás Maduro durante el cierre de campaña/ foto cortesía

“¿Es el piadoso (τὸ ὅσιον) amado por los dioses porque es piadoso, o es piadoso debido a que es amado por los dioses?” Sócrates pregunta a Eutifrón

Para los griegos el dilema está impregnado de eticidad. Inicio esta reflexión de esa manera porque advierto que se ha venido planteando, cual dilema, diversas opciones políticas para el país. Me referiré, sin embargo, a la que aparece titulando estas notas.

Debo no obstante para no exhibirme cual cándido e ingenuo, connotar a lo escrito que también se observa un cálculo en las actuaciones de quienes han venido liderando si no la oposición las pretensiones de poder desde hace poco más de una década. No nombraré a nadie, pero el lector, sabrá a quienes me refiero.

El referéndum revocatorio es un derecho político consagrado en la Constitución vigente. Es un ejercicio de democracia directa y de control de la gestión de gobierno. Es un ejercicio de soberanía y desde luego constituye un avance en el mejoramiento de la institucionalidad democrática; sobre todo en este tiempo en el que universalmente la democracia como sistema de gobierno y más aún como forma de vida adoptada por una sociedad, se considera en un jaque continuo por inconformidad ciudadana.

Ante la crisis venezolana, evidenciada en el sostenido desmejoramiento de las condiciones de vida de su población, paupérrimos y vulnerables los conciudadanos, se nos ofrece una constatación dramática. Quienes gobiernan no lo saben, no lo pueden, no lo quieren hacer distinto y quienes están llamados a demandar el traspaso del mando tampoco. En eso consiste la crisis, ni los unos ni los otros lo han hecho bien, y parece que, ni los unos ni los otros lo saben hacer diferente.

Es tiempo de convocar entonces a la soberanía y hacerlo pacíficamente, democrática, electoral y constitucionalmente. Se trata de patentizar aquello que Popper comentó, y lo parafraseo, la democracia es el sistema que permite el traspaso del mando de unas manos a otras sin derramamiento de sangre.

Entiendo que superar este trance maligno en el que agoniza la república exige a los ciudadanos una conducta acorde con el bien común en sus diversas formas. En particular, con aquella que apunta a la dignidad de la persona humana como presupuesto estratégico de la organización social.

Empero, ya aparecieron quienes objetan el canal referendario acudiendo a razonamientos, a nuestro juicio, inconsistentes o interesados. Claro que también hay quienes opinan en un ejercicio de conservadurismo o lo hacen fundamentando su disidencia, en el ánimo de evitar formulaciones que puedan constituir una secuencia aún más peligrosa que aquella de esperar pacientemente tres años más para ver si electoralmente se puede revocar, como tal vez diría Schumpeter, a uno de los peores gobiernos en la historia del mundo.

Varios piensan y lo dicen y otros cavilan y se callan que, si resultare revocado Maduro, no estaríamos listos para escoger a un compatriota que termine su período e inicie una etapa de cambios, los cuales serían delicados y radicales.

Los privilegiados que hemos asumido como los dirigentes de la oposición tienen que reconocer que han perdido el prestigio y la confianza de la gente. Lo grave es que no están dispuestos al barajo que, por ética de la responsabilidad, como diría Weber, imponen las circunstancias y por el contrario prefieren esperar tres años, al menos, que dedicarse a sumar su voluntad y su ascendiente a la pronta búsqueda de la salida de Maduro que, a nuestro parecer, la clave de bóveda de una estrategia redentora.

Ellos, los descritos anteriormente, no viven en el pandemónium que es la realidad que nos comprende a los demás; precarios, frágiles y expuestos a todas las miserias. Cabe insistirles que, es este régimen que se autodenominó revolución bonita, una fuente de fracasos, abusos y errores, que de acuerdo con todos los estudios hechos cada día que pasa nos hunde más en la disfuncionalidad cuasi absoluta como sociedad y como Estado.

Puedo creer que les parezca pertinente examinar los escenarios posibles de actuación ciudadana y todavía más, ensayar con otras fórmulas que puedan resultar de esas ponderaciones, pero lamento que se niegue la única vía pacífica y electoral que pueda acercar una revolución copernicana que el país demanda entre jadeos y sollozos.

Encovi nos ha venido aturdiendo año tras año. Nos ha demostrado que ni siquiera, para decirlo coloquialmente, hemos encontrado una piedra para estrellarnos, sino que seguimos en caída libre y me pregunto en dónde radica la inconveniencia o la impertinencia de sumar esfuerzos para apurar un desenlace que nos permita dejar de vivir muriendo como hacemos actualmente.

Sabemos que “los rusos también juegan”, conocemos al chavomadurismo, militarismo, ideologismo, castrocomunismo y el miedo que tiene los depredadores y la camarilla que nos ha saqueado y desfigurado de enfrentar la justicia.

Con esto quiero decir que intuimos, y no nos sorprendería que se trate de sabotear desde el gobierno, el referéndum revocatorio. Pero, resulta más difícil de digerir que los obstáculos aparezcan en aquellos que pretenden pasar por conductores de la oposición.

Confieso que me he impuesto no polemizar o hacerlo mesurado y equilibrado con otros que como yo se sienten opositores. El forcejeo hacia los lados nos ha distraído bastante y ha debilitado las políticas llamadas a presentar las fallas, falencias, carencias y denuestos de la satrapía autoritaria que encaramos. Ello ha sido causa eficiente de desatinos y estolideces repetidas.

La calle pareciera inficionada de un agente navideño que va más allá del adviento y descarga su malestar, tristeza, frustración, desarraigo y rencor, que lo distrae del averno en el que realmente vive.

Veremos cómo evoluciona la conciencia ciudadana y no olvidemos que, a partir del 10 de enero del 2022, Nicolas Maduro es susceptible de ser revocado. ¡Revoquémosle!

nchittylaroche@hotmail.com

@nchittylaroche