OPINIÓN

Revocados los atajos

por Carlos Blanco Carlos Blanco

  1. Las epopeyas de la ciudad dicen que no se pueden ―ni deben― tomar atajos para hacer que Nikolai salga de Miraflores. Se insiste en que, más bien, debe ser un esfuerzo de empujoncitos, razonamientos frecuentes, intentos de asustarlo, y muy especialmente obligarlo a “que se cuente”. El fundamento último de quienes ven estas posibilidades es que si al Stalin de Cúcuta se le dice que tiene miedo, que está asustado, que no se atreve, entonces morderá el anzuelo y cometerá su último suicidio: admitirá unas elecciones libres, los votos lo sacarán de su covacha y el país será libre. Una versión del cíclope gigante opositor que le dice con frecuencia al temeroso Nikolai “a que no me quitas esta pajita”.
  2. La más reciente peripecia para evitar los atajos de la salida rápida -un, dos, tres- es el intento de revocatorio presidencial. Es vendido como un camino ciertamente más lento, pero que ofrecería unas seguridades que los inventos radicales se abstienen de presentar. El argumento tiene la convicción de la transitividad, si A=B, y B=C, luego A es necesariamente igual a C. Dicho en buen romance: si la mayoría está contra el régimen y si el régimen se cuenta, el régimen está derrotado. Entonces, habría que forzarlo a contarse para completar la faena. No es solo hipótesis sino que cuando se ha contado efectivamente se le ha derrotado, como en la elección de la Asamblea Nacional de 2015 y más recientemente en el estado Barinas.
  3. Inspirados por esas indudables, y tan fugaces como fugadas, victorias, eso que llaman el resorte democrático del país o el ADN libertario se pondría nuevamente en juego para los dos hitos que ahora embelesan: el referendo revocatorio presidencial y las elecciones del reemplazo en 2024. Antes de proseguir: ese “resorte” o ese “ADN” constituyen peticiones de principio, indemostradas; como si haber vivido 40 años en democracia eximiera a que esos mismos que la disfrutaran se propusieran derrocarla, no por un golpe de inconsciencia sino por su más perfilada voluntad. Pero sigamos…
  4. Como se sabe, el jefe del Kremlin cataqueño admitió, disfrazado de payaso con el ánimo del guasón, el revocatorio como una figura institucional y electoral. Sus partidarios ―sorprendidos con la socarronería― han pegado el grito en el cielo y hasta los representantes de Capriles y de Rosales en el Consejo Nacional Electoral han manifestado su estudiado asombro, porque así las votaciones no serían ni “medianamente transparentes”.
  5. ¿Qué ha pasado ángel de amor para que en esta apartada orilla, en vez de salvar la honrilla, has creado resquemor? La respuesta es clara: los camaradas están dispuestos, por aquello de la honrilla, a distribuir espacios controlados, a admitir derrotas cuando se les complican las previsiones en esos espacios, pero jamás admitirán sin guerra que el núcleo del poder sea reemplazado, a menos que una fuerza superior los obligue. ¿Referendos, elecciones para que Maduro se vaya? Nunca, salvo simulacros, procesiones bailaditas, que al final terminan a palazo limpio o a machetazos.
  6. El revocatorio parece haber sido anulado ya; sin embargo, no hay que descartar una parodia de rectificación, según la cual en vez de acabar con esa consulta cortándole la cabeza, vía Tribunal Supremo, se logre el mismo resultado con veneno de alta potencia, modificándolo aquí y allá. El caso es que –debe decirse de nuevo- no hay manera de que los rojos salgan del poder por vía de la comisión de avenimiento, ansiosa de reencontrarse en México para el exorcismo habitual.
  7. Cuando se les escapa la liebre como con la AN-2015 y Barinas (hay más ejemplos) ocurre el proceso de asfixia mecánica conocido: se anula su actuación, si no hay rendición incondicional hay cercenamiento de espacios, atribuciones y símbolos. Lo que perdura de esa AN es un presidente ambulante, una comisión delegada y diputados que no tienen condiciones para ejercer su función, aunque algunos pocos se hayan convertido en potentes voces en el desierto.
  8. El próximo señuelo es el de las elecciones de 2024 en el que, ya pregonan, si nos unimos todos (incluidos aquellos que quieren cohabitar con el régimen y los que se plantean sacarlo) entonces Maduro no tendrá remedio sino aceptarlo. Claro, como es previsible que no lo haga, siempre queda otro argumento: si hace trampa le demostraremos al mundo todo, y a la gente de Marte y de Júpiter, que Maduro hace trampa. No se saldrá con la suya -aseguran- porque los desenmascararemos.
  9. Como se puede apreciar, los verdaderos atajos son esas elecciones engañosas que ofrecen sacar a Maduro por la vía de convencerlo de lo bueno que es que él salga de Miraflores. Esos son los atajos para llegar a ninguna parte, son esos giros impresionantes y llenos de riesgos de 360 grados destinados a desenmascarar a quienes tienen infinitas máscaras de reemplazo.
  10. ¿Y tú qué propones? ¿Yo? ¿Me preguntas a mí? Yo me copio de alguien que propuso hace tiempo, con voz insegura, pero braceando en el río de los acontecimientos, lo único deseable y posible: “el cese de la usurpación”. ¡Ah, claro! Pero, ¿cómo? Mediante la elección, selección, escogencia, de una dirección política comprometida con ese objetivo que organice y coordine las fuerzas domésticas e internacionales. ¡Pero es que a nadie le interesa Venezuela hoy! Es verdad, porque solo interesa lo que bulle, hierve, se moviliza, como en 2002, 2003, 2004, 2005, 2007, 2012 y 2013, 2015, 2017 y 2019 la última vez.
  11. Cuando alguien te responde coge un fusil y vete a Miraflores, nadie te lo impide, se ejerce uno de los más miserables chantajes porque la condición para “coger un fusil” es que haya una dirección que lo quiera, que esa dirección organice a las fuerzas militares y civiles, que se busquen las alianzas para lograr esa finalidad. Es el tipo de argumento que responde cuando tú dices que no te gusta ese cuadro de Picasso: ¡anda pues, píntalo tú!
  12. O como cuando alguien dice que Maduro es ilegítimo desde, al menos, 2018, y te responden: es el que atiende el teléfono en Miraflores, como ocurría con Pérez Jiménez al que ni Rómulo, ni Caldera, ni Gustavo Machado, ni Jóvito Villalba, llamaron aunque sabían que era el que contestaba allí. Complemento de lo cual es decirte que si no lo reconoces igual no deberías sacarte un pasaporte que es producto de la misma administración al meter en el mismo saco un derecho de identidad ante el Estado al que no puedes ni debes renunciar con la acción de un régimen usurpador al que puedes y debes combatir.
  13. Los atajos son aquellos que no solo demoran sino que desvían del objetivo principal. Las elecciones que procuran sacar a Maduro del poder sin la fuerza que lo haga posible, lo que hacen es estabilizarlo. Ya vimos a los gobernadores del G4 rendir reverencia a Maduro porque, en verdad, Maduro es el que contesta el teléfono. Además tiene un celular que puede contestar desde la playa.