El entusiasmado y risueño encuentro, tan luminoso, que traslucía a pesar del tapabocas protector contra el coronavirus, de reluciente cordialidad y radiante apretón de manos en Miraflores, casa de misia Jacinta, el reconocido presidente, por los recién electos gobernadores “adeco opositores”, siempre acompañado de la primera combatiente y el presidente de la Asamblea Nacional como testigos, parecía un ambiente de conveniente colaboración e interesada revisión de posiciones. Con virus y mutaciones alebrestadas, en un contexto de hartazgo; convertidos los Chávez en historia pasada, recuerdo negativo, y sin poder definir la posición del Mazo Dando, pero no sería arriesgado ni aventurado considerarlo con menos fuerza, según estiman analistas y comentadores en los diferentes -“multisápidos”, diría Rómulo Betancourt- que habitualmente aciertan poco.
Más allá sean los niveles de popularidad, aceptación, fortaleza de chavistas y maduristas, el heredero gratificado de afirmación parece ser ya, o mínimo avanza veloz y eficaz, como jefe máximo del país. La revolución se apelotona, el sucesor se libera.
¿Pero conviene al sancionado-solicitado mantener la imagen de tirano procastrista, sin iniciativa ni poder propio? Seguramente no. Y pudiera ser que haya pensado lo mismo. Porque tiene un marcador contraste. El interino. Que no tiene poder real dentro de Venezuela, que cada día malbarata el respeto y confianza ciudadana; combinado con el demasiado variopinto de partidos y dirigentes que lo traiciona, decrece, se desprestigia, abandona, y por un milagro -cada vez menos- conserva respaldo político, judicial e incluso económico internacional.
No se trata de que lleguen a acuerdos. Aparentan discrepancias públicas y en privado convienen, hacen y deshacen lo que les viene en gana, sin rendir cuenta ni consultar a sus “representados”.
Una salida del gobierno por parte del madurismo y el PSUV en relación con la entrada de una oposición que responda al interés político partidista de colaboradores, bolichicos y enchufados, es ocultamente manejada con una propuesta de ley de amnistía, tragándose sapos. Pueden ser dos caras de la misma moneda, polos opuestos del mismo mundo. Ni el presidente constitucionalizado necesita dirigentes no obedientes, ni el interino respaldado por la Casa Blanca en Washington, de Nariño en Bogotá, No. 10 de Downing Street en Londres, Bruselas en la Unión Europea, necesita dinosauros, traidores, ególatras portadores del favor y la divinidad celestial.
Poderes constitucionalmente electos pueden llegar a acuerdos favorecedores para la suspensión progresiva de sanciones y el regreso de las inversiones, con la ciudadanía certificando, avalando y los partidos políticos legitimados por su militancia. No sería situación extraña, hay precedentes. El Pacto de Puntofijo en Venezuela. El acuerdo entre Pinochet y la alianza social-demócrata y demócrata-cristiana en Chile. La toma de control por Deng Ziao Ping en China sobre el maoísmo. Los acuerdos entre el Partido Comunista, empresarios y opositores en Rusia para cambiar el stalinismo. Y para no hablar de concesiones y convenios efectivos aunque con malos resultados por manejos mediocres para el ascenso de Mauricio Macri primero, y el peronismo ablandado después en Argentina. Sin entrar en experimentos fallidos pero en acción en Perú y lo que finalmente suceda en Chile al cual un joven ignorante puede llevar a cinco años de caída en preparación al regreso de la llamada Concertación.
Venezuela puede, pero no debe continuar en el camino de solos contra el mundo, y el reconocido sucesor lo intuye, lo percibe y parece vislumbrarlo; busca con premura –pero sin desesperación- algún tipo de acuerdo que permita apartarse con dignidad e impulso por un tiempo, pero convertido en alternativa. El referéndum revocatorio está muy lejos de ser la solución, y por ello, ha sido políticamente descartada. La verdadera oposición debiera empezar a darse cuenta, si no lo ha hecho ya.
El oficialismo es consciente -aunque lo niegue- de que ese apartarse con respetabilidad, decoro y sobriedad se logra exclusivamente convocando una elección general que cumpla y reúna normas de observación mundialmente aceptadas, esa es su única salida sin tener que seguir el proceso que ahora padece Alex Saab, atrapará a Carvajal y a muchos otros.
Reconocido e interino, presumen saber qué son, dónde están y hacia dónde deben ir. Moscú, Turquía, Irán y Pekín son jugadores que usan a Venezuela, pero saben que Washington no permitirá y Biden no es el destino real de Estados Unidos. Ese país, sigue siendo el principal del mundo, la Unión Europea, China y Rusia conocen sus limitaciones y cuáles sus caminos. A todos les conviene militar, económica y políticamente, una Venezuela estable, sin castrismo, comunismo y en plena recuperación.
También lo saben los cubanos, deben estar inquietos y preocupados porque su única salida es la caída del castrismo en el malecón. Un castrismo que ya no tiene a Castro.
@ArmandoMartini
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional