El Plan de la Patria 2019-2025 de Venezuela es un documento que establece los objetivos y lineamientos de política del gobierno venezolano para este período.
Ciertamente plantea objetivos loables como superar la pobreza extrema, garantizar servicios públicos de calidad, impulsar la soberanía alimentaria y el desarrollo industrial promoviendo valores como la igualdad social, la preservación ambiental y la independencia nacional e incluso, busca fortalecer la democracia participativa y protagónica.
Pero dadas las circunstancias actuales, es oportuno evaluar con ojo crítico su verdadero alcance, ya que la gran mayoría de las metas permanecen equidistantes dada la grave crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela en el penúltimo año que abarca el Plan.
Lo más notable en este Plan es que no aborda de manera concreta cómo revertir el deterioro institucional, la emergencia humanitaria, la inflación y que a pesar del estado de la industria petrolera, sigue dependiendo en gran medida de estos ingresos petroleros, lo cual es riesgoso dada la volatilidad de los precios del crudo.
Otro aspecto importante es el discurso de confrontación con sectores de la oposición y la comunidad internacional, así como la prolongación del modelo económico estatista y centralizado que ha mostrado poca efectividad hasta el presente.
Hasta este momento, ya estando a punto de terminar el periodo de cobertura de dicho Plan, es oportuno señalar que no representa un cambio de rumbo significativo respecto a las políticas que llevaron a la crisis actual. Lograr sus objetivos requería profundos ajustes económicos que están en el olvido, un diálogo sincero con todos los sectores, la recuperación del Estado de Derecho, entre otros.
A pesar de que finalizamos un primer trimestre con una inflación acumulada de apenas 4,1%, esta continua siendo una de las más altas del mundo, lo que no permite la recuperación del poder adquisitivo de los venezolanos y si a esto se suma la no reactivación de la producción nacional, puede afirmarse que la economía productiva venezolana sigue en declive, con caídas en sectores clave como manufactura, agricultura, construcción y comercio. La falta de inversión, insumos, mantenimiento y políticas adecuadas siguen agudizando el colapso.
Al no poder producir bienes y servicios suficientes internamente, Venezuela se ha vuelto cada vez más dependiente de las importaciones, incluyendo alimentos, medicinas, ropa y calzado; a nuestro modo de ver las cosas, esta situación mantiene la economía paralela de dólares.
Otro aspecto en el cual no se han logrado avances es en el aumento de la inversión extranjera, entre otras cosas por la inseguridad jurídica y las sanciones internacionales siguen manteniendo muy bajos los niveles de inversión privada extranjera directa en el país.
En general, se puede observar que el Plan de la Patria no ha logrado sanear las finanzas públicas, reactivar la economía productiva privada, terminar de controlar la inflación ni atraer inversión extranjera significativa, motivo por el cual la crisis económica sigue flagelando la economía y el futuro de la presente generación.
Sin embargo, es necesario señalar que a pesar del grave panorama actual, el gobierno ha intentado mantener el programa asistencial de bonos y la bolsa CLAP, pero con un alcance y calidad insuficiente para alcanzar un sistema alimentario digno.
Tras años de descontrol, el gobierno mantiene una relativa estabilización de la paridad cambiaria oficial y paralela, aunque a niveles muy desfavorables para el bolsillo de la mayoría de las personas. También es importante señalar que Venezuela ha logrado renegociar en alguna medida parte de sus compromisos de deuda externa con algunos acreedores, evitando por ahora un default de consecuencias más graves.
Es una realidad que principalmente a punta de petrodólares y oro, Venezuela ha conseguido aumentar ligeramente su exiguo nivel de reservas internacionales en los últimos años, aunque el último mes se observó una caída con respecto al mes de enero del presente año, -según el CEIC-, las reservas actuales al cierre del mes de marzo de 2024, rondaban por los 9.800 millones de dólares, una cifra que genera profunda impotencia, para un país bendecido con tantos recursos naturales.
No se puede pasar desapercibido la polémica política sobre las criptomonedas, lo cual merecería un artículo aparte. Para finalizar, se puede señalar que luego de hacer una revisión general del Plan de la Patria 2019-2025, éste se encuentra muy lejos de revertir o compensar la masiva crisis económica, social, política e institucional que vive la nación, y algunos de sus alcances son muy parciales e insuficientes en relación a las metas planteadas inicialmente, con lo que podemos decir con propiedad que Maduro y su gobierno están más que reprobados.
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