Son incontables los expertos, analistas y voceros políticos que insisten con frecuencia que el régimen imperante ha producido un gran retroceso en todos los órdenes de la vida nacional.
No estoy de acuerdo. En general, el concepto de retroceso no se aplica a la tragedia venezolana. Retroceder a los años del auge democrático, por ejemplo, no sería un mal sino un bien. Un bien imposible, porque tal retroceso no podría ocurrir, aunque sí una nueva etapa de reconstrucción, que es otra cosa.
La hegemonía roja lo que implica es un salto en el vacío. Un despeñadero sin precedentes desde que se iniciara la era petrolera, que por cierto está acabada, a pesar de las importantes reservas de hidrocarburos de nuestro país.
Salto en el vacío, terreno inexplorado, catástrofe humanitaria, es lo que corresponde para tratar de entender el proceso de destrucción de Venezuela.
Y estas no son disquisiciones ociosas, sino, me parece, sustantivas. Ayudan a entender la dramática realidad, y por tanto podrían también ayudar a cambiarla.
¿Habrá voluntad para entender y luchar en consecuencia? Espero que sí.
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