Al señor Montoya:
Respondo sus comentarios y aclaro:
1. No soy ni he sido un «cantautor marxista». Si lo fuera, estaría en Cuba o en Venezuela, gozando de las influencias y ventajas que disfruta su élite.
2. El resultado a favor del candidato ganador no representa a «la conciencia de la mayoría de los votantes». 67% por ciento de los sufragios rechazó al presidente electo Mulino. Ganó con un escaso 33% o 34% del total. Eso no representa un inequívoco “mandato”.
3. El «giro a la derecha» en Panamá existe solo en la mente alucinada de sofistas como usted, Sr. Montoya. El propio presidente electo ha dicho que no lo es. Nuestra República nunca ha estado en peligro de convertirse en una Cuba, Nicaragua o Venezuela porque nuestra «izquierda» ha sido por décadas «ambidextra» y porque el justificado disgusto del pueblo jamás ha tenido una orientación ideológica. Aquí manda el «clientelismo» y el «que hay pa’ mi» y mientras eso sea una realidad, ni Marx ni Mao llevan el menor chance de ganar una elección, como tampoco el Opus Dei.
4. En el «umbral de los 70» que describe el derechista Ariel Montoya, mi posición fue la de apoyar a los sandinistas porque representaban una causa justa: la de eliminar a la dictadura militar de Anastasio Somoza y a su casta de corruptos en el poder. Cuando Daniel Ortega se transformó en eso que valerosamente una vez combatió, lo denuncié públicamente. No fui el único decepcionado.
El hecho de que Ariel Montoya aún admire al dictador Somoza por ser este un defensor de «la derecha» que él defiende, exhibe la enfermedad terminal de su argumento.
5. El Sr. Montoya se contradice en su propio escrito. Me dice que «lavar los trapos sucios se hace en casa».
Primero, ¿si los trapos sucios se lavan en casa, que hace Ud. hablando de mis trapos?
Segundo, ¿acaso no fue eso lo que hice? Indiqué desde Panamá en varias entrevistas mi disgusto por el triunfo de una candidatura impuesta por un convicto por corrupción y hoy prófugo, asilado y protegido bajo la dictadura de Daniel Ortega. Por otro lado, la corrupción debe ser denunciada dentro y fuera de la casa, Sr Montoya: un trapo sucio debe ser denunciado públicamente y “lavado”, punto.
6. El pueblo panameño no votó por la derecha, Sr. Montoya, votó por la promesa del «chen-chen» (dinero). En Panamá, como en otros países, los votantes no se identifican con ideologías: consideran los beneficios que recibirían y apuestan a cambio de promesas.
7. Yo no odio a mi pueblo. Esa es la mentira que políticos corruptos desean que usted promueva. Defiendo y defenderé a mi país siempre, y a los 75 años sigo creyendo que es posible para Panamá el crear una sociedad más justa y solidaria.
8. Mi opinión no está dirigida en contra del proceso democrático. Se refiere a la ausencia de criterio y pensamiento que se ve traducido luego en un resultado electoral esquizofrénico: el voto democrático puso en el poder al testaferro de un convicto y prófugo, y a la misma vez produjo un resultado positivo en el caso de otras votaciones, por ejemplo, la inesperada y bienvenida elección de diputados independientes.
9. Di mi apoyo a la coalición “Vamos por Panamá”, algo que por supuesto el Sr. Montoya no menciona, (¿no le conviene a su jefe?). La coalición “Vamos” ha creado, a través del voto democrático de la ciudadanía, una realidad inédita para Panamá: veinte jóvenes independientes electos como diputados a la Asamblea Nacional, todo producto de la participación de jóvenes y de personas cansadas de la corrupción política que ahoga e impide la posibilidad de progreso nacional.
10. Es interesante que Ariel Montoya defienda al presidente electo Mulino como un «derechista» y no comente sobre sus constantes visitas a la Embajada de Nicaragua, para consultar con su jefe y mentor político allí asilado por corrupto.
Sr. Montoya, como “exiliado” nicaragüense y fundador del Foro Anticomunista de Miami, ¿no le parece contradictorio que un «derechista» vaya a recibir instrucciones de un convicto, protegido por Daniel Ortega y asilado en una embajada «comunista»?
¡Cosas veredes, Sancho!
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