Hace unos días, un amigo me preguntó mi opinión sobre el destino de las fuerzas armadas venezolanas. Sin ánimos de sorna ni de provocar confrontaciones le pregunté –solo para aclarar– si se refería a las fuerzas armadas bolivarianas. Un tanto incómodo, me aclaró que se refería a nuestras fuerzas armadas desde la guerra de Independencia hasta ahora. Le contesté que no tenía opinión al respecto y que nunca me había cruzado por la mente ese tema.
Luego le añadí que recientemente había visto un documental y le relaté:
La fuerza armada militar en Alemania ha conocido, durante el siglo pasado y lo que va del presente, al menos, tres denominaciones. Durante la República de Weimar (1921-1925) se le denominaba el “Reichswehr”. Durante la época de Hitler (1935-1946) se le denominó la “Wehrmacht”. La actual fuerza armada de Alemania se denomina el “Bundeswehr” (me disculpo pero no sé si es género masculino o femenino).
El Bundeswehr –el actual– fue creado en 1955, aunque ya para el año 1950 existieron planes y proyectos para su creación.
La transición de la extinta Wehrmacht hacia una organización militar para una república democráticamente organizada no fue nada fácil.
Existían puntos de vista y vínculos bien distanciados entre quienes proponían la continuación de la Wehrmacht y quienes consideraban que las nuevas fuerzas armadas debían servir con un ethos totalmente renovado y adaptado a la situación y necesidades del momento.
Antiguos oficiales de la Wehrmacht –e incluso del Reichswehr– se aferraban a sus tradiciones y aspiraban a recuperar sus cuotas de poder. Los antiguos oficiales de la Wehrmacht exigían la continuación de la Wehrmacht que había sido disuelta retomando sus tradiciones, la liberación de todos los militares alemanes en prisión incluyendo a los criminales de guerra, el cese del repudio a todos los exintegrantes de la Wehrmacht incluyendo a los que sirvieron en las Waffen-SS y solicitaban auxilios y pensiones a los soldados dados de baja o a los familiares de los fallecidos.
Por su parte, quienes aspiraban a una organización militar renovada no la consideraban como la sucesora de las fuerzas armadas anteriores –Reichswehr y Wehrmacht– sino, por el contrario, buscaban apoyo en doctrinas reformistas de personajes de la vida militar alemana del siglo XIX, apreciaban y honraban las acciones realizadas por los miembros de las resistencias militares contrarias a la Alemania nazi y a la Wehrmacht, proyectaban como héroes y ejemplo del soldado alemán a quienes intentaron asesinar a Hitler el 20 de julio de 1944 (Operación Valquiria): el coronel Claus von Stauffenberg y los generales Henning von Tresckow y Hans Oster y deseaban establecer sus objetivos, sus propias tradiciones, sus propios métodos de entrenamiento y de trato desligados de las cargas del pasado.
Por su parte, ya desde 1950 –un año después de la creación de la República Federal de Alemania– políticos y militares de Alemania Occidental, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido temían por la defensa de Europa Occidental y temían por una eventual invasión militar proveniente del Este. En 1949, la Unión Soviética logró detonar su primera bomba atómica y, en el año siguiente, estalló la guerra de Corea que terminó con la secesión de Corea en dos naciones y territorios: Norte y Sur. Estos precedentes tuvieron un decisivo impacto en los planes de los Aliados de desarmar a Alemania Occidental y en la prohibición de actividades e industrias militares en Alemania.
Apenas 10 años después de la rendición incondicional de Alemania –el 8 de mayo de 1945– el entonces primer canciller de la República Federal de Alemania, Konrad Adenauer (1946-1963), había logrado organizar –con 500.000 efectivos voluntarios y reclutados– el actual ejército para la defensa de Alemania Occidental ante las amenazas provenientes de Alemania del Este y del bloque soviético.
El actual Bundeswehr no tolera ni aprecia los estigmas, las barbaridades, atrocidades, genocidios, saqueos y crímenes de guerra cometidos por los exintegrantes de la Wehrmacht y sus miembros rechazan que se les considere “sucesores” de la Wehrmacht ni del “Nationale Volksarmee” (Ejército Popular Nacional de Alemania Oriental). Sí reconocen y respetan, por supuesto, una real y efectiva diferencia entre el verdadero soldado alemán y las huestes de Hitler o de los pro-soviéticos.
El Bundeswehr no ha estado libre de escándalos. En marzo de 2018 la ministra de Defensa de Alemania, Úrsula von der Leyen, se encontró en la necesidad de dictar nuevas disposiciones para las fuerzas armadas de Alemania denominadas “Regulaciones de la Bundeswehr sobre tradiciones” (en alemán: “Traditionserlass”). El gobierno de Alemania y las autoridades militares siguen vigilantes –aún después de 60 años de existencia– para erradicar a los extremistas y seguidores fanáticos de las tradiciones abolidas y sus expectativas de extremo militarismo. No se trata de purgas o de persecuciones porque sí sino efectivas acciones para mantener y preservar los objetivos y principios de una fuerza armada democrática para la defensa de una república democráticamente organizada y volcada hacia la seguridad, protección y asistencia de sus conciudadanos y siempre a su servicio.
Entre el Reichswehr, la Wehrmacht y el Nationale Volksarmee, en una orilla; y, en la otra, el Bundeswehr, existe un abismo totalmente infranqueable por razón de principios básicos para una sociedad democráticamente organizada y respetuosa de los derechos humanos.
Ese fue mi relato durante la conversación con mi amigo. Solo un relato sin segundas intenciones. Aquello ocurrió muy lejos de aquí.
Dios guarde a V. E. muchos años,
@Nash_Axelrod