OPINIÓN

Respuesta a AMLO

por J. Gerson Revanales J. Gerson Revanales

 

Desde el 12 de octubre de 1992, fecha conmemorativa del quinto centenario por la inesperada llegada de Cristóbal Colón a la isla de Guanahaní, bautizada como “San Salvador”, hoy parte de ese paraíso que son las Bahamas; posiblemente como agradecimiento al Señor, de haberlo salvado de ser linchado por una tripulación reclutada entre aventureros, segundones e hijos bastardos; al borde del desespero luego de casi dos meses de navegación, mas allende de los mares.

El quinto centenario sirvió de escenario para dar fin a la leyenda negra del descubrimiento y reconocer que tal hecho no era como se contaba; sino que había sido el encuentro de dos mundos. La América virgen, inexplorada y el viejo continente, con su acervo histórico; entre ellos, España, la llamada “Madre patria”, la que a diferencia de otros imperios nos dejó una cultura, una religión, un idioma, una identidad. La América representó un crisol de donde la india se enchinchorró con el español y el negro, dando origen a una nueva raza, en la cual, “el negro querido, negro bello” era la expresión de mayor cariño en nuestros pueblos y familias.

El señor López Obrador llegó tarde y poco imaginativo, quizás la primera manifestación contra España y Colón, se produjo en esta capital cuando la histórica estatua del vilipendiado navegante en el Paseo de Los Caobos fue derribada por fervientes revolucionarios, quienes posiblemente no sabían quién era el navegante genovés, como tampoco lo sabe el señor López y la señora Sheinbaum. El primitivismo, el egoísmo, el complejo del expresidente de México y de su sucesora se manifestó al negarse a invitar al rey de España a la toma de posesión de la primera mujer que llega a la presidencia de un país “machista” por sus ADN. Mal inicio para una persona que sin lugar a dudas tenía la oportunidad de fortalecer los lazos históricos, culturales y comerciales entre el antiguo Virreinato de Nueva España y la corona española. Su actitud, es renegar a los pensadores mexicanos-latinoamericanos-occidentales como Octavio Paz o Carlos Fuentes. ¿Qué le sucede señor López, actúa como un mal obrador. Señora presidenta, no se da cuenta de que la América Hispana es una extensión de la península ibérica?

El locuaz ingenio de Claudio Nazoa, en su razonamiento “Por qué el rey debe pedirme perdón”, el cual recomiendo leer en las redes; https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/razones-por-las-que-el-rey-felipe-vi-debe-pedirme-perdon/; y la mágica pluma del expresidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, dieron repuesta a la pretendida demanda presidencial. “España debía perdón por los crímenes de genocidio cometidos durante la conquista”. El primero de forma sarcástica y burlona resume por qué el rey Felipe VI “el Serio” por estar siempre con su cara amarrada, es responsable de “no hablar el idioma de los indios Caracas, el cual era muy sencillo y no tan difícil como eso de tener que aprender veintisiete letras de un alfabeto para comunicarnos por escrito” ; o que “en lugar de comer el casabe y el maíz sancochado solo, en Venezuela se inventó algo llamado hallaca que lleva casi exclusivamente ingredientes traídos por los españoles a América”; y el segundo, el mejor de los tribunos Julio María de forma didáctica, elegante pero inquisidora, le enrostró al saliente presidente no solo la falta de conocimiento de la historia universal, sino de su propio México, poco lindo por tantos crímenes a manos de los carteles y no tan querido por algunos.

Si España le debe pedir perdón a México por los crímenes cometidos, lo lógico sería que el señor López y la señora presidenta como jefes de Estado, lejanos herederos, representantes del Imperio azteca, comenzaran a pedir perdón a los pueblos mesoamericanos por el criminal avasallamiento de que fueron objeto. El canibalismo de los aztecas es una verdad incómoda para los críticos de la Conquista, los hallazgos arqueológicos de los últimos años demuestran que los relatos de los conquistadores sobre la antropofagia de la civilización que dominó el centro de México del siglo XIV al XVI no eran mera propaganda de guerra.

La grandeza de la cultura azteca, plasmada en sus monumentales construcciones, o el “socialismo”, era la idealización de un mundo precolombino, “pintado como” un Edén en el cual los indígenas vivían en armonía entre sí y con la naturaleza, eran solo elementos de un relato que encubría un dominio implacable de esos imperios sobre otras etnias a las que sojuzgaban, explotaban, saqueaban y, en ciertos casos, devoraban. Literalmente, hechos relatados y descritos sobre piedra en sus propios templos y pirámides. 

El socialismo inca no era tal paraíso. La élite de los mexicas, estaba conformada por los gobernantes, sacerdotes y algunos guerreros, quienes practicaban la antropofagia o canibalismo no como parte de su dieta sino en rituales de carácter religioso. Prueba de ello se encontraron en el Templo Mayor situado en el centro de Tenochtitlan, su gran capital, la antecesora de la actual Ciudad de México. Y en otros recintos aledaños con cráneos, tibias, peronés, húmeros y mandíbulas que fueron depositados como ofrendas.

El populismo y la imprudencia tanto del saliente como de la entrante tuvo poco eco dentro de la América Hispana. Cada territorio, cada país le debe a España algo de su historia como bien lo narra Aquiles Nazoa. Pero la cuestionable carta de López , pidiendo disculpa al gobierno español además de resultar risible tiene consecuencial al presentar México una balanza comercial negativa de 1.400 millones de dólares  el año pasado, debido: en parte a: Una mayor demanda de productos españoles en México; A las fluctuaciones en los precios de las “commodities” y El fortalecimiento del euro frente al peso mexicano, por lo cual pareciera que al consumidor mexicano, al pueblo mexicano poco le importa los desmanes españoles y prefieren disfrutar de la española Roció Dúrcal cuando le canta al mexicano Juan Gabriel “Fue un placer conocerte”.