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Resistir, insistir, persistir

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En las sociedades obsidionales y cerradas como a las que se refiere Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, los gobiernos totalitarios buscan denodada y afanosamente desmoralizar a los ciudadanos para conculcarles su voluntad y vocación democrática con el inequívoco propósito de anular sus convicciones libertarias de emancipación. El Moloch revolucionario, bajo el corolario de la dictadura revolucionaria del proletariado, pretende inútilmente desmotivar a los millones de venezolanos que le adversan día tras día a contracorriente del holocausto que persiste en abatirse contra la población enferma, hambrienta y sedienta de libertad y democracia.

Fresca está aún la sangre derramada en la tristemente célebre masacre de Uribana, donde fueron asesinados vilmente decenas de prisioneros que ni siquiera todavía habían sido legalmente condenados a sus respectivas penas. En días pasados en un centro de reclusión de Acarigua, estado Portuguesa, según noticias provenientes de medios informativos, un motín de privados de libertad desencadenó una nueva masacre de prisioneros que arrojó un saldo de 26 muertos y 19 heridos de gravedad, muchos de ellos por efectos de las metrallas de granadas.

Venezuela poco a poco ha ido convirtiéndose en un inmenso tanatorio donde la muerte ha hecho nido en las cabezas de los ciudadanos que por múltiples razones han decidido quedarse y sobrevivir contra todo pronóstico en esta Tierra de Gracia. Los que escapan provisionalmente a los mil rostros de la muerte entonces quedan atrapados entre los pasadizos enloquecedores del temor y el miedo a la represión, la cárcel y el exilio.

Pese a todo el panorama desalentador que se cierne sobre la Venezuela que aún continúa trabajando, estudiando y luchando por sobrevivir en medio del holocausto general sorprende que el venezolano siga resistiendo, insistiendo y persistiendo, venciendo el desánimo y trascendiendo el desaliento que el Estado revolucionario insiste en sembrar en el espíritu nacional.

Es evidente, por doquier, de extremo a extremo de nuestra geografía nacional, legiones de connacionales resisten con denuedo y estoicismo a la desmoralización social y políticamente inducida por la sistemática y reiterada (obscena) propaganda ideológica y doctrinaria del partido socialista único de Venezuela en desmedro del pensamiento plural que caracteriza a toda sociedad auténticamente democrática y civilista.

Pese a toda adversidad de insospechada índole, la sociedad democrática no se arredra ni declina su voluntad insobornable de transitar la senda legalista, electoral, constitucional y de estricto apego a las preceptivas jurídico-políticas e institucionales que dicta la carta magna. Por ello no podrán, nunca podrán, menester es subrayarlo, amilanar la terca e irreductible voluntad democrática del pueblo venezolano que ha dicho ¡basta! Y ha echado a andar camino inexorable hacia la libertad.

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