En mi infancia recuerdo que todos mis amiguitos esperamos con gran expectativa y emoción una serie de TV sobre extraterrestres, la cual fue promocionada por un tiempo con la imagen de una “V” en color rojo (V Invasión extraterrestre; Kenneth Johnson, 1983-1985). La Tierra había sido invadida por alienígenas y se formaba un grupo de resistencia que pintaba esta letra en las paredes. En ese momento no sabía que dicho símbolo había nacido en la Segunda Guerra Mundial, en la Holanda ocupada por los nazis hace exactamente 80 años. Recuerdo también cómo la serie nos causó un gran impacto cuando el aspecto humano de los invasores era en realidad un disfraz que ocultaba su condición reptil. Daba algo de risa que comían ratones blancos como las culebras, pero nos aterró saber que acumulaban los cuerpos de hombres y mujeres en grandes congeladores con el fin de alimentarse. El peso del mayor conflicto militar de la historia era innegable en el relato, tal como ocurre en buena parte de la cinematografía incluso marcando otros géneros (space opera o science fiction, terror, etc.). Se afirmaba una vez más el principio de la “guerra justa”, del “derecho a la defensa”; porque ante un régimen que destruye la vida solo existe una alternativa: la Resistencia.
La resistencia y espionaje, que tienden a estar unidas porque varios de estos movimientos pasaban información a los Aliados, comienzan a consolidarse o “institucionalizarse” a lo largo de 1941. En algunos países se inicia realmente y en otros se perfecciona su organización y reciben apoyos periódicos del Imperio Británico. Aunque parecía una locura, una sentencia de muerte, un esfuerzo inútil; ante el dominio del “Nuevo Orden”– ¡ahora sí! – en toda Europa y la inminente derrota de la Unión Soviética (URSS) para el Verano. Sobre el tema no estamos dejando de lado que siempre ha existido espionaje y mucho menos que una parte importante del pueblo alemán (algunas élites de sectores conservadores, católicos y protestantes, socialdemócratas y comunistas; entre otros) siempre han mantenido la Resistencia desde 1933 (en Austria desde el 38) e incluso en Italia desde 1922. En Checoeslovaquia y en Polonia desde 1939 avanzaron con gran rapidez en su estructuración tanto interna como de acción con el Reino Unido (sobre ambos países ocupados recomendamos revisar el artículo del cual este es continuación y que escribimos en esta columna la última semana de noviembre de 2020). Los checos se unificaron en un solo movimiento (Comité Central de Resistencia Interna, UVOD), lograron declarar huelgas y mandar informes sobre la invasión al RU y Rusia. Polonia en cambio formó una guerrilla que realizó actos de sabotaje (fábricas y vías de comunicación) desde muy temprano en total coordinación con el gobierno en el exilio de Londres y el ‘Special Operations Executive’ (SOE).
Sobre la Resistencia en Alemania se debe agregar que los años de 1940 y 1941 (los de la gran popularidad de Adolf Hitler por sus éxitos militares) fueron de casi estancamiento o posibilidades de llevar a cabo alguna acción importante. El entramado en torno al almirante Wilhelm Canaris (jefe de la inteligencia militar: Abwehr desde 1935) siguió con sus acciones de doble espionaje y aunque filtraron información a los Aliados vía Vaticano, no contaban con la plena confianza del Reino Unido y otros países. Se abandonaron los planes de un golpe de Estado más no los atentados, pero cada día se hacían más difíciles. Fuera de la burocracia y la Wermacht se conformaron grupos clandestinos que debatían y comenzaban a repartir panfletos (actividad que se puede ver tanto en Sophie Scholl. Die letzten tage (Marc Rothermud, 2005) como en Jojo Rabbit (W. Taititi, 2019) aunque basados en 1943 y 1945); entre ellos está el “Círculo de Kreisau” que se había fundado a finales de 1940 y reunía a protestantes (líder H. J. von Moltke y su esposa Freya), católicos (como el jesuita, actualmente en proceso de beatificación, Alfred Delp) y socialdemócratas para diseñar la Alemania del posnazismo.
El hecho de la resistencia alemana que considero más importante en 1941 fue el liderizado por el obispo de Munster: Clemens Augusto Graf von Galen, contra del nazismo en general pero especialmente su pública denuncia y protesta ante el programa de exterminio de enfermos mentales y personas con discapacidades (Aktion T4). El historiador Richard Evans lo califica como “el más enérgico y extendido hasta la fecha”. Todo comenzó en agosto de 1940 cuando la conferencia de obispos alemanes reclamó por este crimen al gobierno pero no recibió respuestas. El papa Pío XII hizo público un decreto en diciembre contrario a este tipo de acciones pero tampoco hubo consecuencias. Von Galen recopila información lo más fidedigna posible de todas las violaciones de los derechos humanos y el 13 de julio de 1941 desde el púlpito habló. Después del inventario de horrores dijo: “Como alemán y como ciudadano decente, exijo justicia para el indefenso”. El 20 de julio protestó por todo el daño que se le hacía a la Iglesia y sus palabras fueron más radicales: “Alemania no solo es destruida por los bombardeos desde fuera, sino también por fuerzas negativas desde dentro”. Y el 3 de agosto se centra en el tema del exterminio de los enfermos, de los llamados “improductivos”. Este fue tan importante que llegó a manos de los británicos y ellos se encargaron de publicitarlo en toda Europa (BBC, octavillas desde aviones, etc.). Para ser justos debemos aclarar que algunos pastores protestantes también denunciaron el programa y tristemente otros obispos católicos le recomendaron a Von Galen que para evitar males mayores no hablara, recomendación que como vimos el “León de Munster” no atendió (y entonces varios obispos recapacitaron y siguieron su ejemplo). Los nazis no desistieron de su programa pero se esforzarían en ocultarlo y reprimirían más a la Iglesia. Al ser nombrado cardenal en 1946 por el papa Pío XII asumiría en su escudo la frase: “Nec Laudibus Nec Timore” (ni elogios ni miedo). En 2005 fue beatificado.
En Holanda aunque se organizan tempranamente con el apoyo de Londres (BBC, Radio Orange) su primera gran acción es una huelga en febrero de 1941 liderada por los comunistas, a la que siguió otra en los puertos en contra del maltrato y deportación de los judíos. La “V” de la victoria y “OZO” (“los Orange vencerán”) empiezan a pintarse en torno a julio y el día 19 desde la BBC se hace eco y lanza una campaña con esta petición: “En pocos minutos habrá millones de nuevas ‘V’ en las paredes, puertas y pavimentos de toda Europa”. En Noruega se conformó una organización secreta llamada Milorg pero no mantuvo una gran armonía con la SOE en 1941 sino en años posteriores. Dinamarca por el relativo “buen trato” que le daba el Tercer Reich tampoco desarrolló una gran resistencia sino más adelante, lo que no quiere decir que sirviera de paso de agentes secretos rumbo a Suecia. Sobre los partisanos en Yugoslavia ya le dedicamos en el artículo que le dedicamos cuando se cumplieron 80 años que fue invadida por la Alemania de Hitler en abril pasado. En Grecia al ser ocupada no se organizaron los partisanos sino hasta finales de año cuando la hambruna comenzó a sentirse, hambruna generada por el saqueo del país por parte de los nazis. Lamentablemente padecieron el mismo problema que en Yugoslavia: la división ideológica que en el caso de Grecia fueron los republicanos (EDES) y los comunistas (ELAS).
En Reino Unido se dio un hecho importantísimo en 1941 de cara al espionaje: el establecimiento de Ultra que en la campaña alemana de los Balcanes (abril-mayo) pudo comenzar a usarse. Nos referimos a toda la tarea de descifrar los códigos encriptados alemanes de la máquina “Enigma” que se hizo en la famosa escuela gubernamental de códigos y cifrado (GC&CS) en Bletchley Park a 80 kilómetros de Londres. Para finalizar no olvidamos señalar nuestras fuentes que son varios textos como: Jean-Leon Charles, “La resistencia: sus comienzos” del tomo 2 de la enciclopedia dirigida por sir Basil Liddell Hart: Así fue la Segunda Guerra Mundial (1972) y sobre la resistencia alemana en el libro de Roger Mangell, 1971, Conspiración contra Hitler. Quedamos en deuda con la Resistencia francesa y rusa pero creemos que en nuestra anterior entrega fue nuestra predilecta y también la analizamos en nuestras series sobre la Guerra en el Desierto. Sobre la rusa ya nos concentraremos en una entrega particular. Dejaremos el tema espionaje de Estados Unidos cuando hablemos del ataque a Pearl Harbour, Dios mediante a finales de noviembre. La semana que viene retomamos la “Operación Barbarroja” (invasión del Tercer Reich a la Unión Soviética del 22 de junio al 5 de diciembre de 1941) al iniciarse el famoso y terrible sitio de Leningrado que duraría 900 días.