OPINIÓN

Resistencia en la Segunda Guerra Mundial: hechos y películas

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

El pasado 15 de agosto Polonia celebró el 103 aniversario del “Milagro del Vistula”, cuando detuvieron la invasión de la Rusia bolchevique, una fecha que se instituyó como el día de su Ejército. Se realizó el mayor desfile militar desde la Guerra Fría, hecho que se ha interpretado como una demostración de fuerza ante las amenazas de Rusia y su aliado Bielorrusia, en medio de la actual guerra de Vladimir Putin contra Ucrania (iniciada el 24 de febrero de 2022). Dichas amenazas a su integridad territorial es inevitable que recuerden su larga historia de dominio extranjero, y en especial la Segunda Guerra Mundial cuando el Tercer Reich y la Unión Soviética pretendieron desaparecerla como Estado y pueblo. Pero los polacos nunca se rindieron y forjaron la mayor resistencia armada de la guerra, al igual que los yugoslavos. Ambos pueblos hicieron retroceder al Eje, y para 1943 contaban con más de 200.000 soldados  aproximadamente cada uno (Polonia se convirtió en el cuarto ejército en número de soldados en Europa después de las tres grandes potencias: Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Soviética). Es el mejor ejemplo de cómo el “Nuevo Orden” que intentaba imponer Adolf Hitler para Europa nunca sería aceptado.

La resistencia polaca nace cuando la derrota ante la invasión alemana en septiembre de 1939 ya era una realidad (en nuestros anteriores artículos sobre la Resistencia en Europa hablamos de estos primeros movimientos hasta 1941, en especial de Witold Pilecki). A diferencia de Francia y otros países ocupados, en Polonia no hubo capitulación; y se forjarían poco a poco ¡cuatro ejércitos! Todos menos uno (el comunista formado bajo la protección de la Unión Soviética) eran leales al gobierno polaco en el exilio en Londres, dicho gobierno forjaría un “Estado Secreto Clandestino” en el territorio ocupado con servicios de todo tipo: educación, cultura y protección de los combatientes y sus familias, y para esconder o ayudar a huir a los judíos perseguidos (organización Zegota). Esta última podemos verla de forma modesta en la película El pianista (Roman Polanski, 2002). Por este esfuerzo es uno de los pueblos que mayor número de judíos salvó, de modo que Israel le otorgó el título de “nación justa” de Yad Vashem.

De estos cuatro ejércitos, uno de ellos fue el que resistió en el interior del país, el que denominaron Armia Krajowa (Ejército de la Patria) y que era el más numeroso. El ejército comunista (Gwardia Ludowa luego Armia Ludowa o Ejército Popular) formado por el Partido Obrero Polaco bajo el liderazgo de Władysław Gomułka desde 1943, nunca pasaría de 30.000 soldados. Este no trabajó en cooperación con Armia Krajowa porque su objetivo era crear un Estado comunista y apoyar a la campaña militar de la Unión Soviética. Los otros dos ejércitos fueron los que lucharon con los Aliados en diversos frentes y que ya hemos nombrado anteriormente en algunas de sus batallas. La diferencia de ambos está en que unos fueron los primeros que pudieron huir al ser derrotados después de septiembre de 1939, y los otros fueron mayoritariamente los soldados y oficiales (e incluso civiles) capturados por los soviéticos en la invasión de Polonia (que se salvaron de la masacre de Katyn) y enviados al Gulag (red de campos de concentración soviéticos). Estos últimos fueron liberados, cuando el gobierno en el exilio de Londres presidido por el general Władysław Sikorski logró el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la URSS. Lamentablemente Iosif Stalin rompió con Sikorski (y con su gobierno) el 25 de abril de 1943, cuando este reclamó que la Cruz Roja investigara la masacre de Katyn (los alemanes habían descubierto las fosas). Dos meses después Sikorski murió en un accidente aéreo del cual todavía existen sospechas sobre sus causas.

En lo que respecta al cine relativo a la resistencia interna, Polonia filmó muchas durante el período comunista (1945-1989) y luego ha seguido produciendo otras más. La mayoría son sobre el levantamiento de Varsovia que dejaremos, Dios mediante, para su 80 aniversario el año que viene. Del período que va de 1942 a 1943 tienden a ser como todo el cine soviético o de sus satélites: propaganda (en la cual siempre el protagonista es el ejército comunista y no el Armia Krajowa). Pero hay una diferente que logra dar un saludo de propaganda y luego hacer buen cine, cuyo director es el maestro Andrzej Wajda: Pokolenie/ La Generación (1955). Es el inicio de una trilogía sobre la Resistencia (las otras dos las trataremos cuando coincida con su tiempo histórico: 1944 y 1945). En esta se muestra lo que era el día a día de dichos ejércitos a través de un joven recluta de los suburbios empobrecidos de Varsovia. Este se incorpora al Gwardia Ludowa y va escalando en responsabilidades, haciendo sabotajes, liberando prisioneros, y atacando puestos militares del ocupante. Otras acciones de la Armia Krajowa fue apoyar el levantamiento del Gueto de Varsovia (tercera semana de abril pasado), y como también explicamos: las operaciones de inteligencia contra la V2.

En el caso de Yugoslavia, no quería dejar pasar el 80 aniversario de la “Cuarta ofensiva enemiga” (por los alemanes: “Operación Weiss II”: 20 de enero al 31 de marzo de 1943) y la “Quinta ofensiva enemiga” (por los alemanes: “Operación Schwartz”: 15 de mayo al 16 de junio de 1943). En cada una se dan batallas que generaron en la posguerra sus respectivas películas: la del río Neretva (Bitka na Neretvi/ La Batalla del río Neretva; coproducción internacional de Yugoslavia, Estados Unidos, Alemania e Italia, dirigida por Veljko Bulajić en 1969) y la de Sutjeska (Sutjeska/ Batalla de Sutjeska; otra coproducción dirigida por Stipe Delic en 1973). Existe una “Sexta ofensiva” (por los alemanes “Operación Schneesturm”: diciembre de 1943 a enero de 1944). Los partisanos tuvieron que huir de las regiones en que se habían hecho fuertes, pero nunca fueron vencidos. De esta forma se inicia el gran mito heroico yugoslavo de los guerrilleros dirigidos por Josip Broz, mejor conocido como “Tito”; y por ello se produjeron montones de películas, siendo la más costosa la última que citamos, en la cual Tito es representado por el actor británico Richard Burton. En todas ellas los partisanos se sacrifican, son muy humanos, y jamás torturan o matan a los prisioneros de guerra. La verdad es que eran despiadados al igual que sus enemigos.

La geografía montañosa de los Balcanes facilitó la acción guerrillera de la resistencia yugoslava, pero su aparición también fue una clara reacción de supervivencia ante la política de limpieza étnica que llevaron a cabo los alemanes y croatas. Estos últimos bajo la Ustaše (Ustacha en castellano) liderados por Ante Pavelic, que estableció un régimen títere en una Croacia ampliada (incluía Bosnia-Herzegovina). En abril de 2021 explicamos la invasión alemana a Yugoslavia y la terrible acción de exterminio de los ustacha, y cómo la resistencia nació de inmediato. En general se dieron dos grandes movimientos: los “Chetnik” (monárquicos que anhelaban el dominio de Serbia sobre la región, y fervientes anticomunistas) y los comunistas de Tito, que eran los más numerosos y que terminaron imponiéndose gracias al fracaso de los ofensivas del Eje en 1943. El apoyo de los Aliados al principio fue dirigido a los Chetnik pero luego se dieron cuenta de que eran poco fiables; y reconocieron a los partisanos de Tito. Como ocurrió en muchos países ocupados: los movimientos de resistencia que luchaban contra los nazis, también lo hacía entre ellos (comunistas versus no comunistas). En Yugoslavia, esta guerra civil fue quizás la más violenta de todas.

Nos queda una gran deuda con otras organizaciones de resistencia (de partisanos especialmente), como las de la Unión Soviética; y luego el resto de países ocupado; pero a medida que tratemos esos frentes en los siguientes meses haremos una breve explicación de sus movimientos. En nuestro próximo artículo retomamos la Campaña de Italia con los desembarcos aliados en la península, el armisticio entre Italia y los Aliados, y la rápida ocupación alemana para evitar la pérdida de dicho territorio.