La incertidumbre en torno a la primaria, y lo que ello implica para las posibilidades de recuperación de nuestra democracia y corregir el desastre social y económico que agobia a los venezolanos, obliga a reflexionar sobre el ¿qué hacer?, parafraseando a Lenin, si el régimen se empeña en bloquear un excepcional camino para la reconciliación de los venezolanos y la refundación de la nación.
Antes de avanzar en esta reflexión es indispensable hacer algunos señalamientos que incumben a nuestra realidad actual. Lo primero es entender que, paradójicamente, el régimen está en un momento de mucha debilidad en cuanto al apoyo popular y el reconocimiento internacional, y de considerable fortaleza en cuanto al control de las instituciones, la represión, el miedo, y el aprovechamiento de varias circunstancias internacionales. Esta paradoja induce a pensar que el gobierno no tiene absolutamente ningún interés en permitir que se realice la primaria, y menos si este evento evidencia el rechazo popular y la elección de un candidato, presumiblemente María Corina Machado (MCM), que encarne el descontento de la gente de una manera medible en una votación popular. Pareciera que la única manera en que el régimen permitiría la primaria es si la misma se realiza en medio de una división de la oposición, instigada por las inhabilitaciones inconstitucionales de varios candidatos, y la imposición de la participación del CNE en un acto de la sociedad civil. En este escenario gravita siempre la amenaza de que si la CNdP no acepta la participación del CNE, se despeje el camino para una intervención del TSJ declarando a la primaria como un acto sedicioso y encausando judicialmente a los miembros de la CNdP.
El segundo señalamiento es que la coexistencia de estrategias encontradas dentro de la propia oposición, especialmente en los sectores que verían amenazado su liderazgo frente a una candidatura emergente de MCM, no augura nada positivo para la restauración de la democracia, porque apunta en la dirección de un colapso de la primaria instigado por una combinación de fracturas internas y presiones externas. La candidatura de MCM se ha convertido en un sentimiento social, más allá de un evento puramente político, y como tal hay que entenderla.
El tercer señalamiento tiene que ver con que la posición de Estados Unidos en torno a varios asuntos fundamentales constituye un elemento importante en toda la dinámica alrededor de la primaria. La lista de estos asuntos incluye: las sanciones contra el régimen; la posición de ese país, y de la Unión Europea, con relación a los juicios por violaciones severas de los derechos humanos, que se le siguen al gobierno frente a la Corte Penal Internacional y otras instancias; el tema petrolero derivado de la crisis ucraniana; la eventual renegociación de la deuda externa y la situación de los activos petroleros; el espinoso y doloroso asunto de la incontenible y masiva migración venezolana, y el destino de la Mesa de Negociación de México. Esta dimensión internacional, que compromete y afecta la posición de los actores internos, no siempre es mencionada con claridad, pero desempeña un papel sustancial en todo este complejo tablero.
Así las cosas, surge el tema de cómo deben actuar los sectores de la oposición comprometidos con la restauración de la democracia, entendiendo que lo que más debilita las bases del régimen es mantener una firme defensa del voto como elemento de cambio y de la primaria como etapa de transición fundamental hacia las elecciones de 2024. Qué hacer si el autoritarismo de la oligarquía chavista concreta su amenaza de suspender la primaria y continúa avanzando en su estrategia de emboscar al pueblo desconociendo el ejercicio de su soberanía. Es en este contexto donde surge la idea de enfrentar la emboscada del régimen a través de una estrategia de Resistencia Civil Constitucional (RCC). La propuesta sobre el uso del término, que surge de varios espacios de la sociedad civil en Venezuela y en la diáspora, ha sido recibida con opiniones encontradas por ciudadanos muy respetables. Quienes la adversan sugieren que la denominación se presta a confusiones y que abre la puerta a eventuales ejercicios de represión del régimen. Otros, entre quienes me incluyo, sostenemos que la RCC tiene una traducción íntimamente relacionada con la defensa del voto y la primaria como expresión de la voluntad popular. El inscribirla dentro del marco de la Constitución es un elemento fundamental para construir una narrativa nacional e internacional. El ejercer la RCC supone que los candidatos a la primaria, y la propia CNdP, adoptarán una estrategia única y bien definida para defenderla. La RCC también impone responsabilidades importantes al liderazgo de la oposición para negociar lo que sea necesario negociar para construir un espacio realista donde dos adversarios aparentemente irreconciliables, el régimen y la oposición democrática, puedan llegar a un acuerdo donde las dos condiciones fundamentales: liberación de los presos políticos y elecciones libres, puedan obtenerse usando el voto como herramienta de presión, y garantizando condiciones aceptables de salida para el régimen. Es así como la RCC puede enarbolarse como una idea que convoque a oponerse a los designios del chavismo de permanecer en el poder, y al propio tiempo indicar un proceso real de transición dentro del marco de las acciones previstas en la Constitución para restablecer su cumplimiento, que por supuesto incluyen la posibilidad de manifestaciones populares de descontento, pero inscritas en una estrategia concertada que lleve la protesta más allá de la lucha por reivindicaciones salariales.
Contra todo pronóstico, la primaria se ha convertido en un acto de verdadero desafío al régimen que involucra la restauración de la confianza en el voto como elemento de cambio. Y MCM se ha transformado en la líder de ese desafío y de la nueva esperanza. Quizás valga la pena recordar la situación venezolana en los tiempos finales de la dictadura de Pérez Jiménez y cómo una serie de eventos se desencadenaron, entre ellos un fundamental llamado de la Iglesia, para forzar la salida de la dictadura. El Pacto de Puntofijo se constituyó en la piedra fundacional de la República y el renacimiento de la democracia. No menos que resucitar el espíritu de ese pacto se le exige a la dirigencia de oposición, pero ello es solamente posible a través de una “unidad real”, que respete los resultados de la primaria, y no de una “unidad ficticia” que abra la puerta a la emboscada del régimen. Es en este contexto que la RCC puede convertirse en un elemento aglutinante de la respuesta de los venezolanos, sociedad civil y partidos políticos por igual, contra las arbitrariedades del régimen.