Los sofistas griegos utilizaron la filosofía para probar cualquier cosa. La verdad era dejada de lado, lo importante era resultar vencedor con los argumentos presentados. Se adelantaron a Maquiavelo que tuvo como tesis “el fin justifica los medios”. Más tarde en Alemania el jurisconsulto Carl Smith justificó al nazismo, el régimen más perverso y abominable que ha conocido la historia de la humanidad, sostuvo la aberración de que el derecho era la voluntad de Hitler. En Venezuela en ese mismo siglo XX surgieron los llamados positivistas con Vallenilla Lanz a la cabeza, dándole soporte al tirano Juan Vicente Gómez. Allí se habló también de la adulación perpetua. Antes, en el siglo XIX, el llamado padre de la mentira Antonio Leocadio Guzmán había expresado, cuando le preguntaron por qué había levantado las banderas del federalismo, que si los conservadores se hubieran declarado federales, ellos hubieran asumido las prédicas conservadoras. Dejó claro que lo único que importaba era el poder por el poder. En Cuba Fidel Castro, frente a la dictadura de Batista, prometió la democracia e incluso declaró a la prensa que no era comunista. Recuerdo una entrevista en inglés en la que dijo “I am not communist”, resultó todo lo contrario.
En Venezuela el régimen chavista hizo una Constitución donde en la exposición de motivos se achacan muchos de nuestros males al centralismo. En el gobierno se acabó casi con cualquier vestigio de federalismo, revirtiendo incluso la mayoría de los pasos que se habían dado en esa dirección. El artículo 6 de la Constitución que es una norma pétrea o incambiable expresa de manera literal que Venezuela es y será siempre una república democrática, alternativa, pluralista, electiva y de mandatos revocables. Se hizo en la práctica todo lo contrario. El daño más grande que se realizó fue la enmienda que cambió la reelección que era por un solo periodo y pasó a ser indefinida, matando la alternancia.
El absolutismo monárquico había tenido como base que el poder emanaba de Dios y que el rey era el representante de Dios en la tierra. La racionalidad ilustrada dejó claro lo contrario y echó los cimientos para el desarrollo de la tesis de la soberanía popular. Principio que se estableció en nuestra Constitución en el artículo 5to. Alexis de Tocqueville a principios del siglo XIX en su obra La democracia en América explicó que el peligro era que se instaurara la tiranía de la mayoría. La tesis era que una mayoría por más amplia que sea siempre tiene que respetar los derechos de las minorías. El imperio de la ley tiene que ver con que la ley es igual para todos y rige sobre gobernantes y gobernados. Desde mi perspectiva lo peor que le puede pasar a cualquier país, no es esa tiranía de la mayoría de Tocqueville, sino la tiranía de la minoría. En Venezuela un gobierno rechazado por más del 70% de la población según la inmensa mayoría de los estudios de opinión impone un régimen que ya cumple más de 22 años en el poder. El reto que tenemos por delante es dar el todo por el todo por el rescate completo de la Constitución. De todos y de cada uno depende…
@OscarArnal