Desde que se comenzaron aplicar las sanciones personalizadas que tocan a los miembros de las mafias lideradas por Maduro, surgieron dudas respecto a su eficacia. Se llegó a decir incluso, que tales medidas no eran más que “un saludo a la bandera”, que no pasaría de ser un simple e inofensivo ataque mediático.
Los hechos están demostrando todo lo contrario. Las sanciones han permitido tender un cerco mundial que pone en evidencia el creciente repudio de la comunidad internacional hacia Maduro, su régimen deslegitimado y cada uno de los participantes de su desastrosa gestión. Esas acciones forman parte del cuadro que buscan colocar en la vitrina de la opinión pública planetaria, quienes son corresponsables de la catástrofe humanitaria que padecen los venezolanos.
Lo ocurrido recientemente en España, es un clarinazo para todos esos malandros que se han enriquecido a costa del hambre de millones de seres humanos. Son los que se robaron miles de millones de dólares que han debido invertirse en compra de alimentos, de medicinas o en inversiones para desarrollar sistemas de iluminación o de transporte digno para los ciudadanos de nuestro país. Pero no, se los apropiaron con el mayor de los descaros.
Son el mal ejemplo de lo que no se debe hacer. Han formado una élite que se creen, además, estar por encima de cualquier ley. Por eso salen de Venezuela, como lo hizo Delcy Rodríguez, con todo el desparpajo del mundo. Creen que, así como pisotean la mismísima Constitución de Venezuela, así como escupen sobre las leyes vigentes, convirtiéndolas en papel mojado que no vale para nada, pueden aparecerse en cualquier aeropuerto del mundo, como si nada, como si no “han roto un plato”.
Ese es el caso de la inefable Delcy que aterrizó en Madrid, pensando que “no pasaría nada”, porque al fin y al cabo “todo el mundo tiene un precio”. Se equivocaron. Tienen que andar a hurtadillas, con el rostro encubierto porque saben que son rechazados. Que están rayados. Que son tachados como autores de todo tipo de crímenes de lesa Humanidad.
En la Unión Europea se hacen respetar los acuerdos. Eso quedó claro después de que el régimen de Maduro pagó una fuerte suma de dinero para sufragar los honorarios de un bufete que se encargó de impugnar las sanciones aplicadas a 25 miembros de la camarilla madurista. El Tribunal General de La Unión Europea desestimó la apelación. Por eso seguirán sancionados y no podrán entrar a territorio europeo ni por aire, ni por tierra ni por mar.
La desesperación de Maduro lo lleva a desembolsar la cantidad que sea necesaria. Dinero perdido. Ya vimos también como derrocharon más de 12 millones de dólares a una firma de Washington para que hiciera un lobby en el mismísimo imperio gringo. Y nada. Se perdieron esos reales.
En conclusión, es irrefutable que las sanciones sí funcionan. Que sí hacen daño a esa narcotiranía. Que Venezuela sí importa y preocupa a la comunidad internacional.
Nos imaginamos a Delcy relatando cómo la rodearon los policías. Cómo la sacaron corriendo del aeropuerto de Madrid. Así saldrán definitivamente de los poderes que usurpan.
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