General Padrino Lopez y compatriotas:
Todo venezolano venera a nuestro Padre de la Patria. Ya es hora de que se eternice la más venerable conjunción de su nombre con el de su país natal.
La obra militar del Libertador se debe no a su genio sino a su mal genio, sin el cual los reclutas no hubieran podido sostener una mosqueta en un hombro y una cochina preñada en el otro hombro, con un escaparate en las costillas, trepando el Chimborazo.
La Constitución en el maremagno venezolano es el tema más importante que debe ser resuelto de inmediato y con sentido práctico.
Creo que debe renacer la Constitución de 1961, pero también pueden mantenerse disposiciones de la Constitución de 1999, mediante Ley Constitucional, a menos que la rigidez doctrinaria imponga la prevalencia de una ley orgánica, que en este muy especifico y extraordinario caso hay que evitar.
De esa manera se matan dos pájaros de una sola pedrada. La complejidad se vuelve sencilla y el escaso tiempo se vuelve abundante.
De paso, el nuevo feliz nombre no va a tener el poco enamorante sufijo «uela» (como en las palabras «callejuela» «escritorzuelo» «mujerzuela» «riachuelo» que son diminutivas o despectivas) que nunca debió ser parte de nuestra identidad republicana.