OPINIÓN

Rendirse no es la opción 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

Las sanciones son instrumentos que cumplen la función de presionar a las dictaduras para que se abran a elecciones libres, transparentes y verificables, como la vía legítima para dirimir, mediante la soberanía popular, una crisis global de Estado fallido y violación sistemática de los derechos humanos. Algunos expertos sostienen que el instrumento sería más efectivo si incluye a los familiares directos que, como testaferros, se dan la gran vida con dineros robados.

Las recientes designaciones del presidente y del secretario general del CNE, son pruebas palpables de que el régimen profundiza su conducta ominosa. Por tanto, normalidad republicana no se vislumbra. Esos segundones fueron los que, al margen de la ley, ortega-murillo-me da la gana, perpetraron la inhabilitación de la líder del coraje que puntea en el fervor popular.

Las primarias de la gente, sin las manos tramposas del régimen forajido, significan una toma de temperatura real. Proyectan desde ya el rechazo a la “opolaboración” funcional, como lo muestra el matrimonio capriles- rosales. Estos seres mezquinos, contradictorios y faltos de grandeza que, sin ninguna sutileza, olvidando la proverbial caballerosidad de los venezolanos para con las damas, se abalanzan con todo contra quien ineluctablemente, por el gran respaldo popular, ganará las primarias, inclusive la embisten con más saña que el régimen, que es decir mucho.

La única amenaza al estatus quo es la líder del coraje y la pregunta que debemos hacernos imperativamente es si estamos dispuestos a pagar el costo de rescatar la libertad, dentro de un contexto de avance de la Corte Penal Internacional y de debilidad política y económica del régimen. Son signos de los tiempos.

Lo que está planteado es la ruptura con el estatus quo, que incluye a las élites plegadas a la dictadura para mantener sus privilegios. La capacidad totalitaria ha diseñado su propia oposición, como la vemos en los matrimonios recién avenidos y la retahíla de perdedores que desean un estatuto de la sucesión para que, llegando de terceros y cuartos, se hagan, sin el respaldo popular, de la candidatura. Esto hay que denunciarlo: los sin vergüenza se saben derrotados y actúan como tales quienes, mediante artimañas, pretenden apartar a la que goza del favor de la voluntad popular. Ellos son más de lo mismo y el pueblo los detesta.

Pero se equivocan las élites funcionales, el primer paso es elegir mediante primarias limpias al candidato que rompa con todas estas triquiñuelas y viejos hábitos que nos trajeron a estas realidades tan dolorosas. Ellos temen perder los privilegios y sus intereses son los mismos que los del chavismo y son capaces de cualquier cosa. Han sido configurados por el régimen. La política no se puede divorciar de la ética. La prioridad de los venezolanos es que haya un cambio. El movimiento nacional de esperanza que estamos viendo, desea la libertad de los presos políticos y la unión de la familia venezolana.

El pueblo quiere elegir al nuevo liderazgo en primarias y luego presionará para condiciones electorales que permitan elegir. Quiere una elección de verdad. Jamás acudiremos a una simulación.

Estamos del lado de los que quieren darle poder al pueblo con su voto. La cohabitación ha sido el camino de la perdición, nos debilita y no desaloja a la dictadura.

El fin es desmontar el sistema criminal y cada día construir más fuerza hasta desalojarlo. Marchamos hacia desafíos éticamente impostergables. Es una tarea monumental desmontar a un sistema criminal. Su prolongación se paga en vidas humanas.

Al estudiante John Álvarez, según ha trascendido públicamente, le arrancaron testimonios mediante torturas y electricidad en los testículos.

El pueblo sufre. Rendirse no es la opción.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!