“Un crédito generoso que me obliga a rendir cuentas”. Así definió el jesuita Luis Ugalde el premio que le otorgara hace unos días, en Bilbao, la Fundación Sabino Arana. Un premio con mensajes podríamos añadir quienes nos alegramos por este reconocimiento a una de las voces más necesarias para la Venezuela del presente. La justificación misma del premio, las palabras de Mireia Zarate, presidenta de la Fundación Sabino Arana y las del propio Ugalde dan pistas para descifrar esos mensajes.
La solidaridad y el compromiso con la sociedad son, sin duda, los primeros valores que la FSA quiere reconocer con la institución de sus premios anuales, que, con el del año 2021, ha llegado a su trigésima tercera edición. El padre Ugalde, uno de los seis galardonados, es presentado como “activista social y referente moral y político en Venezuela”. Solidaridad y compromiso con la sociedad son precisamente los valores que el propio Ugalde advierte como prioritarios. El reconocimiento del “nosotros” se ha constituido en elemento sustancial de su acción y de su discurso.
Desde su condición de jesuita no deja de recordar las enseñanzas de los fundadores y particularmente el “en todo amar y servir” de Ignacio de Loyola y el ejemplo de hermandad universal de Francisco Javier. Consustanciado con la Compañía de Jesús, no deja tampoco de evocar la figura de los más de 100 jesuitas que entre 1916 y 1966 vinieron a Venezuela y se entregaron a ella. Recuerda particularmente dos nombres, Manuel Aguirre Elorriaga y Víctor Iriarte Garmendia, y su extraordinario aporte en los campos de la educación, la investigación académica y el servicio social. Sin ese aporte, afirma “la historia de Venezuela sería distinta y empobrecida”.
Cuando Mireia Zarate alude a la posición de Ugalde frente a la educación no hace sino destacar una de sus grandes prioridades. Del educador, catedrático y ex rector de la UCAB toma afirmaciones como éstas: la educación es el motor del mundo, la mayor riqueza de un país y la herramienta para superar la pobreza. Los educadores y quienes nos hemos acercado a su labor en este campo tenemos conciencia de esa pasión concretada en iniciativas.
El reconocimiento a la “valiente denuncia de la injusticia y el autoritarismo” por parte de la presidenta de la FSA se corresponde con una postura indeclinable de Ugalde y con sus propias palabras en el acto de recepción del premio. “Tanto el clericalismo como el militarismo son malos para una sociedad porque llevan a la absoluta dominación de las personas”, dijo entonces. Se resiste a aceptar que el mensaje de Jesús quede encerrado en las paredes de una sacristía. “Debe trascender a las dimensiones laicas de la sociedad como la economía, la política y las relaciones sociales”, afirmó en el mismo acto. Lo puede decir con razón desde su condición de educador, historiador, académico, escritor, estudioso de la realidad nacional
Desde la perspectiva de la participación ciudadana en la vida pública, Ugalde piensa en los valores de la solidaridad, la democracia efectiva, la organización y la reconciliación. Respecto de esta última, es consciente de cuánto cuesta admitirla, tanto a una parte como a la otra. De allí su insistencia, cada vez más apremiante, sobre la necesidad de buscarla y propiciarla. “Es la única forma de edificar, entre todos, un mejor país”, ha dicho.
Mireia Zarate observa en Ugalde “sabiduría, firmeza, amplia visión solidaria que lo han convertido en una de las más importantes conciencias educativas de Venezuela y el mundo”. Parece hacerse eco de la prédica permanente del propio Ugalde sobre temas como el liderazgo, los valores de la educación familiar, la honestidad política, la sensatez, el papel de los ciudadanos en la definición de los retos sociales y en su consecución. “Aprendí a no rendirme ante las dificultades, sino a vencerlas con tenacidad y trabajo”, dice Ugalde al recordar las labores de campo en su propia niñez y su juventud en el caserío vasco Moyua Torre.
“Todo lo debo a mis raíces”, ha dicho Ugalde para reconocer su origen. “Nací de nuevo en Venezuela”, repite ahora para reafirmar su venezolanidad y su dedicación al país escogido como suyo.
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