OPINIÓN

Renace la esperanza 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

No deseo instalarme en la mera frase cliché vacía de significado. Cuando prorrumpo que renace la esperanza viene de una convicción auténtica desde lo hondo de mi ser, de la plena conciencia. Evoco a mi compañero Rómulo Betancourt y demás compañeros de ruta que se plantearon en 1946, con clarividencia y genuino sentimiento democrático, hacer realidad el reconocimiento del derecho del voto de la mujer. La histórica reivindicación se tradujo en dotarla de soberanía para su participación completa y decidida en el destino político del país.

Renace la esperanza en una legión enorme de venezolanos y comprobamos el sentido crítico de la historia, cuando vemos a una mujer decir que su inscripción en las primarias es la decisión más importante de su vida.

Estamos viviendo una de las horas más aciagas como nación, y vemos con optimismo, presente y futuro, que una mujer, llena por demás de méritos ciudadanos, se proponga liderar tan comprometida tarea que de por sí entraña una misión existencial.

Somos de la opinión que a Venezuela la rescatará una masa crítica de ciudadanos del totalitarismo criminal y depredador que la expolió, arruinó y postró. No es la hora de un mesías, para nada proponemos tamaño desaguisado, cuando a muchos de ellos los hemos padecido en desafortunadas etapas de nuestro pasado, y lo que han arrastrado consigo es atraso y latrocinios.

Nuestro país merece un mejor destino político y estamos convencidos que así como hemos tenido momentos estelares en nuestra historia republicana, estamos a punto de entrar en uno de ellos. Y si estudiamos y analizamos la historia comprobaremos gustosos que no es casual que haya surgido en esta hora una mujer llena de coraje y cercanía con el ciudadano, llamada y señalada a liderar la reconquista de la libertad y el bienestar colectivo.

Viene a mi memoria el año 1998, estábamos coordinando en Pro Venezuela un foro con los candidatos presidenciales, y en uno de ellos le dije a Paulina Gamus Gallegos que ella debería ser la candidata de Acción Democrática en lugar del caudillo primitivo y desangelado Alfaro Ucero. Ella me dijo que eso era imposible. Y yo me quedé insatisfecho.

Estamos persuadidos de que el pueblo ha decidido restablecer el rumbo del país y la verdad ante tanta mentira represiva.

Lo que viene sucediendo en todos los pueblitos nos confirma que hay alguien que logró conectar con las bases del país.

Hay una tarea enorme por delante: luchar contra el ecosistema criminal y sus cómplices funcionales.

Asistimos al resurgir de la fuerza de un país que quiere avanzar. La cercanía a la gente lo va logrando, no es el marketing político. La emoción trasciende a lo espiritual. Renace la esperanza y ella lleva nombre de mujer.

De una cosa sí que estamos seguros: el mal trajina mucho, pero al final no se impone.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!