El libro El arte de la guerra de Sun Tzu ha tenido una gran influencia en los tratados militares a lo largo de la historia, siendo tomado como referencia en muchas de las academias militares del mundo.
La mayor parte de su contenido trata de cómo vencer al enemigo con determinadas tácticas militares. Sin embargo, quisiera destacar ciertas reflexiones sobre el mismo que no tratan tanto de aspectos militares, sino que pueden ser de utilidad en distintas facetas de la vida.
En primer lugar, considerándome un pacifista, no puedo negar que Sun Tzu afirma con razón que no se pueden ignorar las técnicas de guerra, pues de ellas pueden depender probablemente la supervivencia de tu nación.
Hasta hace poco se podía afirmar que vivíamos en un período de relativa paz, pero la guerra de Ucrania ha venido a despertarnos y a hacernos ver que la razón por la que los países del mundo gastaban tanto dinero en armamento no era sólo una razón defensiva, sino que existía realmente un riesgo de guerra.
Sun Tzu afirma que la guerra es el arte del engaño, aparentar una cosa frente al enemigo contraria a lo que es, no mostrar las acciones que se pretenden tomar, no mostrar tus cartas hasta el último momento. Esta estrategia se puede tomar también en otros aspectos de la vida, como puede ser en todo tipo de negociaciones.
Pero para hacerlo hay que cumplir unas ciertas reglas. Se puede aparentar debilidad sólo cuando se es fuerte, cobardía cuando se tiene valor y desorden cuando se es ordenado. Sólo si conoces el lado positivo de algo puedes aparentar el lado negativo.
Como no puede ser de otra manera, un buen tratado militar como este afirma que no se debe buscar la destrucción del enemigo sino tan solo su derrota. Claro, que los habitantes de Cartago fueron totalmente aniquilados y la victoria de los romanos fue total, a pesar de su crueldad.
Pero lo que más me ha llamado la atención de este libro ha sido cuando Suntzu dice que hay que “ver lo sutil, darse cuenta de lo oculto”, “lo que sabe todo el mundo no es sabiduría”.
En muchas circunstancias de la vida hay gente que actúa, para los demás, como si fueran unos iluminados, como si hubieran recibido información divina sobre algo que les hace tomar decisiones acertadas en un campo.
No es el caso, la mayoría de las veces lo que ocurre es que estas personas tienen una capacidad especial para entender lo sutil, para ver lo que los demás no ven, y así adelantarse a sus acciones. Como decía Keynes, hay que anticiparse a las anticipaciones de los demás.
Esto se ve claramente en las inversiones empresariales, cuando el empresario ve un negocio del que nadie se había dado cuenta anteriormente. Pero también se refleja en otros campos como el arte. Un poeta es capaz de describir la belleza de un paisaje, algo sutil, que a los ojos de los demáspermanecía prácticamente oculto.
Y sí, la sabiduría es comprender aquello que en muchos casos no es accesible a la mayoría de la gente. No porque no se quiera compartir el conocimiento, sino porque en muchos casos no se quiere asumir o no se está de acuerdo con dichas enseñanzas.
En definitiva, claro, El arte de la guerra es un libro lleno de sabiduría, pero que, teniendo en cuenta los tiempos que corren, bien sería más necesario difundir un libro titulado El arte de la paz.
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