Encontrándose ante un falso dilema, un conjunto de venezolanos han ido decidiendo de modo más o menos individual, en lugar de unitario y organizado, el actuar a su saber y entender, y para otros a conveniencia crematística, ante las fuerzas que de facto gobiernan a nuestro país; al cual, y sin exageraciones, mantienen literalmente secuestrado.
Las luchas que se han librado desde el tiempo aquel cuando se anunciaron cambios contraproducentes en la enseñanza hacia nuestros muchachos por el régimen de Chávez, y que la familia venezolana unida respondería con el lema fundamental: “Con mis hijos no te metas”, marcaría una toma de conciencia sobre qué es lo que estaba realmente en juego. Desde entonces se entendió que era mucho más que una disputa económica, y que lo planteado era una lucha trascendente sobre los valores y principios sobre los cuales se edifica una nación libre, soberana y con un sentido de identidad gregaria que la caracterizaría como una nación democrática.
En un conjunto de acciones sumamente inconvenientes, como postura que pretendiendo legitimarse bajo la luz de su autorreconocido y preclaro entendimiento, y también con un posible excesiva dosis de pragmatismo, se declara, que con base a los intereses de la recuperación económica de la nación se deben ahora, por ejemplo, aliviar sanciones por parte de los Estados Unidos de América; como lo afirman en reciente carta fechada 14 de abril un conjunto de personas que se dirigen al presidente Biden.
Sin precisar siquiera ciertas condiciones básicas que se deban cumplir por parte de los detentores del actual régimen criminal, como el establecimiento de una agenda de cambios que deberán producirse antes para la restitución de condiciones de naturaleza humana, como liberación de todos los ilegítimamente privados de su libertad, y más allá del respeto a la vida, a la libertad, y la factibilidad de organización de quienes no solo no piensan como este régimen en el poder sino que lo adversamos, con todo el legítimo derecho que como hombres libres tenemos. Aunque incluso se pactaran ejecutarlas de modo consistentemente progresivo en dicha agenda, habría que establecer mecanismos para la existencia de una observancia internacional de facilitación para el cumplimiento de tales cambios, y que cabalmente se hiciera viable el respeto al espíritu y fin de tales posibles acuerdos.
El observar cómo se está actuando, por ejemplo, desde la cúpula de la actual disminuida Federación de Cámaras Empresariales de Venezuela, Fedecámaras, y las posturas de personajes que han sido, y ahora se dicen nuevamente gobernadores en uno que otro estado, o uno que otro que se considera dizque legítimo parlamentario de la espuria Asamblea Nacional de Maduro, bajo las condiciones y reglas impuestas por la dictadura castromadurista. Ello nos coloca frente a una realidad que más que intentar juzgarla en términos morales, la apreciamos políticamente como desastrosa, y que forma parte de todo el entramado prostituido al que han llevado a la nación quienes así se desempeñan.
La libertad y la democracia son una conquista del hombre bueno que ha luchado en muchos territorios para dar la mayor decencia posible y progreso a su sociedad. La existencia de instituciones democráticas y los poderes Legislativo-Parlamentario, Judicial y Ejecutivo, que se contrapesen y que deben incesantemente tender hacia lo perfectible son las estructuras básicas que deben recrear en Venezuela.
Con los acontecimientos de la genocida invasión del sociópata Putin a Ucrania, para todos está claro que Venezuela podría y debería retomar su rumbo de productora.exportadora confiable de energía del fuel oil al mundo. El punto o premisa es ¿bajo cuáles condiciones será posible hacer esto una realidad sin exigir, e incluso imponer el regreso de nuestro país al respeto de los derechos humanos, al Estado de derecho y a un orden democrático progresivo?
Todos aquellos que se han ido adentrando en una sumisión, de buena o mala fe, y que se autoengañan ante la narcodictadura que aparenta presidir Nicolás Maduro, bajo la tutela real y efectiva de Cuba y Rusia como seculares socios durante más de seis décadas, desde aquellos años sesenta de la Guerra Fría hasta hoy, deben reflexionar sobre la unidad de propósito superior que nos debe animar a todas la mujeres y hombres de buena voluntad, para alcanzar una salida realmente duradera y de vocación constructora de paz, que no es otra que la lucha indeclinable por la redención del hombre que va por mal camino y nunca la rendición del hombre justo que es en quien reside bajo inspiración y poder del Supremo Autor del Universo, la fe y la esperanza en el auténtico cambio hacia la libertad y la democracia. ¡Viva Ucrania! ¡Viva Venezuela! ¡Libres!
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@gonzalezdelcas